n febrero de 1947, Eleanor Roosevelt, escritora y activista, y quien fue esposa del presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt (1933-1945); Peng Chun Chang, académico, filósofo, activista de derechos humanos y diplomático chino, y Charles Habib Malik, académico, diplomático y filósofo libanés, comenzaron a redactar lo que un año después se conocería como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La adoptaron los países que eran parte de la naciente Organización de Naciones Unidas (ONU). Fue una respuesta a los “actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. La declaración se firmó en el Palacio Chaillot de París.
Ese palacio alberga hoy el Museo del Hombre, el cual sirve para conocer los orígenes de la humanidad. Reúne más de 700 mil objetos de la prehistoria, unos 30 mil de antropología y biológica y 6 mil sobre el uso y la transformación de la naturaleza. Muy valioso el material que posee sobre la inmigración, en el que se muestra cómo el ser humano no es puro, sus orígenes están en África y, desde allí, migró al resto del planeta.
Una parte muy selecta de ese material se utilizó para organizar la exposición Una Odisea Humana. En ella se narra el viaje de la humanidad a través de los milenios: desde el cartel de la película El inmigrante, de Charles Chaplin, hasta chalecos salvavidas o un diente de 54 mil años. También un “globo migratorio” del artista italiano Pietro Ruffo, creado para la exposición.
Para Aurélie Clemente Ruiz, directora del museo, la idea es que “frente a los debates sobre un problema cada vez de más actualidad política, urge reposicionar la migración a escala planetaria y en el largo plazo”. Y desmantelar, con hechos y cifras irrefutables, clichés y prejuicios en torno a los inmigrantes de todas las épocas y orígenes, “a fin de reducir las actitudes, a menudo irracionales, vinculadas a quienes no provienen del mismo lugar de nacimiento”.
Y para lograr ese objetivo, el comité científico encargado de la muestra recurrió a la antropología, la genética, la arqueología, la demografía, el derecho y la geografía, disciplinas acompañadas con cifras y datos sobre el migrante, el refugiado, el sin papeles, el expatriado, el ilegal.
Por medio de extractos de películas, documentos y caricaturas satíricas, la exposición comienza con las “palabras de la migración”, demostrando cómo la percepción del “extranjero” es a menudo fruto de construcciones sociales y culturales alimentadas por la imaginación y los miedos inherentes a cada uno de nosotros. Sean polacos, africanos, mexicanos, venezolanos o salvadoreños, los inmigrantes son estigmatizados, acusados de holgazanes, sucios, delincuentes, “ladrones” del trabajo en el país al que llegan.
Pero como señala la paleoantropóloga Christine Verna, una de las organizadoras de Una Odisea Humana, las migraciones no son recientes, ni excepcionales para un determinado lugar del planeta. Existen desde que hace 300 mil años el Homo sapiens marca en el continente africano el origen de la humanidad.
La exposición se inspira en un importante manifiesto publicado en 2018 por el Museo Nacional de Historia Natural de Francia, en el cual se reafirma que “todas las especies migran por diferentes motivos, ya sean plantas, animal o humano”. Y no son un fenómeno nuevo, siempre han existido. Hacen parte de nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Entre los seres vivos, son esenciales para la supervivencia de las especies.
Muy al contrario piensa Donald Trump. Hace un año, en un mitin en Ohio aseguró que los migrantes que llegan a su país “se comen a los perros, a los gatos, a las mascotas de la gente”. Luego dijo en Pensilvania que el arribo de migrantes a la frontera sur de Estados Unidos es “una invasión de asesinos y depredadores de niños… que vienen de todo el mundo, pero también de Sudamérica. Son pandilleros, traficantes de drogas y matones”.
Si el magnate visita París, le sería muy util acudir al Museo del Hombre. Quizá recordaría allí que su madre migró de Escocia a Estados Unidos. Y fue empleada doméstica. También visitarlo los mandatarios y líderes de partidos europeos, enemigos de los que migran, especialmente de África y Medio Oriente, por la pobreza y la violencia. Las aguas del Mediterráneo y el Canal de la Mancha están sembradas de los que no lograron llegar.