Para recuperar espacios públicos, fomentar la cohesión social y lograr que los niños y adolescentes se alejen de las drogas, la Fundación Reintegra realizó por décima ocasión una actividad consistente en la construcción de papalotes hechos por los pequeños y sus acompañantes con papel china, con el lema Manda a volar a la violencia, que se realizó en la Plaza de Garibaldi.

Antes de las 11 de la mañana los mariachis callaron, pues a diferencia de otros años en esta edición se mostraron respetuosos al permitir que la actividad se desarrollara ambientada con la música que entonó una estudiantina integrada por personas con alguna discapacidad.

Niños, adolescentes y personas de la tercera edad, la mayoría abuelas de los pequeños, construyeron los papalotes donde escribieron palabras o pensamientos que adornaron con diamantina de colores, para lo que contaron con asistencia de personal de la fundación.

Tolerancia, amor y respeto fueron algunas de las palabras que anotaron los asistentes –algunos en situación de calle– en los papalotes de colores que echaron a volar después de la una de la tarde.

Norma Edith Morales, coordinadora de la organización y participante de los centros de prevención comunitaria de la Fundación Reintegra, dijo que las actividades que se realizan son con el objetivo de proteger el tejido social de la colonia Guerrero de los actos delictivos y así evitar la normalización de la violencia.

Por su parte, María Florina, quien llevó a su nieta de casi cuatro años, y que tiene más de 35 años de vivir en la zona de La Lagunilla, dijo que es una buena actividad, porque ya no existe la convivencia de antes luego de que los niños ya no salen a jugar a la calle.

Por su parte, Ana Lilia Hernández, quien reside en la calle República de Chile, opinó que deberían ser más frecuentes las actividades que promuevan la cohesión social, al alertar que en muchas ocasiones de la Plaza Garibaldi y otros espacios de la colonia Guerrero se adueñan los delincuentes, también las personas en situación de calle y los ambulantes, y eso no debe suceder, porque son los espacios de los niños.

Para Monserrat, de 32 años, crear un papalote con sus manos significó una forma de decir lo que sientes y mandar a volar lo que no quieres.

La Fundación Reintegra se prepara para organizar la copa de futbol en la que promueve valores para hacer un juego limpio, no sólo en un partido de 90 minutos, sino durante toda la vida.