Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 24 de julio de 2002
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Política

Carlos Martínez García

Los indios que no son Juan Diego

No se identifican con el que para la Iglesia católica es el evangelizador indio por excelencia, tampoco se sienten representados por la imagen españolizada oficial que de él ha hecho el Episcopado mexicano. Son indios pero no tienen a Juan Diego como uno de sus iconos, ni están emocionados por la canonización que tendrá lugar la próxima semana. Nos referimos a un amplio sector de los indios mexicanos que tienen otra identidad religiosa, distinta a la que busca aparecer como única y predominante entre la población indígena de nuestro país.

Con un reconocimiento un poco tardío, nada más de 500 años, de que en su seno han sido marginados los indios, mediante la santificación de Juan Diego la Iglesia católica pretende darles el lugar que se merecen dentro de ella los pobladores originales de estas tierras. Pero el acto es más una maniobra de mestizos y criollos que demanda indígena.

En la canonización fast track hubo prestidigitación para forzar evidencias y cabildeos más propios del mundo político que de las cosas supuestamente sagradas. Pero como sea, quienes buscaron llevarlo a los altares lograron su objetivo: ubicarlo en el santoral católico romano. Más difícil será que la población india se apropie de Juan Diego y lo tenga como máximo ejemplo de religiosidad y modelo a seguir en la vida cotidiana. Si entre los indígenas que se reconocen católicos el proceso será sinuoso, entre los altos porcentajes de quienes ya tienen otra confesión religiosa la operación no tiene futuro.

Los datos duros, ésos que frecuentemente dicen otra cosa que las imágenes generalizadas, muestran que entre más rural e india es una población el porcentaje de católicos es menor al de zonas urbanizadas y con mejores indicadores de calidad de vida. Así lo concluye uno cuando coteja las cifras del Censo General de Población y Vivienda de 2000. Son los estados con mayor proporción de habitantes indígenas los que presentan mayores índices de descatolización, si se les compara con las entidades preponderantemente urbanas. Oaxaca y Chiapas, estados con los mayores porcentajes de población india, tienen números de pobladores que se reconocen protestantes-evangélicos que superan ampliamente la media nacional. En Chiapas existen municipios predominantemente indios donde menos de 50 por ciento es católico. Es el caso de Sabanilla, Salto de Agua, Tumbalá, Amatán, Chalchihuitán, Chenalhó, Mitontic, Simojovel, Altamirano, Chanal, Ocosingo, Oxchuc y Tenejapa. Y los casos donde el catolicismo rebasa por poco a los otros credos son muchos más, pero de seguir la dinámica de crecimiento de las religiones distintas al catolicismo no será difícil que éste aglutine menos de la mitad de la población en variados municipios choles, tzotziles, tojolabales y tzeltales.

En la zona maya de México se concentran los mayores porcentajes de población evangélica de todo México. Aunque en menor escala, en otras partes del país con importantes números de indígenas las propuestas religiosas de corte pentecostal son bien recibidas por sectores que al hacerlo confrontan a la tradición y sus representantes. Luego entonces, creo que debiera quedarnos claro algo que las campañas publicitarias de estos días ignoran, o sabiéndolo pretenden invisibilizarlo: el mundo indígena se encuentra en un proceso de diversificación religiosa que no tiene igual en ningún otro sector de la sociedad mexicana.

Mientras, por una parte, la Iglesia católica eleva a un indio a calidad de santo con el fin de presentárselo a los indígenas como uno de ellos y así ampliar su presencia en las culturas que olvidó atender eclesialmente tanto tiempo, por la otra los indios optan por involucrarse en credos donde ellos y ellas tienen en sus manos la dirección y son los principales actores de su expansión. Todo esto sucede con mucho menos rimbombancia que la levantada por las cúpulas clericales católicas, y la gran ayuda de los medios electrónicos, en torno a la canonización.

La santificación del indio hecho a imagen y semejanza de los propósitos evangelizadores católicos es más una fiesta mediática impulsada por los hombres de negro (color usual de las sotanas) que celebración india largamente esperada. Por su parte, los indios que no son Juan Diego construyen por sí mismos otras referencias religiosas, ya sea dentro del mismo catolicismo -como en el caso del movimiento catequístico que se da entre los tzotziles y tzeltales de Chiapas- o en otras expresiones de fe como en el protestantismo evangélico, que en el caso de los tzeltales tendrá una gran fiesta el próximo 16 de agosto. Ese día se hará la entrega, dentro de un servicio religioso, de la Biblia en tzeltal de Oxchuc. Los organizadores esperan miles de asistentes; a la pequeña multitud no la acompañará una transmisión televisiva de alcances nacionales. Pero la resonancia del acto va a ser muy intensa entre los indios y las indias de la región.

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