Todos saben que el tema es clave, pero ni Bush
ni sus aliados se atreven a mencionarlo
Acceso al petróleo iraquí, carta de EU
para ganar respaldo a su proyecto bélico
Tiene las mayores reservas después de Arabia
Saudita, principal suministrador de EU
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 17 de septiembre. Es difícil
analizar el intenso debate internacional sobre Irak, con toda su complejidad
de negociaciones entre grandes poderes, el idioma muy particular de la
Organización de Naciones Unidas, el misterio de la toma de decisiones
dentro de la Casa Blanca, la participación de algunas de las más
reconocidas figuras del mundo de relaciones exteriores en la discusión
y, claro, la propia dinámica de la política en Medio Oriente
siempre tan difícil para los extranjeros, pero existe una sola palabra
sin la cual nada se podría entender en esta coyuntura: petróleo.
Vale señalar que en el debate oficial sobre Irak
sólo se menciona el objetivo de "desarmar" al régimen de
Saddam Hussein y obligarlo a cumplir los mandatos de Estados Unidos, perdón,
de Naciones Unidas.
En este país se alega la necesidad de poner fin
a la amenaza a la paz mundial que representa el régimen de Hussein.
Pero en estas semanas recientes ni el presidente, ni los miembros de su
gabinete, ni los líderes de Francia, China, Rusia y otros miembros
del Consejo de Seguridad, que tanto han hablado sobre qué hacer
con Irak, se refirieron de forma explícita a lo que todos saben.
Casi ninguno de ellos se atreve a mencionar uno de los principales factores
del asunto: por qué a todo el mundo le interesa tanto lo que a final
de cuentas es un pequeño país del tercer mundo.
Ni una de las figuras políticas mundiales hizo
énfasis en esto al hablar ante la Asamblea General de la ONU en
estos días, y nunca ha sido el enfoque de los discursos de Bush,
Chirac, Putin y los demás. Pero todos saben que el petróleo
está en el centro de todo (aunque no necesariamente es lo único,
ya que el tema de armamento y "estabilidad" regional también figuran).
¿Qué representa Irak para el mundo petrolero?
Es el país con las reservas más grandes del mundo después
de Arabia Saudita, con unos 112 mil millones de barriles de crudo comprobados.
Para algunos es la pieza clave para acabar con el dominio del mercado petrolero
mundial de Arabia Saudita, para los países importantes que dependen
del petróleo importado podría ser la solución que
reduciría el precio mundial, para los productores representa una
amenaza hacia sus ingresos petroleros, y para las empresas estadunidenses
significa la posibilidad de tomar control de un tesoro que, por el momento,
tienen prohibido. Para empresas francesas y rusas, entre otras, provoca
ansiedad el hecho de que pudieran perder su relación privilegiada
con ese régimen. O sea, con razón es tan apasionado el debate
sobre el petróleo, perdón, sobre la paz y la democracia en
Irak.
Crece la dependencia
Es
decir, quien tenga el control de los recursos petroleros de Irak puede
cambiar, o por lo menos condicionar, la economía mundial. Para Estados
Unidos, en particular, esto es de gran interés. Como señala
The Economist, Estados Unidos es por mucho el mayor consumidor de
petróleo en el mundo (una cuarta parte del total). Sus importaciones
han crecido al llegar a más de la mitad de su consumo total, y por
tanto su dependencia sobre su principal suministrador, Arabia Saudita,
también se ha elevado.
Así, una de las prioridades del gobierno de George
W. Bush ha sido diversificar esta dependencia, y ahí se explica
su interés por los campos petroleros de Rusia, y por abrir las reservas
naturales de Alaska a la exploración y explotación. Pero
una "apertura" de las gigantescas reservas petroleras de Irak resolvería
gran parte de la estrategia energética de Bush.
Para esto, el único obstáculo no es Saddam
Hussein, sino los "aliados" de Estados Unidos en la llamada "guerra contra
el terrorismo" que ahora tiene al dictador iraquí en la mira. Hay
una serie de acuerdos entre empresas petroleras rusas y francesas, y empresas
de muchos países tienen gran interés en el futuro de ese
país. Según el Washington Post, los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU tienen empresas de alguna
manera involucradas en Irak.
Por lo tanto, la estrategia de Estados Unidos es usar
la carta de un "cambio de régimen" en Irak como punto de negociación
con sus "aliados". El Washington Post cita una declaración
del ex jefe de la CIAR, James Woolsey, en la que comenta que "Francia y
Rusia tienen empresas petroleras e intereses en Irak. Se les debería
decir que si prestan asistencia para llevar a Irak hacia un gobierno decente,
haremos lo mejor para asegurar que ese nuevo gobierno y las empresas estadunidenses
trabajen muy de cerca con ellos. Si apuestan con Saddam, será difícil,
al punto de lo imposible, persuadir al nuevo gobierno iraquí de
trabajar con ellos (los franceses y los rusos)".
Este tipo de afirmación alarma a empresas no estadunidenses
ante el temor de que si Estados Unidos logra un "cambio de régimen"
en Irak, podrán quedar excluidas ante un nuevo gobierno que todos
esperan será dominado por Estados Unidos.
El Post reporta que desde 1991 empresas de más
de 12 países, incluyendo Francia, Rusia, China, India, Vietnam y
Argelia, han obtenido o buscado contratos para participar en el sector
petrolero de Irak, aunque por el momento la mayoría de estos acuerdos
están congelados por las sanciones.
Es de suponerse que aunque el gobierno estadunidense dice
estar negociando intensamente con sus aliados el problema militar y de
seguridad en torno a Irak, el asunto de petróleo está más
que presente, aunque los diplomáticos sepan enmascararlo con otras
palabras.
Aunque el gobierno estadunidense rehúsa hablar
públicamente sobre el tema de petróleo en torno a Irak, todos
entienden que no hay ninguna empresa petrolera aquí que no esté
sumamente interesada en ese país.
Sin embargo, este juego es siempre complicado. El precio
de petróleo en los mercados mundiales tiende a subir con cada gesto
de guerra en Medio Oriente. Si estalla la guerra contra Irak, algunos calculan
que los precios pueden elevarse hasta 50 dólares por barril, y otros
en la región advierten que podría llegar hasta 100.
Esto, claro, tiene un efecto negativo sobre el crecimiento
económico en amplias partes del mundo. Al mismo tiempo, si Hussein
es derrocado y un gobierno pro estadunidense toma el poder, se abriría
la llave del petróleo iraquí al mundo y eso podría
tener el efecto adverso, una implosión de los precios internacionales
del petróleo, y también representaría una gran amenaza
a la política de la OPEP, y particularmente de Arabia Saudita, para
mantener precios promedios de entre 22 y 28 dólares, consideró
el Economist.
"Podría parecer, entonces, que al noquear a Hussein
se matarían dos pájaros de un tiro: un dictador peligroso
desaparecería y con él se iría el cártel
que durante años ha manipulado los precios", comenta la influyente
revista. Pero dice que también hay otros escenarios en los que la
OPEP logra mantener control sobre el mercado petrolero, o en los que en
un acto desesperado Hussein logra destruir o incapacitar toda la producción
y exportación de petróleo desde el Golfo.
Otros pronostican que no habrá cambios tan drásticos,
ya que el impacto de un cambio en la participación de Irak en los
mercados petroleros será cuestión de años, y que aún
no se vislumbra el fin de la OPEP ni del régimen de Arabia Saudita.
Otros expertos de la industria petrolera están
preocupados de que la estrategia de Washington -particularmente el anunciado
deseo de una guerra- podría acabar provocando tanta inestabilidad
que un conjunto de sus intereses en la región del golfo Pérsico
será adversamente afectado.
Entre otras preocupaciones, cualquier guerra podría
generar inestabilidad en un gobierno clave para las grandes empresas -la
Casa de Saud, la familia gobernante de Arabia Saudita-, y esto sí
les provoca escalofríos.
Pero nadie duda de que el petróleo es un factor
clave detrás de cualquier estrategia en torno a Irak.