De archivos muertos..., libro de Josu
Landa en favor de la vigencia del humanismo
''Es necesario rescatar la dignidad humana''
Los mecanismos de contención están rotos;
queda la salida de la autonomía moral, dice
GUIDO PEÑA
Ante el panorama sombrío de hambre, guerra, barbarie,
racismo y destrucción que se dibuja en estos tiempos aún
queda la posibilidad de un proyecto que replantee la dignidad del individuo
y su relación con el otro y con el mundo; en esta difícil
tarea tienen una enorme responsabilidad la educación y las mentes
lúcidas, indica el poeta y ensayista Josu Landa. La aparición
de su libro De archivos muertos y parques humanos en el planeta de los
nimios (Arlequín/Sigma), alegato en contra del escritor alemán
Peter Sloterdijk -quien decretó el agotamiento del humanismo-, es
pretexto para conversar acerca de las posibilidades del género humano
con el también académico de la Facultad de Filosofía
y Letras de la UNAM.
"De archivos muertos... surge de un debate en las
aulas de la facultad -explica el catedrático-. Escrito con pasión,
pero también con razones, intenta responder a tesis o ideas que
me parecieron cuestionables, como la de Sloterdijk, que hace una especie
de lectura apocalíptica de la dignidad, usa conceptos tremendamente
peligrosos -como el de cría y domesticación del humano-,
acude a leyes reductoras de la historia y, sobre todo, me parece inquietante,
porque habla de la posibilidad de una transformación ética
mediante la genética".
El hombre, rebaño de intereses económicos
-Sloterdijk
hace una acusación seria: ¿por qué ensalzar al hombre
mediante el humanismo si el hombre es el verdadero problema? El humanismo
como cómplice de esas atrocidades.
-Es una acusación demasiada frecuente y hasta manida
que el humanismo es el responsable de la gran cadena de atrocidades que
se han cometido en Occidente, sobre todo en el siglo XX. A mí me
parece una acusación sin bases. Esas atrocidades no son de ahora,
han existido siempre. El siglo XX no se diferencia de otros en ese punto,
salvo por la eficacia técnica puesta al servicio de la destructibilidad,
de la brutalidad.
''Si se ha dado una manifestación más amplia
de ese fenómeno no ha sido por un exceso de humanismo, sino por
un déficit. Más bien acusaría una decadencia del humanismo,
una catástrofe de la educación.
"Lo que señalo en mi libro es que Nietzsche, en
dos textos interesantes -la tercera intempestiva, Schopenhauer como
educador, y el grupo de conferencias agrupadas en el texto El porvenir
de nuestras escuelas- denuncia de manera luminosa, premonitoria, lo
que es la educación moderna capitalista, es decir, el papel de un
Estado que convierte al género humano en rebaño al servicio
de intereses económicos; eso ha sido la cultura y la educación
en los últimos 200 años. Si a eso llamamos humanismo cualquiera
tiene razón, la cuestión sería si es aceptable llamar
a eso humanismo, a mí me parece que no''.
-¿A qué atribuye esa decadencia?
-A que hay una valoración de lo económico;
la ilusión de un dominio instrumental del mundo que se traduce en
ponderar lo técnico y no lo humano. La seudoeducación que
ha padecido la humanidad occidental en estos dos últimos siglos
es una negación de lo humano para privilegiar lo instrumental, lo
económico y el poder. Incluso lo que es más aparentemente
humanístico ha sido afectado por este sentido.
"El signo de estos tiempos es la desmesura. El no tener
una idea de límite, una idea de respeto. Este pequeño ser,
que es el humano, se considera omnipresente.
"Somos testigos y a la vez víctimas de un mundo
del que cada vez constatamos su proceso de destrucción, de ausencia
de referentes, y eso debería obligar a una reflexión sobre
el papel del hombre en el mundo. Desde ese punto de vista, es necesario
reactualizar el tema de la dignidad del hombre''.
-Usted se refiere a la fractura entre humanismo y nuevas
generaciones. ¿Cómo era la relación anterior?
?Hasta antes de René Descartes había una
plena diferencia con lo absoluto, podía ser el logos o ser Dios.
Con Descartes empieza el proceso de absolutización del ser humano:
él se convierte en referencia de todo.
"Habría que plantearse entonces la posibilidad
de una realidad extrahumana y rearticular la relación con ella.
Es necesario asumir la misión de la filosofía, que es pensar
la realidad, y cumplir una función de cara a las humanidades, ese
erario de grandes formas que ha elaborado el humano para poder afrontar
los grandes retos de la vida''.
-En este erario entraría el libro, cuya muerte,
por cierto, también decreta Sloterdjik y con ello el agotamiento
de la actividad humanística.
-También disiento de Sloterdijk en que la muerte
del libro significaría la muerte de las humanidades. Sloterdijk
cree que el libro ha desaparecido y con eso desaparece la filosofía
y las humanidades y entramos en la era del archivo muerto, como si eso
fuera una maldición. Por fortuna parece que hoy no estamos en la
época del califa Omar, que se dio el lujo de quemar la biblioteca
de Alejandría. Ahora hay archivistas depositando, almacenando, y
mentes lúcidas haciendo valer ese erario cultural. En ese sentido
el libro es un medio más, cuyo futuro no sé ni me importa
tanto, porque la cultura siempre ha recurrido a algún medio para
preservarse, y si ese medio ahora es la cibernética, ¿qué
demonios importa eso? Lo importante es que ahora está fluyendo la
literatura, la cultura por otros medios.
-¿Qué se está haciendo desde la educación
ante este déficit de humanismo?
-La reflexión o el discurso sobre educación
está marcado por el instrumentalismo, la técnica y la economía.
Creo que no hay en este momento una verdadera reflexión pedagógica
sobre cómo hacer para formar seres humanos. Esa es la gran misión
de la filosofía de la educación, aunque no es la tónica
del momento.
-¿A quién o qué le corresponde entonces
restablecer la relación entre nuevas generaciones y humanismo?
-Tendrían que ser en parte las universidades. No
concibo una universidad en la que no estemos formando seres humanos. La
universidad debe ser el espacio donde fluya el humanismo, pero las políticas
ultraliberales -prefiero llamarles así que neoliberales- están
en contra de este principio, porque les interesa primordialmente la economía
y que la gente se integre a ésta como seres disciplinados, consumidores,
y la vida no se reduce a producir y consumir.
"Por otro lado, corresponde a las mentes lúcidas,
estén donde estén. Debe ser un debate cultural-social, en
el que las personas que tengan fundamentos para decir algo puedan hacerlo''.
-Menciona en su libro la quiebra de mecanismos para la
resolución de las tensiones entre civilidad y bestialidad. ¿Cuál
es el panorama que se vislumbra ahora que esos mecanismos están
rotos?
-Sloterdijk hace una apología de la brutalidad
cuando dice que humanismo y educación han fallado en este punto,
como si fuera un tema contemporáneo. Siempre ha existido un enfrentamiento,
un conflicto entre las tendencias a la bestialidad y a la civilidad. Uno
de los grandes logros éticos es proponer medios de contención
autónomos, humanos, que no se remitan ni a una religión ni
a un interés político.
''Lo que ahora enfrentamos es una quiebra de esos mecanismos
de contención: los proyectos político-ideológicos
están en quiebra, la ley contiene a duras penas, la moral está
en quiebra... Queda entonces buscar un nuevo humanismo, un rescate de la
dignidad humana con base en una autonomía moral. Recurrir a la capacidad
humana, a la prudencia, a la sensatez que Sloterdijk niega. ¿Por
qué no podemos exigir a nuestros políticos que sean sensatos,
prudentes? La vía que queda es la revolución personal''.