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Desde el otro lado

La Guardia Nacional y la guerra en Ucrania

L

a semana que pasó dos temas llamaron la atención de los medios en EU. El primero fue el llamado que el presidente Trump hizo a la Guardia Nacional y al ejército a patrullar las calles en algunas urbes estadunidenses. La decisión se circunscribió a las ciudades gobernadas por alcaldes demócratas, que por añadidura son afroamericanos. Por lo pronto, el patrullaje se realizó en Los Ángeles y Washington , pero, su intención es aumentarlo a otras ciudades como Chicago, Houston, Austin, Portland, etcétera.

Trump hizo una lectura sesgada y convenenciera de las funciones de Guardia Nacional. Desde su peculiar punto de vista, hay una emergencia nacional, determinada por el crimen y el desorden, que la policía no puede controlar. Las estadísticas señalan que salvo en algunos barrios, los delitos se han reducido gracias a diferentes programas de entrenamiento y el trabajo conjunto entre las organizaciones locales y la policía.

Entonces, ¿por qué el invento de que en esas y otras ciudades el crimen ha desbordado la policía? La respuesta que explica la premura de Trump es acallar y reprimir las crecientes protestas en contra de la desmedida y arbitraria forma de las autoridades migratorias de arremeter contra de miles de ciudadanos por considerar que pudieran ser indocumentados o criminales peligrosos. Para cumplir con su promesa de “limpiar el país de criminales”, Trump inventó la excusa de la “incapacidad y negativa de gobiernos locales” y llamó a los militares a realizar un trabajo que no es ni debiera ser su obligación, y para el cual no están capacitados.

El segundo tema es la reunión entre Trump y Vladimir Putin, presidente de Rusia, para discutir el cese de hostilidades entre Rusia y Ucrania, a la que paradójicamente no fue invitado el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. El escepticismo de varios observadores sobre el éxito del encuentro se confirmó desde el momento en que Trump se negó a informar sobre los “no acuerdos” (sic). Al parecer, el magnate apuesta a que Zelensky acepte ratificar la anexión de Crimea y otros territorios ucranios, como Putin ha insistido, para cesar las hostilidades. Es evidente que si Zelensky accede a esta indigna propuesta, es muy probable que se le acuse de traición.

Por lo pronto no se concretó el motivo principal de la reunión y la gestión de la paz con la que Trump soñó para ganar el premio Nobel, sigue siendo una quimera.