Propone postergar el Espacio Cultural de los Pinos y Bosque de Chapultepec, y el Pabellón de Arte Contemporáneo para redirigir esos recursos al rescate
Organizado por la asociación civil Pacos y los Museos Frida Kahlo y Diego Rivera-Anahuacalli
En este libro, Juan Miralles intenta reconstruir todos los aspectos de la vida de Hernán Cortés a partir de una información copiosísima. El autor, que se ha dedicado durante casi 30 años a investigar sobre el conquistador, presenta la que tal vez sea la primera biografía exhaustiva de Cortés, con testimonios de primera mano de cronistas, y desecha los dudosos o apócrifos para trazar un retrato crítico y ponderado del personaje. La biografía ofrece también los aspectos más íntimos del personaje, como su vida amorosa. Con autorización del Grupo Editorial Planeta reproducimos un fragmento del libro Hernán Cortés. Inventor de México, para nuestros lectores.
El trampolín antillano
Colón volvió a España hablando maravillas de lo que había encontrado. Era la tierra de Jauja. Fue tan grande el entusiasmo que despertó, que pocos meses después partía de nuevo, para el que sería su segundo viaje, al frente de una flota de diecisiete navíos, llevando consigo a un número cercano o a los mil quinientos hombres, que habrían de establecerse en La Española (isla compartida hoy día por Haití y República Dominicana). Pero pronto se apagaría el entusiasmo, pues antes de transcurrir tres años la mayoría sucumbió al hambre y a las enfermedades. La colonización española en América, o las Indias, como entonces se les llamaba, comenzó con el pie equivocado. Ni Colón tenía madera de colonizador, ni los hombres que trajo eran los indicados. Hidalgos y gente de palacio. Se dio el caso de que Bernardo Buil, un benedictino que Fernando el Católico había colocado a manera de comisario político, desertó regresándose a España por diferencias que tuvo con él, y porque consideró que aquello era inviable. Ante un fiasco de esa magnitud, se revisaron las coordenadas del proyecto. Ciertamente, no era lo que se esperaba. No existían riquezas. Pero como Isabel y Fernando habían asignado a España la tarea de evangelizar el orbe, se resolvió seguir adelante.