Reprivatización: bancos en ruinas // Neobanqueros: fue el gobierno
// Especuladores y su poca fortuna

esatada la crisis bancaria de 1995, José Madariaga Lomelín, a la sazón presidente de la Asociación de Banqueros de México, lloraba amargamente, porque, dijo, Carlos Salinas de Gortari reprivatizó 18 instituciones financieras que estaban en ruinas
, de tal suerte que, según él, sus nuevos propietarios (casi todos especuladores bursátiles sin experiencia en el sector bancario, pero, eso sí, muy amigos
del innombrable) tuvieron la poca fortuna de enfrentar una situación de crisis y emergencia sin haber culminado su proceso de maduración
.
Pañuelo en mano, Madariaga (él mismo adquirente de la primera institución en ruinas
, Multibanco Mercantil de México, renombrado como, Banca Probursa) secaba sus lágrimas de cocodrilo, no sin reiterar que el gobierno salinista (el operador de la reprivatización fue Guillermo Ortiz, bajo las órdenes de Pedro Aspe) cometió errores
a la hora de regresar al rebaño del gran capital la banca estatizada por José López Portillo.
Sin embargo, por aquellos ayeres, información de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) no permitía dar veracidad al reclamo público del llorón, porque ella revelaba que en cerca de cuatro años (junio de 1991 a diciembre de 1994, antes del estallido de la crisis) los sufridos especuladores que se quedaron con las 18 instituciones reprivatizadas por Salinas de Gortari ya habían recuperado, en promedio, 90.24 por ciento de lo que por ellas pagaron los neobanqueros, a plazos, por cierto.
Tal información evidenciaba que los nuevos barones del dinero por obra y gracia de la santísima trinidad (Salinas de Gortari-Aspe-Ortiz) ya habían recuperado (entre 1991 y 1994, vía utilidades) 11 mil 750 millones de dólares de los 13 mil 20 millones que habrían pagado –a plazos– por las citadas dieciocho instituciones financieras reprivatizadas. De esa proporción era la banca en ruinas
que les vendieron.
Lo que Madariaga olvidó
mencionar” es que, en el periodo citado, los neobanqueros se dedicaron a exprimir a las instituciones por ellas adquiridas, mediante el auto-otorgamiento de voluminosos cuan alegres préstamos personales (que en su mayoría no pagaron y fueron a parar a la panza del Fobaproa) y/o a sus empresas, al tiempo que masacraban a los usuarios de la banca con tasas de interés de agio.
De acuerdo con reportes que por aquellos tiempos divulgó la CNBV, entre la reprivatización y antes del estallido de la crisis, las instituciones bancarias reprivatizadas ingresaron alrededor de 110 mil millones de pesos por margen financiero (diferencia entre lo que pagan a los ahorradores y lo que cobran a los créditohabientes) y 76 mil 368.5 millones en utilidades. Hasta ahí, todo era fiesta.
Sin embargo, la cartera crediticia vigente creció 149.86 por ciento, mientras la cartera vencida lo hizo en 714 por ciento, dados los crecientes intereses que cobraban a sus respectivas clientelas. Así comenzó la feria de los embargos (casas, empresas, fábricas, vehículos, etcétera), que se potencializó con el estallido formal de la crisis bancaria de 1995.
En poco menos de cuatro años, los 18 bancos reprivatizados cobraron intereses y comisiones a los créditohabientes por aproximadamente 280 mil millones, un crecimiento de 98.45 por ciento en el periodo. En cambio, el número de cuentas (cheques, ahorro, inversión a plazo) se desplomó casi 40 por ciento (la caída es atribuible mayoritariamente a las cuentas de ahorro). Además, con el manual neoliberal en la mano y para aumentar utilidades, despidieron a 11 mil 108 trabajadores.
Así, la crisis bancaria fue acicateada por los llorones cuan voraces neobanqueros, y el gobierno salinista los dejó hacer, mientras las instituciones públicas dedicadas a evitarlo simplemente volteaban para otro lado. Tan fue así que antes de oficializarse la crisis de 1995, el primer banco reprivatizado que reventó (noviembre de 1994) fue Banco Unión, de Carlos Cabal Peniche, el empresario calificado por el innombrable como ejemplo a seguir
.
Y de ahí para el real: las 18 instituciones fueran rescatadas
, saneadas
y extranjerizadas (salvo una), y, por decisión de Zedillo, los mexicanos siguen pagando por ello.
Las rebanadas del pastel
Por cierto, Madariaga Lomelín vendió Banco Probursa a la trasnacional española BBVA (fue señalado de emplear recursos de procedencia ilícita en esta operación, aunque la otrora PGR nunca procedió en su contra), para después trabajar en ella y más adelante asociarse con el hermano de Margarita Zavala en la empresa Hildebrando SA. Toda una joya el especulador llorón.
Twitter: @cafevega