TOROS
Amargo despertar en la corrida número 16:
cartel poco atractivo, entrada simbólica
Toros de San Lucas con edad y trapío exhiben
el fraude de anteriores encierros cinqueños
Buena actuación de Manolo Mejía Empeñoso
Alfredo Lomelí Otra gamerada
LEONARDO PAEZ
Ante las declaraciones, un breve preámbulo tauro-globalizado:
otra prueba de lo "inmisericorde" que resulta para los países más
dependientes la globalización neoliberal, incluso en lo taurino,
es "la graciosa huida" emprendida por El Juli luego de su numerito
en el Angel.
Oficialmente
fue una "molestia en las cervicales" la que le impidió cumplir con
los compromisos de Venezuela y Jalisco. Que si esa molestia le aparece
antes de actuar en la México... Desde luego la globalización
"no tiene la culpa", sino los globalizonzos que, inseguros y especuladores,
entregan en los ambiciosos brazos de los vivos a los países
que ya no creen en sus propias causas, recursos ni posibilidades.
Y para "construir una globalización humanizada"
(sicazo que casi llega a Washington) hace falta que primero los
globalifílicos recuperen la fe en sí mismos y en sus
propios pueblos y dejen de confundir la subordinación sistemática
y la importación indiscriminada con el propio desarrollo.
¿En materia económica y comercial también
es irremediable que existan países productores de julis y
países importadores de éstos? Pues entonces ya nos fregamos,
y las legiones de julis en potencia que aquí tenemos acabarán
por irse al otro lado, de perdis a torear a la migra.
Vuelta a la realidad
Tras el sueño guajiro de dos festejos con una fiesta
de toros como de primer mundo -las faenas de El Zotoluco, Ponce
y El Juli, si bien con toros dizqueños, o sea dizque
cinqueños, a falta de alguna comprobación de la edad y las
astas-, despertar de nuevo a la realidad taurina de México, aficionada
a tres apellidos no a la fiesta de toros.
En la decimosexta corrida, que no decimoséptima,
como dice sin escrúpulo la publicidad de la suspendedora empresa,
se lidiaron reses del hierro jalisciense de San Lucas, cuyo ganadero hace
dos años enviara un encierro que por su pobre juego no obtuvo el
cartel.
Esta vez el criador envió seis ejemplares que evidenciaron
los problemas propios de la edad y el trapío reales, tanto en su
juego como en su cara y cornamenta, lo que por elemental comparación
evidenció el cuento de las corridas cinqueñas del
3 y 5 de febrero pasados
Destacaron por su toreabilidad los corridos en primero,
segundo y cuarto lugares, que sin empujar demasiado en varas ?desmontar
a un picador, más que prueba de bravura en la res muestra ineptitud
en el varilarguero? llegaron al tercio final con recorrido, permitiendo
el lucimiento de Manolo Mejía y de Alfredo Lomelí.
Mal, muy mal, las cuadrillas, bregando a los toros desde
el callejón y estrellándolos inmisericordes, y pasando en
falso con demasiada frecuencia al banderillear, pues ya se sabe que cuando
sale el toro, no su aproximación, subalternos y matadores sudan
la gota gorda. De ahí la demanda de novillotes de la ilusión
por parte de los llenaplazas.
Autoridad julera
Hay jueces de plaza a los que nomás no se les da
esto de impartir justicia y ejercer con buen criterio la autoridad. Dadivosos
y acomplejados con los ases de fuera y con algunos de los que por aquí
todavía figuran, se ponen un grotesco saco de rigoristas con los
toreros modestos. Tal es el caso de Manuel Gameros, quien con pinzas fue
reconvenido por la Comisión Taurina, luego de indultar un toro por
órdenes del matador Jorge Gutiérrez y de soltar apéndices
sin ton ni son.
La tarde de ayer, ufano y torpe, simplemente negó
la oreja que por mayoritaria petición solicitaba el escaso público
para Manolo Mejía, no sólo por su digna actuación
en los tres tercios y su inteligente trasteo al débil Cascabel,
sino por su fulminante estocada en buen sitio. Pero la vuelta que dio
Mejía, vale por muchas de las pueblerinas orejitas concedidas en
la temporada. Temple y mando había exhibido el de Tacuba con el
que abrió plaza. ¿Estará dispuesto a resurgir?
Los Alfredos ?Lomelí y Gutiérrez? fueron
enviados por la visionaria empresa a la cola de la larga fila de los toreros
sin administración. El primero, luego de haber toreado la friolera
de siete tardes el año pasado, consiguió en su lote algunas
tandas por ambos lados, y el segundo, que había cortado dos orejas
en la novena corrida, las devolvió al no poder con los deslucidos
sanluqueños que le tocaron.