ITACATE
Cristina Barros y Marco Buenrostro
Más allá de la frontera
UNA CLARA MUESTRA de que la cocina constituye uno de los
factores más importantes para la identidad de las comunidades humanas
es el hecho de que la mayoría de los más de 13 millones de
personas de origen mexicano que viven en Estados Unidos conservan sus costumbres
alimenticias. Este es el tema del libro Cocina de la familia, que
Marilyn Tausend, con la colaboración de Miguel Rávago, publicó
en inglés (Fireside, Nueva York, 1999).
DURANTE TRES AÑOS, la autora recorrió diversos
estados de su país, que concentran un número representativo
de familias de origen mexicano: Illinois, California, Florida, Colorado,
Nueva York, Arizona, Nuevo México, Washington, Oregon, Idaho, Michigan
y Texas. Los antepasados de algunas de estas familias vivían en
esos lugares desde la época colonial y se quedaron en ese territorio,
cuando Estados Unidos se lo anexó; otras emigraron por razones de
trabajo.
CON BASE EN entrevistas personales, Tausend reunió
más de 200 recetas y datos de interés, acerca del papel de
la cocina en la vida cotidiana. En el libro se describen las principales
técnicas e ingredientes, así como los utensilios de uso frecuente.
Menciona, por ejemplo, el molcajete. En alguna casa este mortero de diseño
prehispánico tenía ya varias generaciones en uso y superaba
cien años. Aunque se han adoptado algunas costumbres estadunidenses,
como el uso de la licuadora o del procesador de alimentos, muchas informantes
prefieren el molcajete, sobre todo en la elaboración de salsas,
pues las llevan a la mesa en ese mismo recipiente.
EN CADA RECETA la autora indica la correspondencia entre
el lugar de Estados Unidos en que fue recogida y el lugar de origen del
o la informante. Es el caso de esta salsa de aguacate, la receta proviene
de Elaine González de Northbrook, Illinois; su ciudad de origen
es el Distrito Federal.
Salsa de aguacate
SE PELAN Y lavan seis tomates verdes; se ponen a cocer
en agua con un poco de sal en una olla pequeña, con dos chiles serranos
o jalapeños picados en trozos grandes. Se hierven a fuego medio,
hasta que los chiles están cocidos y los tomates cambian de color
(cerca de 10 minutos). Se cuelan reservando un cuarto de taza de líquido.
Se muelen en la licuadora con esta agua, los tomates, los chiles y media
cebolla partida en trozos chicos hasta que se forma una pasta.
SE AGREGA LA pulpa de dos aguacates maduros pero firmes,
media taza de hojas de cilantro previamente lavadas y picadas y cerca de
media cucharadita de sal; se le da una molida rápida para que la
pasta quede apenas molida. Se prueba y se calcula la sal. Se sirve de inmediato
poniéndole unas hojas de cilantro picado por encima; si se guarda,
será por no más de una hora, cubriendo el recipiente con
plástico muy pegado a la superficie de la salsa para evitar la oxidación.