Sólo 900 corridas
LUMBRERA CHICO
El domingo próximo a las cuatro de la tarde se
abrirá la puerta de cuadrillas para dar inicio a la corrida de toros
número 900 en la Monumental Plaza Muerta (antes México),
que ayer cumplió 56 años de prestar servicio a la historia,
a la cultura y a la tradición, pero también a la estafa,
la simulación y el embuste, que han predominado fundamental, mas
no únicamente, durante los nueve largos años de la administración
de Rafael Herrerías.
Decir 900 corridas en el curso de algo más de cinco
décadas y media nos da un promedio incapaz de impresionar a nadie:
14 festejos anuales, casi uno por mes. La culpa de tan bajo rendimiento
ha sido indudablemente de los gerentes de la plaza, con el cubano Angel
Vázquez a la cabeza de todos ellos, porque fue el primer empresario
del embudo en los tiempos fundadores de don Neguib Simón, el visionario
yucateco-libanés que erigió el coso como parte de un proyecto
que incluía un estadio de futbol, un boliche, canchas de tenis y
una gigantesca piscina pública con un sistema de oleaje artificial
que simularía el natural movimiento del agua en una playa.
Seis años atrás, cuando la plaza cumplió
50, la colonia libanesa impulsó con fuerza la iniciativa de conmemorar
la obra de don Neguib, develando su estatua y poniéndole su nombre
a una de las calles aledañas al embudo. Sólo se concretó
la realización de un busto, que por ahí está, a cargo
del escultor Humberto Peraza, pero del asunto de la calle nadie volvió
a acordarse, y ésta sigue siendo una injusticia, porque Simón
fue todo un personaje.
Secretario particular de Felipe Carrillo Puerto a los
18 años, abogado por la Universidad Nacional, hombre de la Revolución
mexicana y de su sistema, concibió alguna vez la idea de construir
un túnel a través de las montañas de la carretera
a Cuernavaca, para acortar la distancia en 30 de los 60 kilómetros
que tiene el trayecto. Y fue también el primero que sugirió
un proyecto arquitectónico semejante al de Ciudad Universitaria.
De todos los empresarios que han llevado a la MPM en su
larga vida, el más importante, con mucho, fue el doctor Alfonso
Gaona, que la regenteó durante sus buenas tres décadas. Pero
no le tocó a él administrar el auge de los años 46-48,
cuando había dos y tres corridas por semana y la gente dormía
frente a las taquillas para no perderse el privilegio de ver actuar a Manolete,
Silverio, El Soldado, Arruza, Procuna, Garza, Rivera y Armillita,
figurones de aquella época de oro que nunca volverá.
Gaona fue corresponsable, con mucho, de la decadencia
impuesta a la fiesta brava por el fenómeno Manolo Martínez,
bajo cuyo reinado se aplicó una política excluyente de nuevas
promesas y ganaderías ''incómodas'', de la cual aprendió
todas las malas artes que hoy sabe y practica el veterinario Herrerías.
Nadie olvidará que tras la etapa de Gaona hubo un periodo de transición...
al caos actual, que tuvo un momento cumbre durante la temporada 90-91 en
la que triunfaron arrolladoramente Jorge Gutiérrez, Mariano Ramos
y David Silveti, que a punto estaba de retirarse a causa de sus lesiones
en las rodillas.
Ayer, una vez más como todos los años, la
MPM volvió a llenarse hasta el reloj, lo que prueba la vigencia
de una tradición tan sólida como profunda, con la cual no
ha podido acabar nadie, ni siquiera un enemigo tan acérrimo de la
fiesta como Herrerías, su mayor proxeneta.