Opinión
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Ciudad perdida

Morena, sin brújula que dé rumbo

A

lgo debe pasar en Morena y muy pronto. Algo trascendente que vaya más allá de los discursos huecos que no marcan rumbo y que tratan de excusar las tropelías que cometen sus militantes, en todos los órdenes de la política de hoy en el país.

Morena no debe, es decir, no puede llegar a una reforma como la que se ha planteado desde la Presidencia de la República en las condiciones actuales, sería una burla para quienes creyeron y entregaron su confianza a la 4T y no sólo para la militancia activa. Seguir a Morena enrolados en el caos actual perpetuaría los vicios que tanto han dañado a uno de los oficios que debería ser de los más nobles: la política.

Sí, hace falta una reforma electoral para el país, pero si se quiere que las cosas vayan bien, se debería empezar por casa. La muy desorientada dirigencia morenista piensa en ganar elecciones bajo los métodos que llevaron al fracaso a otros organismos partidistas, porque debe quedar claro que si los ingredientes de la fórmula son los mismos, los resultados no pueden ser diferentes.

Está bien, en el plano electoral –parece que es lo único importante–, seguramente Morena será la nueva aplanadora, pero no porque la gente esté convencida del rumbo –porque no lo hay–, sino porque del otro lado sólo se puede hallar cero oposición, y la verdad, más que un nuevo partido de derecha lo que urge es una verdadera organización de izquierda que convenza, pero es muy difícil ahora que todo el ámbito político está desfigurado.

Y es que, aunque parezca increíble, desde la derecha se puede ser honesto y austero, es más, desde la derecha se puede pensar en la soberanía de la nación, condiciones que preconiza el movimiento que hoy ejerce el poder. Vamos a decirlo de otra manera: la honestidad y la austeridad no fijan el rumbo político de ningún partido. Uno y otro pueden ser tan iguales, sobre todo en el discurso, que logran confundir al elector.

Lo peor es que Morena no ha logrado hacer de su militancia un ejemplo de honestidad ni tampoco ha alcanzado los niveles de austeridad pretendidos y anunciados –también en eso se parecen–, es decir, su principal oferta se gastó en las acciones de quienes ni eso de ser honestos y austeros entendieron, pero como la idea es no soltar el poder, cueste lo que cueste, el pago, al final, es el propio poder.

En fin, la izquierda es mucho más que la honestidad y la austeridad porque se trata de un ámbito de justicia libre de dogmas. Aceptarlo es difícil porque la justicia no es un elemento que surta efectos electorales importantes, por el contrario, anclarse en esa idea es, en realidad, transformar de fondo una sociedad que se ha vuelto muy vulnerable ante la corrupción, principalmente.

Los tiempos apremian, en el partido hegemónico hoy no parece existir una buena brújula que marque el rumbo a una nave que se ha perdido en los mismos vientos que, como dijimos, ha llevado a ese partido a puertos de fracaso, y eso lo tiene en cuenta una sociedad cada vez más decepcionada, cada vez más frustrada. Aguas.

De pasadita

Ya están listas en el Congreso local las normas que deberán meter al orden a quienes conducen vehículos ligeros de tracción eléctrica, si así se les puede llamar, y eso es una buena noticia. Lo que lleva al desconcierto, sin duda, es: ¿quién o quiénes promueven las protestas en cosas tan obvias y tan urgentes como el que se registren y usen cascos sus manejadores?

Lo decimos porque ahí, frente a la casona de Donceles, un piquete de jóvenes se lanzó con toda violencia en contra del recinto en una supuesta protesta porque el trabajo legislativo impondría reglas. Hay alguien que se está apropiando de las calles para chantajear y las autoridades que parecen ciegas frente al asunto. Ya es hora de saber quién o quiénes mueven a los violentos y actuar en consecuencia, o ¿se les debe dejar crecer? He ahí el dilema.