Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 17 de agosto de 2002
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Política
Murió el superpresidencialismo, pero persiste imagen del Ejecutivo omnipotente: Merino

El cambio en México generó una Presidencia acotada

El principio de "un ciudadano, un voto" es hoy una realidad, asegura Santiago Creel

MIREYA CUELLAR

El 2 de julio de 2000 murió el "superpresidencialismo mexicano", pero ese día no acabó la percepción ciudadana según la cual el Presidente de la República "puede e incluso debe resolver prácticamente todos los problemas públicos del país", señaló ayer el consejero electoral Mauricio Merino durante el coloquio Cultura política y prácticas ciudadanas, que organiza el IFE.

Merino, politólogo de profesión, definió el cambio en México como una transición votada (a diferencia de las pactadas), para describir la dinámica y los dilemas que el propio proceso ha creado. Empezando porque generó una Presidencia de la República acotada, y no porque el diseño institucional formal del país haya cambiado el 2 de julio del 2000, sino porque perdió el PRI, partido que había predominado por sobre todas las instituciones políticas nacionales.

Y ese solo hecho, apuntó, "ha sido suficiente para que afloren, con toda su fuerza propia, pero también con sus propios límites y contradicciones, el resto de las instituciones políticas antes sometidas a la voluntad del Ejecutivo".

Los ciudadanos están viendo con "verdadera sorpresa" la actuación de los poderes Legislativo y Judicial, de las gubernaturas, de los congresos locales y de los gobiernos municipales. Esos poderes siempre estuvieron ahí, pero actuaban bajo la tutela del Presidente.

Hoy eso no es así, pero -y ese es el dilema- no se enterró también la imagen del presidente capaz de arreglar los más mínimos conflictos políticos. "Incluso, por la fuerza mediática de Vicente Fox en lo personal, la transición incrementó esa imagen y sus expectativas. Pero la imagen no se corresponde, ni puede hacerlo, con la verdadera capacidad institucional de la Presidencia".

El consejero electoral plantea como otro dilema el hecho de que el diseño del Poder Legislativo responda más a una democracia mayoritaria que a una consensual, lo que ha dado por resultado que el ciudadano tenga la impresión de que los diputados o senadores "no se ponen de acuerdo y le están causando problemas a México".

La conclusión de esa percepción es que los partidos políticos son los culpables de que los problemas públicos no se resuelvan -apuntó Merino-, y "tal vez sea necesario subrayar que la idea de que las instituciones sólo pueden funcionar con mayorías absolutas es una idea claramente antidemocrática". Pero se corresponde fielmente con la percepción según la cual el Presidente debe resolver todos los problemas políticos del país.

Estas dos concepciones "forman un círculo contrario a la construcción de la democracia, pero por desgracia ambas están presentes en el imaginario público del país".

"Desencanto destructivo"

Esta inercia de una cultura política autoritaria, alertó Merino, conspira todos los días en contra de la democracia misma y el riesgo es que en lugar de que se consolide lo que se ha logrado hasta ahora, se caiga en "una especie de desencanto destructivo".

Sobre todo, dijo, porque la percepción en México sobre la democracia en abstracto es favorable -55 por ciento de la población dice que es el mejor sistema de gobierno, y 84 por ciento está de acuerdo en que el voto de la mayoría se imponga-; sin embargo, hay datos que sugieren que la aceptación de dichas reglas no es tan contundente, dado que sólo para 0.3 por ciento de la población del país la tolerancia es un valor fundamental.

Las preocupaciones del consejero Merino se correspondieron con las explicaciones de Gilberto Guevara Niebla, director del Instituto Mexicano de Investigaciones Educativas, quien señaló que los altos niveles de votación que se han dado en el país durante los últimos procesos electorales no tienen relación con un alto nivel de información, de capacidad de reflexión...tanto, dijo, que "nuestra democracia es ciega. Al ciudadano se le dio el voto, pero no se le dio el saber político. Nadie se lo ha transmitido".

La historia del antiguo régimen -recordó el especialista en temas educativos- fue una historia de elites que monopolizaron el conocimiento político, haciéndolo inaccesible a las masas. "Por eso el civismo fue en el pasado una materia muerta, que se reducía a promover la identidad nacional mediante el respeto por los símbolos y las ceremonias y rituales, pero no un vehículo para educar al ciudadano en materia política".

Recordó también que la sociedad mexicana se organizó por medio de un partido omnipresente (el PRI) y que sus verdaderas correas de transmisión con los ciudadanos eran los llamados sectores y las organizaciones; es decir, los mexicanos no tenían existencia civil, sólo se les daba reconocimiento en tanto masas, entonces ¿de dónde podría salir esa ciudadanía, de qué pasado democrático, de qué laboratorio mexicano de libertad y crítica?"

Así, eso explica que 70 por ciento de los mexicanos diga que no habla de política, que no le interesa; 55 por ciento confiesa que la política es muy complicada; 78.3 señala que no leyó ni un solo día noticias políticas en los periódicos en la semana anterior; 95 por ciento admite conocer poco o nada los derechos establecidos en la Constitución. Todos estos datos, según la encuesta nacional de cultura política y prácticas democráticas.

De paso, Guevara Niebla criticó que los nuevos gobiernos que no son del PRI, como el del presidente Fox y el de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, no estén utilizando los medios de comunicación para acrecentar la cultura política, sino simplemente para promover sus "realizaciones".

Cerró ayer el coloquio organizado por el IFE con un dato puesto sobre la mesa por Enrique Alducin, dueño de una de las empresas con más experiencia haciendo encuestas en el país: uno de cada cinco jóvenes de los que votaron por Vicente Fox preferirían ahora una dictadura para garantizar su éxito económico.

Al clausurar por la tarde el coloquio, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, señaló que México ha logrado una transición política exitosa. El principio de "un ciudadano, un voto" es hoy una realidad; sin embargo, la democracia va más allá de la libre elección de los gobernantes, y madura cuando los ciudadanos son capaces de involucrarse con eficacia en los asuntos públicos, cuando la legalidad es observada y cuando los derechos humanos son plenamente respetados, indicó.

El funcionario apuntó que el gobierno ha asumido dos compromisos: primero, difundir la cultura democrática entre los servidores públicos, los actores políticos y la población en general, y segundo, promover la participación ciudadana en los asuntos de interés público.

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