El saxofonista y su cuarteto ofrecen hoy un
concierto en el teatro Metropólitan
El jazz pervive porque se mantiene el contacto con
sus antecesores: Marsalis
Sin Coltrane, Sonny, Rollings o Colleman, nuestra generación
no existiría, dice el músico
PABLO ESPINOSA
El jazz pervive -reflexiona Brandford Marsalis- porque
"nadie, al menos no en mi generación, ha perdido el contacto con
sus ancestros, con sus antecesores, sus padres musicales. Eso se llama
tradición".
Bradford Marsalis nació el 26 de agosto de 1960
en Nueva Orleans. Sus padres, Delores y Elis Marsalis, educaron a sus seis
hijos en los más altos valores, entre ellos el sentido de la música.
Cinco Marsalis, músicos de niveles de ejecución estratosféricos,
sapiencia formidable y sentido del sonido similar al de los dioses, suelen
asombrar al mundo cuando ocurren encuentros cercanos del quinto tipo: Wynton,
Delfeayo, Jason, Brandford y Elis, todo un dream team. Wynton a
la trompeta, Delfeayo en el trombón, Jason en bataca, Brandford
en sax y el papá de los pollitos, Elis, en el piano.
Sabio conductor de talentos
Además
de nombre de monarca, Elis Marsalis tiene entre sus haberes el ser considerado
figura máxima en distintos campos: como jazz man, pianista, maestro
y sabio conductor de talentos. Mientras a Wynton lo hizo héroe con
trompeta, a Brandford intentó incrustarlo en el área de las
sinfónicas, en las salas de concierto, en el área de alientos-madera.
Pero el dulce veneno del jazz no podía evitarlo, así que
el primer instrumento que puso en manos y labios del niño Brandford
fue un clarinete, con la idea de más adelante, si el chavito se
emocionaba lo suficiente con la ilusión de ser solista de orquesta
sinfónica, le pondría un oboe, o en su caso un fagot en encomienda
La decisión final quedó en sax tenor, con
derivaciones a soprano, no sin antes un último reparo de parte del
maestro y padre Elis Marsalis: ¿por qué no intentas -dijo-el
sax alto- El argumento sonaba mucho a Leopold Mozart: suele, solía
decir papá Marsalis, que en el mundo sólo hay tres grandes
del sax alto: Willie Smith, Johnny Hodges y Marshall Royal. No fue necesario
llenar ningún vacío: Brandford Marsalis es hoy por hoy, a
sus 42 años, uno de los grandes sax tenor de la historia entera.
Luego de militar en bandas estudiantiles, orquestas sinfónicas
y la legendaria orquesta de Art Blakey, con su hermano Wynton, el buen
Brandford debutó en ligas mayores cuando su hermano mayor formó
su hoy histórico quinteto. Su primer disco solista, Scenes in
the city, muestra las costuras de su talento al igual que la savia
de su árbol genealógico: Ornette Coleman, John Coltrane,
Charles Mingus. Su maestro Ron Carter, por cierto, apadrinó ese
disco primerizo y magistral acompañando casi todos los tracks
con los glissandi inconfundibles de su piccolo-bass.
El músico de Nueva Orleans habría de recorrer
y luengo y sinuoso camino: música de cine, música pop (el
exquisito llanto de tortugas con Sting), la cultura rock (con los maestrísimos
de Grateful Dead) y la mismísima música clásica. Ahora,
16 de abril de 2002 exactamente, el maestro Brandford Marsalis con su Cuarteto
bautizará con fuego el doctorado en jazz de México con un
concierto que se antoja histórico, en el teatro Metropólitan.
-De su relación con sus ancestros musicales, ¿cómo
opera esa lógica espiritual en el caso del blues?
-El blues es el padre espiritual de toda nuestra música,
pero mucha gente confunde la verdadera esencia del blues y por consecuencia
confunde la naturaleza del jazz, porque una cosa es establecer un discurso
musical coherente, con las notas correctas, puestas en su lugar, y otra
cosa muy distinta es el virtuosismo. Incluso grandes músicos, reconocidos
como tales, suelen incurrir en ese error. Por ejemplo, hay grandes trompetistas
que no necesariamente son grandes músicos, debido a esa confusión
entre el virtuosismo y la musicalidad. Los hay también quienes son
grandes músicos porque son técnicamente muy correctos, su
técnica instrumental es impecable, pero no necesariamente están
entendiendo lo que tocan: el blues, que es luego, en blues, que va más
allá del virtuosismo y de lo técnicamente correcto.
-Y en el caso de sus padres musicales Coltrane, Sonny
Rollings, Coleman ¿cómo es esa relación espiritual?
-Sin ellos, ninguno de nosotros estaría donde estamos.
Precisamente nuestro disco Footsteps of our fathers está
hecho para rendirles homenaje, para retribuirles. Prácticamente
toda mi generación le debe mucho a ellos, especialmente en la manera
en que saca provecho de lo que de otra forma solamente quedaría
como una mera habilidad técnica. Cuando la gente habla de Coltrane,
por ejemplo, siempre coincide en el valor de la habilidad técnica,
asombrosa en su caso, eso es lo que sale a relucir siempre, pero eso no
significa que hayamos comprendido cabalmente a Coltrane. El es mucho más
que habilidad técnica. En sus composiciones hay una manera de entender
el mundo que se manifiesta de distintas formas. Por ejemplo, hay un alto
contraste en piezas como Love supreme, que en las de ritmo lento
como Alabama, o bien la atmósfera de Giant steps,
Countdown, pieza con tal profusión de acordes que se requiere
de habilidades asombrosas. De manera que con mi Cuarteto decidimos pagar
tributo a nuestros padres musicales, gracias a quienes generaciones enteras
existimos musicalmente.
Pensamientos musicales
-¿Existe alguna inquietud generacional de rencontrar
raíces musicales?
-Por el contrario, nadie en mi generación por lo
menos ha perdido nunca el contacto con sus ancestros, con sus antecesores.
Eso se llama tradición. Y esa tradición se ha transmitido
de instrumento a instrumento de manera similar a como las tradiciones suelen
transmitirse de generación en generación. Nadie se ha negado
a la tradición, eso es lo que mantiene vivo al jazz. Lo podemos
ver claramente: Charlie Parker empezó tocando como Buster Smith.
Siguiendo ese procedimiento de análisis, podemos trazar genealogías.
Son los casos de Lester Young, Dizzy Gillespie, Louis Armstrong. Los grandes
músicos, no hay que olvidarlo, han crecido primero como individuos,
conectando el sentido de la tradición pero como individuos, de manera
que no sería razonable pensar siquiera en la posibilidad de una
sola manera de pensamiento musical. Hay tantos pensamientos musicales como
individuos.
-Su elección del sax, así como su elección
de Satie, Milhaud, Debussy y Ravel para grabarlos con la Orpheus Chamber
Orchestra, es una doble diatriba por el sax ¿a qué tipo de
oídos le podría parecer bastardo hoy en día un instrumento
tan noble como el sax?
-En el mundo clásico lo era, hasta que una serie
de compositores, entre ellos los franceses que mencionas, escribieron conciertos
para sax y orquesta. Antes de eso, el sax era mal visto en las orquestas
sinfónicas, no lo aceptaban ni como aliento-madera, entre los instrumentos
de caña, ni como aliento-metal. Simplemente no era querido, no era
admitido, a nadie le gustaba y nadie escribía para el sax. Era un
instrumento bastardo, hoy es casi lo contrario a eso.
-Llama la atención de entre ellos la Gimnopedia
de Satie, que no fue escrita para el sax.
-Lo que pasa es que cuando grabas un disco para algún
sello importante, siempre buscan incrementar las ventas, y te piden que
incluyas materiales que se aproximen al concepto de lo típicamente
aceptado, inclusive que lo puedan tararear. En este caso, a los productores
del disco que mencionas les pareció que la música de Debussy,
Milhaud e Ibert no era tan popular para nadie, así que tuve que
encontrar esta salida airosa, pues nadie puede negar la belleza de la música
de Satie.