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El wokismo, ¿nuevo censor?
E

n principio, la censura no existe en Francia. Es excepcional que se prohíba la publicación de un libro o la exhibición de una película. Para llegar a este fatídico extremo deben reunirse condiciones realmente excepcionales. Las más crudas escenas pornográficas pueden exhibirse en ciertos cines, si bien están prohibidas en los canales de televisión de gran público. Imágenes de violencia inaudita son también excluidas de los noticieros a ciertas horas, pero pueden llegar a pasar a horas tardías si el público es advertido.

La crítica política no tiene más límites que la injuria, y la sátira permite reír incluso de las distintas religiones… aunque pueda, en ocasiones, pagarse caro reír y hacer reír de las creencias ajenas, como sucedió a los periodistas de Charlie Hebdo, Journal Satirique, cuyas oficinas vivieron el atentado que costó la vida a 12 personas el 7 de enero de 2015.

Sin embargo, a pesar de la libertad de expresión que impera en este país, la editorial Presses Universitaires de France (PUF) estuvo a punto de ceder a las múltiples presiones contra la publicación de un volumen titulado Face à l’obscurantisme woke (Frente al oscurantismo woke). Vilipendiado antes de su aparición, el simple título del libro desató una campaña de ataques que hizo dudar al director de PUF, Paul Garapon, de la aparición de esta obra de 460 páginas, realizada por 26 reconocidos investigadores universitarios. Así, se anunció, a través de las redes sociales, la suspensión de su publicación. “A un paso de trumperizarse publicando un panfleto antiwoke, las ediciones de PUF meten reversa”, pudo leerse en la reputada revista de izquierda Le Nouvel Obs. Pero, tal vez el miedo de pasar por un censor, superior al de ser acusado de trumpista, decidió al editor a publicar el polémico volumen.

En la batalla cultural que se lleva hoy en Francia entre wokes y antiwokes, el vilipendiado libro podría constituir un verdadero giro. Para empezar, demuestra la debilidad intelectual del wokismo: “lo que caracteriza al movimiento woke es su ignorancia y la pobreza abismal de los razonamientos que propone, no es una ideología construida, estructurada, como podía ser el marxismo o el maoísmo”.

El wokismo sufre también de incongruencias evidentes: “no cesa de reivindicar los derechos de las mujeres afirmando al mismo tiempo que la mujer no existe…” En un video, una profesora de ciencias políticas explica que “no puede conservarse la divisa Libertad, Igualdad, Fraternidad, pues la palabra fraternidad (formada con la raíz de frère, hermano) excluye a las mujeres”, señala la experta en literatura Emmanuelle Henin, quien concluye: no estamos frente a un delirio ideológico, sino más profundamente frente a una contrarrevolución científica.

Para sus autores, el wokismo constituye una increíble regresión de la racionalidad en el seno del templo de la razón y del saber que debería ser la universidad. Nueva forma del oscurantismo que inaugura una edad de la estupidez. Galimatías seudointelectual fundada en palabras claves como heteropatriarcado, racismo sistemático, cultura de la violación. Carácter grotesco de temas a la moda que atraen el financiamiento público: el wokismo podría negar otras realidades, pero nunca la material realidad del dinero.

Trocar la víctima, por el hecho de ser víctima, en ideal heroico y vocación de la especie humana, ¿sería un objetivo del wokismo? Ideología que percibe las sociedades occidentales regidas por estructuras de poder de las jerarquías de dominación, cuya meta es inferiorizar las minorías.

Aspiraciones y militancia wokes que benefician monetariamente a algunos investigadores, pero que, en forma insidiosa, sirven ideologías como la del Islam político: la mujer pertenece a una minoría discriminada y la mujer velada es doblemente discriminada, así, la mujer cubierta por un velo se transforma en una causa. ¿Una manipulación más que conduce al espejismo de las utopías?