Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 24 de julio de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Contra

Medio siglo sin Evita

La llamada abanderada de los humildes, icono del siglo XX, aún genera polémicas

DPA

Buenos Aires, 23 de julio. La vida de Evita encendió una polémica en la sociedad argentina que hoy, a 50 años de su muerte, mantiene vigentes sentimientos encontrados debido a la intuición política, la pasión y las contradicciones de quien fuera la "abanderada de los humildes".

EVITA-2 Venerada por las masas trabajadoras y denostada por la burguesía y parte de la clase media, la figura de Evita trascendió su actividad política junto a Juan Domingo Perón, para convertirse en un mito del siglo XX.

En su corta vida, de sólo 33 años, hizo realidad el sueño de pasar de niña humilde a mujer poderosa. Rompió con los esquemas conservadores de su época desde adolescente, cuando se fue sola a vivir a Buenos Aires, y más tarde convivió con un oficial de alto rango del ejército, viudo y 24 años mayor que ella, que poco tiempo después llegaría a presidente.

La hija "natural"

Eva Duarte nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, y fue anotada en los registros como hija "natural", no reconocida por su padre.

En su adolescencia fue a probar suerte como actriz a la capital argentina, donde pasó momentos duros hasta empezar a trascender en radioteatros y el cine, en parte respaldada, según historiadores, por importantes figuras de la escena política.

Las versiones sobre cómo conoció a Juan Domingo Perón coinciden en que fue cuando el entonces secretario de Trabajo y Previsión Social del gobierno de facto -que un año antes había derrocado al presidente Ramón Castillo- organizó en enero de 1944 un festival artístico a beneficio de las víctimas de un terremoto.

"Aquel fue el día maravilloso", narró ella en su libro La razón de mi vida. Poco después ambos ya protagonizaban una historia de amor que cambiaría la forma de hacer política en Argentina.

La popularidad de Perón, ascendido a ministro de Guerra y luego a vicepresidente, creció entre las clases trabajadoras hasta que un grupo de militares pidió su salida del poder y fue encarcelado en la isla Martín García.

El 17 de octubre de 1945, un gigantesco movimiento popular reclamó su liberación y mientras algunas versiones afirman que Evita recorrió fábricas, sindicatos y barrios populares para sacar a los obreros a las calles, otras fuentes señalan que clamó desesperada a las autoridades por su libertad.

Poco después se casaron y en 1946 Perón fue elegido presidente por el voto popular. Fue entonces cuando la figura de Eva Duarte comenzó a cobrar protagonismo.

Ejerció su rol de esposa del mandatario de forma nada convencional. Con pasión y coraje se volcó a la acción social, a la vez que destinó su intuición y su carácter autoritario a las gestiones con los sectores sindicales ante el Ministerio de Trabajo.

"Cuando yo quiero expresar mi amor de mujer -y quiero expresárselo permanentemente a Perón- no encuentro una manera más pura ni más grande que la de ofrendar un poco de vida, quemándola por amor a sus descamisados (obreros)", dijo Evita en esos años.

Según el historiador Santiago Senén, el Ministerio de Trabajo era para el general Perón "estratégico en su política social y necesario en el empeño de mantener el poder". Agrega: "Eran los descamisados la fuente de un liderazgo que él mismo había construido, y no era propio entonces entregar esa misión a otro que la utilizara para sus intereses personales, necesitaba alguien de confianza".

La lucha de Evita contra la injusticia y el dolor ajeno la unió más a Perón. "De distinta manera los dos habíamos deseado hacer lo mismo: él sabiendo bien lo que quería hacer, yo por sólo presentirlo; él preparado para la lucha, yo dispuesta a todo sin saber nada; él culto y yo sencilla; él enorme y yo pequeña; él maestro y yo alumna."

Fue llamada "abanderada de los humildes", "dama de la esperanza", "mártir del trabajo", "vicepresidenta honoraria" y "jefa espiritual de la nación", mientras llegaba a la cumbre de la idolatría popular y se apropiaba del ideario nacionalista con un sentido en parte "intolerante" de la democracia.

Sus enemigos políticos la acusaban en tanto de "sectaria" y de "crear y acrecentar" rencores. "Sí, soy sectaria, pero Ƒpodrá negarse a los trabajadores el humilde privilegio de que yo esté más con ellos que con sus patrones?", respondía ella.

Evita participaba en todos los actos públicos y encabezaba una fundación para ayudar a los más pobres. Sus épocas humildes habían quedado atrás; mientras dirigía apasionados y duros discursos contra la oligarquía, no podía evitar la tentación del poder y lucir vestidos de Christian Dior y Balenciaga.

Pero poco a poco el cáncer comenzó a consumirla. Sus actividades fueron disminuyendo y dio su último discurso con voz desafiante ante una multitud el primero de mayo de 1952, desde el balcón de la Casa Rosada.

"Yo le pido a Dios que no permita a esos insensatos levantar la mano contra Perón, porque šguay de ese día! Ese día yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, muerta o viva, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista", aseguró aquella última vez, tras el intento de golpe de Estado de septiembre de 1951.

Falleció casi dos meses después, el 26 de julio de 1952, a los 33 años, luego de que su marido asumió su segunda presidencia.

Los fastuosos funerales duraron 10 días y decenas de miles de personas se acercaron a despedirla. Y mientras Evita se convertía en un icono de una época que marcó un hito en la historia argentina, su cuerpo embalsamado desapareció durante 16 años, en un misterio rodeado de conspiraciones.

Según el escritor Tomás Eloy Martínez, autor de Santa Evita y La novela de Perón, Duarte "fue siempre ella misma, nunca se ocultó, nunca fingió ser otra. Evita sólo pudo ser ella cuando murió, cuando su memoria empezó a llenarse con los innumerables significados que le fue atribuyendo la imaginación de los argentinos".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año