REPORTAJE /CUBA
ANTE LA CRISIS DE LA GLOBALIZACION
El turismo como estrategia para sobrevivir al fin
del mundo
El gobierno cubano se esfuerza por ampliar la oferta
de atractivos
La Habana es hoy una ciudad sostenida por andamios, pero
no en ruinas, que se resiste a morir. En la vieja capital isleña
el dólar, en forma de "pesos convertibles", se ha convertido en
moneda corriente y las propinas para los múltiples prestadores de
servicios sirven como lubricante para la economía habanera, que
explora la vía de las inversiones mixtas para captar divisas y modernizar
la infraestructura hotelera
MIREYA CUELLAR ENVIADA
La Habana. Se sienta todos los días en uno
de los costados de la catedral, en el corazón de La Habana vieja.
Juana la Cubana viste toda de blanco. Las flores rojas y amarillas que
adornan su turbante contrastan con el carbón de su piel. Por tres
dólares, cinco o hasta diez -"lo que tú quiera, mi niña"-
te lee el futuro en las barajas. Las tira sobre una madera cubierta con
un paño de encaje mientras invoca entre murmullos a sus dioses.
No todos los turistas se van satisfechos.
-¡Si usté hubiera oído lo que le dijo
el otro día a un italiano! -refiere Fermín, el taxista y
guía que reniega de "esas cosas".
Graciela, otra habanera, tiene tarifa fija: pide a los
turistas un dólar por foto. Es una mulata de 80 años que
viste una camisa y un pantalón cualquiera, pero tiene la gracia
de sus flores en el cabello y de las bolas de humo que suelta luego de
chupar un grueso puro. Posa en uno de los quicios de la calle Empedrado,
a unos pasos de La Bodeguita del Medio, a la vuelta de donde se sienta
Juana.
El
dólar se ha vuelto moneda corriente para los cubanos y la propina
un lubricante de la economía local. En la calle se pueden escuchar
todo tipo de cuentos en boca de quienes buscan un billete verde. Seguramente
el mejor de todos es el de Alfredo, un vendedor del mercado de artesanías
que se instala atrás del hotel Habana Libre. Dice que tiene una
hija que estudia la economía política de México en
los tiempos del PRI. Así que necesita conseguir uno de esos billetes
mexicanos que tienen "al Cuauhtémoc", es decir, de 200 pesos. Que
en realidad serán 20 dólares. Es convincente a más
no poder. Habla con la gracia de un timador y, de paso, vende esos billetes
de 10 pesos cubanos de 1960, firmados por el Che, tan solicitados
por los turistas.
La Habana de hoy no tiene nada que ver con la de hace
diez años. Hay centros comerciales, discotecas, proliferan los hoteles
con servicios sofisticados, mercados de artesanías y hasta cajeros
automáticos. En cualquier bar de la ciudad se puede conseguir una
coca-cola y hasta cigarros Marlboro, aunque quién se resiste a probar
el exquisito tabaco cubano.
Obligados a buscar nuevos caminos luego de la caída
del bloque comunista y de la desintegración de la URSS -la economía
de la isla dependía casi totalmente de su intercambio con aquella
región del mundo-, los cubanos le han entrado con todo al turismo.
Ciertamente no se puede pagar con American Express y ahora ni con la tarjeta
de Banamex, por aquello del bloqueo económico y de que el Banco
Nacional de México ya es propiedad de Citigroup. Pero el resto son
bienvenidas.
El cubano siempre encuentra la forma de darle vuelta a
las cosas. De sus cajeros automáticos el visitante no obtiene dólares,
sino "pesos convertibles", una moneda que sólo tiene valor en la
isla. Con estos pesos se puede pagar cualquier servicio.
El 41 por ciento del ingreso en la balanza de pagos proviene
del turismo. En 1990 era sólo el 4 por ciento. Están construyendo
3 mil nuevas habitaciones cada año. El turismo ha permitido crear
200 mil nuevos empleos en la última década. En 1989 había
17 hoteles de cuatro y cinco estrellas; hoy hay 90. Uno de ellos con un
campo de golf de 18 hoyos.
Pero no todo lo están haciendo solos. Las empresas
estatales de turismo como Cubanacán, Gran Caribe o Cubana se han
asociado con capital extranjero, sobre todo español. Los inversionistas
están construyendo hoteles, pero también, y es lo más
frecuente, se les han entregado algunos que ya venían funcionando
para que los remodelen y administren.
El capital chileno también está ganando
terreno en la isla. Cubana de Aviación, la línea aérea
nacional, se asoció con ING, una empresa de la industria alimenticia
con la que creó Sol y Son Los Viajes, que es el turoperador con
oficinas en 23 países que anualmente traen a 7 por ciento de los
visitantes. El mes pasado cumplieron diez años como socios y es
una de las empresas más rentables de su tipo en el país.
Aunque es una asociación atípica -no sólo
porque participan capital privado y una empresa estatal al 50 por ciento
sino porque la actividad principal está fuera de la isla-, "ha sido
una experiencia satisfactoria", comenta Marcel Marambio, presidente internacional
de Sol y Son. ING no sólo ha entrado a la industria turística,
sino a la de los alimentos: todas los jugos de frutas que se consumen en
los hoteles del país son envasados por Tropical island, otra empresa
mixta en la que también participa como socio.
En
Cuba cada quien encuentra lo que busca. Se puede rentar un taxi pirata
y deslizarse por el tobogán que lleva a los paladares (fondas)
clandestinos, a los domicilios donde se venden habanos sustraídos
de las bodegas de la empresa estatal y que se venden a mitad de precio,
o ir a la playa con un guapo o guapa cubana.
Pero también se puede disfrutar de una función
del Ballet Nacional de Cuba, de un concierto de la Camerata Romeu -una
agrupación que domina lo mejor del repertorio de cámara de
la música cubana, cuya directora es una mujer- o de paseo por las
viejas ciudades de Santiago de Cuba o Trinidad.
Gran parte de La Habana vieja está en andamios,
como parte de un proyecto de preservación a raíz de que la
zona fue catalogada como patrimonio de la humanidad. El viejo dicho de
que "los mojitos en La Bodeguita... y el daiquirí en el Floridita"
-una frase de Hemingway que aquí se conoce mucho- sigue siendo válida.
El gobierno cubano está haciendo esfuerzos por
auspiciar el turismo familiar -muchos hoteles incluyen club para niños-
y cultural. Y si bien están dando todas las facilidades a la industria,
"nunca vamos a construir casinos para los americanos", dice Rosa Adela
Mejías, directora de Relaciones Internacionales del Ministerio de
Turismo.
Los cubanos son una raza mestiza que baila y canta como
nadie. Producto de la mezcla entre los africanos que fueron traídos
como esclavos a partir de 1526 y los colonizadores españoles, además
de los inmigrantes de otras islas del Caribe, tienen una personalidad extrovertida.
Dan la impresión de pelear cuando hablan y hacen de todo un guateque,
pero sobre todo tienen una sonrisa que abraza, como la de Juana la Cubana.