Editorial
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Lago de Texcoco: triunfo de la vida
I

ntegrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) realizaron el jueves un recorrido para mostrar a los medios de comunicación las más de mil 800 hectáreas que se han podido llenar de agua en el área natural protegida (ANP), que incluye al Parque Ecológico Lago de Texcoco (PELT).

Los comuneros aseguraron que eventualmente desaparecerá todo rastro de las obras de construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), cuyas estructuras están quedando sumergidas en los espejos de agua que resurgen. Donde los últimos tres presidentes del ciclo neoliberal derramaron la sangre de los comuneros para imponer un aeródromo técnicamente inviable y económicamente insultante, hoy pueden concentrarse hasta 7 millones de metros cúbicos de líquido que albergan una asombrosa cantidad y diversidad de flora y fauna, incluidas alrededor de 230 mil aves nativas y migratorias.

La restauración hidrológica y ecológica es motivo de orgullo para los miembros del FPDT que defendieron este territorio de la voracidad neoliberal, y que hoy trabajan de la mano del gobierno a fin de concretar la obra de rescate ambiental más importante del área donde vive casi una sexta parte de la población nacional. Entrevistado por Elena Poniatowska para La Jornada, el director general del Parque Ecológico Lago de Texcoco, Iñaki Echeverría, destacó hace casi un año que la decisión del ex presidente Andrés Manuel López Obrador de cancelar el NAIM significó nada menos que mantener viva la oportunidad del valle de México como un espacio habitable de cara a los próximos 100 años. En un contexto de cambio climático que coloca al agua y la temperatura entre los mayores retos para la supervivencia de las comunidades humanas, animales y vegetales de la cuenca de México, revertir la desecación del lago devuelve a la megalópolis la posibilidad de mantenerse viable.

Esta apreciación podría desestimarse como sesgada por venir del encargado de diseñar y ejecutar partes nodales del proyecto de salvamento de los humedales, pero ha sido respaldada por agencias independientes como la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). En febrero pasado, el organismo designó al lago de Texcoco como sitio demostrativo de ecohidrología por contribuir en la conservación de la biodiversidad, a mejorar la calidad del agua y el desarrollo de las comunidades. Se trata del único emplazamiento de este tipo en el país y uno de apenas 63 a nivel mundial.

En suma, habitantes, expertos y organismos multilaterales reconocen el salvamento de la ecorregión del lago de Texcoco como un logro ambiental y social de primera importancia, y los únicos que a estas alturas defienden la nefasta idea de arrasar con los últimos restos del sistema lacustre de Anáhuac son quienes tenían intereses económicos en el proyecto de muerte del NAIM y aquellos tan cegados por su odio a la figura de López Obrador y a los gobiernos de la Cuarta Transformación que han perdido la capacidad de discernir entre los hechos y sus fobias ideológicas.

Cabe congratularse por los avances en la recuperación del lago de Texcoco, así como por el grado de conciencia alcanzado por la mayoría ciudadana que rechaza al fallido aeropuerto y a sus promotores. Sin embargo, no debe olvidarse que los triunfos en la protección del medio ambiente y las grandes conquistas sociales no pueden darse por sentados, sino que deben refrendarse cada día mediante la educación, el conocimiento de los derechos y, cuando es necesaria, la movilización en contra de quienes ponen el lucro privado por encima del bien común.