Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 16 de abril de 2002
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Espectáculos
El saxofonista y su cuarteto ofrecen hoy un concierto en el teatro Metropólitan

El jazz pervive porque se mantiene el contacto con sus antecesores: Marsalis

Sin Coltrane, Sonny, Rollings o Colleman, nuestra generación no existiría, dice el músico

PABLO ESPINOSA

El jazz pervive -reflexiona Brandford Marsalis- porque "nadie, al menos no en mi generación, ha perdido el contacto con sus ancestros, con sus antecesores, sus padres musicales. Eso se llama tradición".

Bradford Marsalis nació el 26 de agosto de 1960 en Nueva Orleans. Sus padres, Delores y Elis Marsalis, educaron a sus seis hijos en los más altos valores, entre ellos el sentido de la música. Cinco Marsalis, músicos de niveles de ejecución estratosféricos, sapiencia formidable y sentido del sonido similar al de los dioses, suelen asombrar al mundo cuando ocurren encuentros cercanos del quinto tipo: Wynton, Delfeayo, Jason, Brandford y Elis, todo un dream team. Wynton a la trompeta, Delfeayo en el trombón, Jason en bataca, Brandford en sax y el papá de los pollitos, Elis, en el piano.

Sabio conductor de talentos

Además de nombre de monarca, Elis Marsalis tiene entre sus haberes el ser considerado figura máxima en distintos campos: como jazz man, pianista, maestro y sabio conductor de talentos. Mientras a Wynton lo hizo héroe con trompeta, a Brandford intentó incrustarlo en el área de las sinfónicas, en las salas de concierto, en el área de alientos-madera. Pero el dulce veneno del jazz no podía evitarlo, así que el primer instrumento que puso en manos y labios del niño Brandford fue un clarinete, con la idea de más adelante, si el chavito se emocionaba lo suficiente con la ilusión de ser solista de orquesta sinfónica, le pondría un oboe, o en su caso un fagot en encomienda

La decisión final quedó en sax tenor, con derivaciones a soprano, no sin antes un último reparo de parte del maestro y padre Elis Marsalis: ¿por qué no intentas -dijo-el sax alto- El argumento sonaba mucho a Leopold Mozart: suele, solía decir papá Marsalis, que en el mundo sólo hay tres grandes del sax alto: Willie Smith, Johnny Hodges y Marshall Royal. No fue necesario llenar ningún vacío: Brandford Marsalis es hoy por hoy, a sus 42 años, uno de los grandes sax tenor de la historia entera.

Luego de militar en bandas estudiantiles, orquestas sinfónicas y la legendaria orquesta de Art Blakey, con su hermano Wynton, el buen Brandford debutó en ligas mayores cuando su hermano mayor formó su hoy histórico quinteto. Su primer disco solista, Scenes in the city, muestra las costuras de su talento al igual que la savia de su árbol genealógico: Ornette Coleman, John Coltrane, Charles Mingus. Su maestro Ron Carter, por cierto, apadrinó ese disco primerizo y magistral acompañando casi todos los tracks con los glissandi inconfundibles de su piccolo-bass.

El músico de Nueva Orleans habría de recorrer y luengo y sinuoso camino: música de cine, música pop (el exquisito llanto de tortugas con Sting), la cultura rock (con los maestrísimos de Grateful Dead) y la mismísima música clásica. Ahora, 16 de abril de 2002 exactamente, el maestro Brandford Marsalis con su Cuarteto bautizará con fuego el doctorado en jazz de México con un concierto que se antoja histórico, en el teatro Metropólitan.

-De su relación con sus ancestros musicales, ¿cómo opera esa lógica espiritual en el caso del blues?

-El blues es el padre espiritual de toda nuestra música, pero mucha gente confunde la verdadera esencia del blues y por consecuencia confunde la naturaleza del jazz, porque una cosa es establecer un discurso musical coherente, con las notas correctas, puestas en su lugar, y otra cosa muy distinta es el virtuosismo. Incluso grandes músicos, reconocidos como tales, suelen incurrir en ese error. Por ejemplo, hay grandes trompetistas que no necesariamente son grandes músicos, debido a esa confusión entre el virtuosismo y la musicalidad. Los hay también quienes son grandes músicos porque son técnicamente muy correctos, su técnica instrumental es impecable, pero no necesariamente están entendiendo lo que tocan: el blues, que es luego, en blues, que va más allá del virtuosismo y de lo técnicamente correcto.

-Y en el caso de sus padres musicales Coltrane, Sonny Rollings, Coleman ¿cómo es esa relación espiritual?

-Sin ellos, ninguno de nosotros estaría donde estamos. Precisamente nuestro disco Footsteps of our fathers está hecho para rendirles homenaje, para retribuirles. Prácticamente toda mi generación le debe mucho a ellos, especialmente en la manera en que saca provecho de lo que de otra forma solamente quedaría como una mera habilidad técnica. Cuando la gente habla de Coltrane, por ejemplo, siempre coincide en el valor de la habilidad técnica, asombrosa en su caso, eso es lo que sale a relucir siempre, pero eso no significa que hayamos comprendido cabalmente a Coltrane. El es mucho más que habilidad técnica. En sus composiciones hay una manera de entender el mundo que se manifiesta de distintas formas. Por ejemplo, hay un alto contraste en piezas como Love supreme, que en las de ritmo lento como Alabama, o bien la atmósfera de Giant steps, Countdown, pieza con tal profusión de acordes que se requiere de habilidades asombrosas. De manera que con mi Cuarteto decidimos pagar tributo a nuestros padres musicales, gracias a quienes generaciones enteras existimos musicalmente.

Pensamientos musicales

-¿Existe alguna inquietud generacional de rencontrar raíces musicales?

-Por el contrario, nadie en mi generación por lo menos ha perdido nunca el contacto con sus ancestros, con sus antecesores. Eso se llama tradición. Y esa tradición se ha transmitido de instrumento a instrumento de manera similar a como las tradiciones suelen transmitirse de generación en generación. Nadie se ha negado a la tradición, eso es lo que mantiene vivo al jazz. Lo podemos ver claramente: Charlie Parker empezó tocando como Buster Smith. Siguiendo ese procedimiento de análisis, podemos trazar genealogías. Son los casos de Lester Young, Dizzy Gillespie, Louis Armstrong. Los grandes músicos, no hay que olvidarlo, han crecido primero como individuos, conectando el sentido de la tradición pero como individuos, de manera que no sería razonable pensar siquiera en la posibilidad de una sola manera de pensamiento musical. Hay tantos pensamientos musicales como individuos.

-Su elección del sax, así como su elección de Satie, Milhaud, Debussy y Ravel para grabarlos con la Orpheus Chamber Orchestra, es una doble diatriba por el sax ¿a qué tipo de oídos le podría parecer bastardo hoy en día un instrumento tan noble como el sax?

-En el mundo clásico lo era, hasta que una serie de compositores, entre ellos los franceses que mencionas, escribieron conciertos para sax y orquesta. Antes de eso, el sax era mal visto en las orquestas sinfónicas, no lo aceptaban ni como aliento-madera, entre los instrumentos de caña, ni como aliento-metal. Simplemente no era querido, no era admitido, a nadie le gustaba y nadie escribía para el sax. Era un instrumento bastardo, hoy es casi lo contrario a eso.

-Llama la atención de entre ellos la Gimnopedia de Satie, que no fue escrita para el sax.

-Lo que pasa es que cuando grabas un disco para algún sello importante, siempre buscan incrementar las ventas, y te piden que incluyas materiales que se aproximen al concepto de lo típicamente aceptado, inclusive que lo puedan tararear. En este caso, a los productores del disco que mencionas les pareció que la música de Debussy, Milhaud e Ibert no era tan popular para nadie, así que tuve que encontrar esta salida airosa, pues nadie puede negar la belleza de la música de Satie.

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