Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 24 de julio de 2002
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Economía

Alejandro Nadal

La nueva era nuclear

Los últimos años han disipado cualquier ilusión sobre la reducción de armamentos nucleares que seguiría el final de la guerra fría. El Tratado de Moscú, firmado en mayo, dio el tiro de gracia a estas expectativas, al perpetuar el papel de los armamentos nucleares en un sistema internacional basado en relaciones de dominación.

Pero el Tratado de Moscú no es un hecho aislado. Se inscribe en el contexto de una serie de acontecimientos que definen la nueva era nuclear.

El 15 de junio Estados Unidos se retiró del Tratado ABM (firmado en 1972) que prohibía el emplazamiento de una defensa antimisiles. Ahora Estados Unidos está empecinado en construir un rudimentario sistema de defensa antimisiles para 2004.

Al día siguiente Rusia denunció el tratado Start II que limitaba a 3 mil 500 cabezas nucleares el arsenal de cada potencia. En realidad ese gesto es un desplante vacío porque el Start II nunca estuvo vigente y el nuevo límite (2 mil 200 para cada potencia) es el del Tratado de Moscú. Pero como dicho tratado no contiene un calendario ni restringe la composición de los arsenales, los rusos colocarán más cabezas múltiples en un número menor de misiles. Para reducir su vulnerabilidad serán mantenidos en un estado de alerta superior al normal, lo que contribuye a la inestabilidad y a una posible guerra nuclear accidental.

Al igual que Estados Unidos, Rusia mantiene sus fuerzas nucleares en estado de alerta para poder usarlas en caso de ser atacada primero. Si los sistemas de control rusos se siguen deteriorando, aumentará la probabilidad de un lanzamiento de misiles por accidente.

Todo eso se agrava con el retiro de Estados Unidos del Tratado ABM. Aunque los estadunidenses afirman que su sistema defensivo es para contrarrestar ataques desde Irak o Corea del Norte, una parte de dicha defensa serviría contra misiles rusos. Parte del sistema estará en Alaska, cubriendo el corredor que seguirían misiles rusos en una trayectoria hacia blancos en Estados Unidos. Si los rusos piensan que sus misiles serían incapaces de penetrar esa línea de defensa estadunidense, tendrán más incentivos para mantenerlos en alerta máxima todo el tiempo.

En los últimos dos años el presupuesto militar estadunidense aumentó vertiginosamente y para 2003 será de 396 mil millones de dólares, más de lo que gastan los 25 países de mayor presencia militar en el planeta. Aunque el gasto militar total mundial disminuyó de 1.2 billones de dólares a 812 mil millones entre 1985 y 2000, la participación del gasto militar estadunidense aumentó en total de 31 por ciento a 36 por ciento en ese periodo.

En el año 400 dC, Flavio Renato escribió en De re militarus una sentencia clásica: Qui desiderat pacem, praeparet bellum (Quien quiera la paz, que se prepare para la guerra). Y los estadunidenses parecen seguirla al pie de la letra. Pero, Ƒpara qué clase de guerra se prepara Estados Unidos?

Este año el Pentágono concluyó la revisión de la postura nuclear (NPR por sus siglas en inglés), favoreciendo la flexibilidad en la selección de opciones para el uso de armas nucleares cuando más países posean armas de destrucción masiva. Pero eso requiere nuevas pruebas nucleares y el Pentágono desea iniciarlas próximamente. Esto es posible porque el Tratado de prohibición total de pruebas nucleares (CTBT por sus siglas en inglés), fue rechazado por Estados Unidos.

El CTBT fue uno de los objetivos diplomáticos más importantes durante cuarenta años, pero sólo hasta 1996 fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas y las cinco potencias nucleares originales. Pero el Senado estadunidense se negó a ratificarlo en 1999. Lo grave es que para entrar en vigor el CTBT necesita que 44 países específicos, entre ellos Estados Unidos, lo ratifiquen. Así que a la fecha no existe un tratado vigente de prohibición total de pruebas nucleares.

La nueva postura nuclear del país vecino está orientada a enfrentar las amenazas que surgirán cuando se rompa por completo el régimen de no proliferación. Pero es precisamente Estados Unidos quien contribuye activamente al deterioro de dicho régimen, tanto de armas nucleares, como químicas y biológicas. No hay que olvidar que este año rechazó el Protocolo de verificación sobre armas biológicas que llevaba diez años negociándose y había sido aprobado por los principales aliados de Estados Unidos.

Por el cinismo de sus actos, las dos potencias promueven la proliferación de las armas de destrucción masiva. Cuando fatalmente se cumpla esto que parece una profecía del Pentágono, las consecuencias serán para todos.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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