ASTILLERO
Julio Hernández López
LUEGO DE LOS COSCORRONES radiofónicos de la semana pasada, esta columna ha recibido variopintos regalos: en primer lugar, la innecesaria pero siempre satisfactoria y agradecible solidaridad de lectores que valoran positivamente el trabajo cotidiano aquí hecho; en segundo término, la oportunidad de confirmar el sano criterio periodístico de José Cárdenas, quien con amabilidad y decoro reiteró sus críticas hacia esta sección y abrió los micrófonos de Multivisión para que el tecleador soltara de su maltratado pecho otros petardos igualmente incómodos; y, en tercer lugar, una disculpa pública insólita, pues se dio a causa de algo presuntamente no sucedido, y un breviario periodístico, ambas cosas dedicadas personalmente por un autodesignado maestro en el oficio.
CARDENAS RETOMO EL ASUNTO así la noche del lunes pasado, en el noticiero radiofónico que conduce: "Le quiero agradecer muchísimo a Julio Hernández López que sea tan gentil, y tan paciente, y tan prudente, de tomarme la llamada después de lo que dije de su columna. ƑQué dije de su columna? Bueno, pues, entre otros petardos, dije que era una columna espesa, que era una columna que no me gustaba, que atentaba contra lo más racional de la crítica política y que no me gustaba. Y, bueno, lo dije públicamente, y me pareció un abuso de mi parte haberlo dicho sin la posibilidad de poder escuchar la respuesta de Julio Hernández López (...) Todo eso a cuento porque Julio se aventó el jueves unas críticas muy fuertes contra el Presidente de la República, contra su esposa, y yo decía que me parecía ligero, que los periodistas teníamos que ser responsables, no solamente disfrutar de la libertad de expresión, sino también ser más profesionales en ese sentido, y critiqué abiertamente a Julio. Como no soy un hipócrita, y por supuesto conozco a Julio, le agradezco mucho que nos tome la llamada esta tarde... Bien, pues saludándote, y ya viste de qué manera..."
LUEGO QUE EL SUSODICHO tecleador petardero hubo disparado choros suficientes como para, en venganza divina, reducir al ínfimo el volumen de audiencia del citado noticiero, Cárdenas mencionó: "Estábamos muy calientes esa tarde, platicando y analizando la libertad de expresión, los límites y responsabilidades de los periodistas, y saliste a cuento porque ese día, y perdóname, Julio, con todo el cariño y el respeto, ese día tu columna no me gustó, me pareció un exceso, un exceso, un abuso, pues, de planteamientos sin fundamento mayor, Ƒme explico? Así la percibí yo en mi ignorancia, en mi ceguera, o como lo quieras ver, pero así lo dije, y lo expresé, y no me pareció justo haberlo hecho sin que tú tuvieras, como siempre, tú y yo nos conocemos desde hace años... y si tuvieras la oportunidad de, no digo de defenderte, porque no te estaba yo atacando, pero sí de contestar, y defender tu trabajo profesional con el que muchos podemos no estar de acuerdo...". No se diga ni se escriba más sobre el asunto: el presunto irresponsable de esta sección agradece a Cárdenas la altura profesional con que trató el tema, y coincide en la necesidad de ahondar en el papel de los medios y los periodistas.
YA IBA ESTE JIBARITO loco de contento para su ciudad, cuando topose con una columna firmada por Carlos Marín, director de Milenio, en la que se reprodujeron y comentaron los párrafos de Astillero dedicados un día atrás al asunto. Se dibuja allí a este tecleador como alguien que "saltó ayer a un escenario imaginario, para dar una batalla innecesaria, dejando abierto un flanco vulnerable". Como recordará quien no tenga mejor cosa que hacer, este calumnista (con a, desde luego) había notificado que su nombre y el de Astillero "aparecieron mencionados en términos muy negativos en el curso de un extraño y lamentable alegato habido esa noche en el programa que conduce José Cárdenas". Marín sentenció, al respecto: "Ni el nombre ni el contenido de la columna de Julio Hernández figuraron en la plática de locos que sostuvieron Cárdenas, Arreola y Marín". Este tecleador ofrece una prueba grabada en contrario:
José Cárdenas: Esto en el fondo no es más que un debate sobre algo que estábamos platicando aquí, sobre la responsabilidad de los periodistas (...) porque hablábamos de la columna de Julio Hernández López, de La Jornada, en donde hoy soltó una cantidad de petardos contra el Presidente, contra su esposa, con una libertad y una ligereza, y hoy por hoy esta columna era detestable, y si hay libertad, lo decimos...
Carlos Marín: Yo no he leído a Julio, pero si me permites (...) me parece que el trabajo de los periodistas es el material periodístico, los acontecimientos, los sujetos particularmente del poder, y destripar la realidad de las lacras, de las torpezas, de las derrapadas del poder...
(Una voz que presumiblemente sería la de Federico Arreola): Pero hay que tener cuidado con la calumnia...
Marín: No estoy hablando ahorita de ningún texto de nadie donde se haya calumniado a nadie...
Así es que, Ƒ"ni el nombre ni el contenido de la columna de Julio Hernández figuraron en la plática de locos?".
NO ES ESA LA UNICA perla del día. Dado que este columnista denunció que en una sección anónima, a su cargo, se escribe sin ética periodística y al amparo de presuntos trascendidos, Marín sentenció: "Efectivamente, en Trascendió se citó aquella columna de Julio Hernández" (la referida a los viajes finsemaneros del canciller Castañeda) "quien sabe, o debiera saber, que las intimidades llevadas al público a través de su oficio justifican el calificativo (metafórico, pero descriptivo y, sobre todo, irrebatible) de 'prensa carroñera". Explica luego el maestro de periodismo que "la señora Adela Micha no es funcionaria pública, y por lo tanto debió reservarse el nombre"; que la versión de los viajes del canciller ("colgada de versiones de otras publicaciones") no se pudo comprobar posteriormente; que Jorge G. Castañeda, por su condición de secretario de Estado, "no puede dejar de ser custodiado por el Estado Mayor Presidencial", "así fuese que viajara para su propia satisfacción"; que es "un golpe bajo, por falaz" el trascendido de que la defensa del canciller fuera por arreglos económicos con Tlatelolco; y, finalmente, que este tecleador debía "admitir con franqueza que quiso tratar un asunto privado" cuando reportó las notas publicadas en el sureste sobre el viaje del canciller a playas de Quintana Roo.
Y, LUEGO DE ALGUNAS otras clases de este periodismo trascendente, el estimado Marín cierra ofreciendo "una disculpa pública por algo que no sucedió; la grabación completa del programa de Cárdenas" y una anécdota de René Arteaga que decía, "Cuando te mienten la madre, checa la fuente, no vaya a resultar una volada". Del mismo Arteaga se dice que tenía, además, otra máxima: "Chayo (es decir, soborno: explicación para quienes no sean expertos en periodismo de trascendidos) que no te corrompa, acéptalo". Son aceptadas, pues, las disculpas etéreas de Marín, y ojalá no volvamos a robarle espacio a nuestros medios con nuestras reyertas menores. Y se saluda con reconocimiento la calidad de José Cárdenas, quien reconoció y reiteró sus críticas y no las disfrazó de acomodaticias clases de periodismo.
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