El gobierno asegura que la epidemia en México "está concentrada y se estabiliza"
Contra el sida, ni 1% del gasto oficial para el rescate bancario
La reducción al presupuesto para la salud afectará el de por sí escaso monto en medicamentos
JENARO VILLAMIL
A dos décadas de que se tuviera conocimiento de la primera muerte de un mexicano por el virus de inmunodeficiencia hu-mana (VIH-sida), el gobierno federal no le destina al combate de ese mal ni uno por ciento de los 22 mil millones de dólares que ha erogado del presupuesto federal al rescate financiero de la banca privada desde 1995, y se presume que la actual reducción del gasto impactará, sobre todo, en el suministro de medicamentos para las aproximadamente 46 mil personas registradas oficialmente que viven con el virus.
El gasto total en México, privado y público, para combatir la epidemia, apenas representa 0.55 por ciento de los recursos que se invierten en salud. En tanto, el monto de recursos públicos contra el VIH-sida es sólo 1.01 por ciento del total aplicado en el presupuesto para el sector, según el estudio Flujos de financiamiento y gasto en VIH/sida.
Pese a que esta epidemia es considerada la tercera causa de muerte entre los varones y las mujeres jóvenes de 25 a 35 años de edad, los diagnósticos oficiales insisten en minimizar el impacto y la progresión de la enfermedad.
Por ejemplo, el Programa de Acción para la Prevención y Control del VIH-sida 2001-2006 dice que es una epidemia "concentrada" y a partir de 1995 "muestra una aparente tendencia hacia la estabilización".
No obstante, otros registros señalan que hay una diseminación de la enfermedad hacia las zonas rurales y existe un serio problema de subregistro de las personas que viven con el virus. Se estima que hay entre 116 mil y 177 mil personas infectadas, es decir, casi cuatro veces más que los registros oficiales.
Lo más dramático es que aun reconociendo al VIH-sida como un problema de salud pública, el Estado mexicano no ha destinado ni siquiera uno por ciento de los 22 mil millones de dólares que se le han dado a los banqueros, según los propios datos de la Secretaría de Hacienda.
Por ejemplo, entre 1997 y 1998 el Estado gastó un total de 120 millones de dólares en la atención a personas seropositivas, siendo la compra de medicamentos un porcentaje significativo de este gasto, ya que todo el sector salud atiende a un total de 22 mil personas en esa condición con suministro de medicamentos.
Para este año es previsible que los recortes en el presupuesto -2 mil millones de pesos menos sólo para el Seguro Social- disminuirán sustancialmente los recursos para combatir el sida.
La política pública en suministro de fármacos tiende a volverse restrictiva. Por lo menos en el documento Propuesta para abatir el desabasto de antirretrovirales, el doctor Luis Enrique Soto recomienda: "Debemos buscar dar tratamiento a todos los pacientes que lo ameriten".
Las recomendaciones de tratamiento del doctor Soto mencionan preferentemente los medicamentos de la compañía Merck Sharp, que redujo los precios de sus dos antirretrovirales hasta 80 por ciento. Sin embargo, estos fármacos representan la mitad de los 16 inhibidores que se requieren para un tratamiento con diversidad de opciones.
Repliegue en la prevención
El gobierno también ha disminuido los recursos destinados a la prevención. En 1997 este rubro representó 38.1 por ciento del gasto total, pero para 2000 esta proporción fue de 24.4 por ciento. Si bien aumentaron los gastos en tratamiento (de 55.2 por ciento se aumentó a cerca de 64), la prevención se ha dejado como un objetivo menor.
De acuerdo con el programa de acción de este sexenio, hay que apostarle cada vez más a "las redes que faciliten el apoyo social y financiero para satisfacer necesidades básicas como alojamiento, despensa, atención domiciliaria y servicios funerarios". En otras palabras, se le apuesta más a la filantropía que a los recursos públicos.
El mismo documento subraya que "se ha demostrado que la utilización de anticonceptivos y condones es más constante si esta información se recibe antes de la primera relación sexual, es decir, en la preadolescencia, además de que no promueve el inicio más temprano de las relaciones sexuales", contra lo que han opinado la Iglesia católica y las agrupaciones afines de padres de familia y de organizaciones religiosas que se han opuesto a las campañas de uso del condón.
Sin embargo, en este gobierno no se ha establecido ninguna estrategia nacional de prevención que incluya una campaña para promover el uso del condón. A cambio, se concluye que en México la epidemia "se encuentra concentrada en algunos grupos" y ante esto se requieren "estrategias focalizadas" a grupos con prácticas de riesgo y mayor vulnerabilidad, tales como "mujeres, jóvenes, hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), poblaciones móviles (sic), indígenas, trabajadoras y trabajadores del sexo comercial y personas privadas de su libertad".
Los propios resultados de la Evaluación de la campaña de prevención del VIH-sida, documento elaborado por Conasida y la Secretaría de Salud (Ssa), documentan la gravedad de la falta de uso del condón: 30 por ciento de los escolares encuestados aceptaron haber tenido relaciones sexuales, pero sólo 60 por ciento han usado el preservativo "alguna vez"; 46 por ciento de los adolescentes no escolarizados encuestados han tenido relaciones sexuales y sólo 51 por ciento usó condón "alguna vez".
Pero se reconoce que en México sólo se usan "de 2 a 3 por ciento de los condones que se requieren", según el estudio Prevención de la infección del VIH en poblaciones de mayor riesgo y vulnerabilidad, elaborado como propuesta para el Banco Mundial, en 2000, por Conasida.
Los hogares gastan más que el gobierno y las ONG
El estudio sobre los flujos de financiamiento y gastos en VIH-sida, elaborado por un grupo interdisciplinario de investigadores encabezado por José Antonio Izazola Licea, dice que los hogares gastan más porcentualmente que el gobierno al enfrentar una epidemia clasificada como emergencia de salud pública.
Mientras el porcentaje del gasto público en sida representó 1.01 por ciento del gasto público total en salud en 2000, los hogares aumentaron este porcentaje de 8.95 por ciento en 1999 a 10.85 en 2000.
El estudio señala que en el caso de las fuentes privadas, el gasto principal lo tienen los hogares mediante el pago directo o de los llamados gastos de bolsillo y/o inclusive en el pago por cuotas de recuperación a las instituciones que conforman la Ssa.
"Otra fuente privada son las instituciones privadas sin fines de lucro (ONG), las cuales reciben financiamiento de organismos internacionales y en algunos casos también de la Ssa". Estas fuentes también han disminuido en casi 3 puntos porcentuales, ubicándose en 9.49 por ciento.
"El principal factor de este cambio es la disminución de la contribución de las ONG. Las aportaciones internacionales aún son marginales al compararlas con las otras dos fuentes, representando sólo 0.2 por ciento; un estudio previo para 1995 las ubicaba en uno por ciento".
Otro documento, elaborado en 2000 por Conasida, evalúa el trabajo de las organizaciones no gubernamentales de otra manera, y subraya que "ha disminuido la presión política" de ellas.
"Durante los 17 años del sida en México se han desarrollado e involucrado más de un centenar de ONG, principalmente en las zonas urbanas... En los últimos años, las relaciones de ellas con el gobierno sostienen equilibrios diversos que oscilan entre los discursos respetuosos y la colaboración, con articulaciones parciales en acciones, quedando pendiente una planeación estratégica nacional que oriente y focalice políticas, servicios e intervenciones de autoridades y de sociedad civil", se subraya.