Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 6 de diciembre de 2002
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Política
REPORTAJE /CUBA ANTE LA CRISIS DE LA GLOBALIZACION

El turismo como estrategia para sobrevivir al fin del mundo

El gobierno cubano se esfuerza por ampliar la oferta de atractivos

La Habana es hoy una ciudad sostenida por andamios, pero no en ruinas, que se resiste a morir. En la vieja capital isleña el dólar, en forma de "pesos convertibles", se ha convertido en moneda corriente y las propinas para los múltiples prestadores de servicios sirven como lubricante para la economía habanera, que explora la vía de las inversiones mixtas para captar divisas y modernizar la infraestructura hotelera

MIREYA CUELLAR ENVIADA

La Habana. Se sienta todos los días en uno de los costados de la catedral, en el corazón de La Habana vieja. Juana la Cubana viste toda de blanco. Las flores rojas y amarillas que adornan su turbante contrastan con el carbón de su piel. Por tres dólares, cinco o hasta diez -"lo que tú quiera, mi niña"- te lee el futuro en las barajas. Las tira sobre una madera cubierta con un paño de encaje mientras invoca entre murmullos a sus dioses. No todos los turistas se van satisfechos.

-¡Si usté hubiera oído lo que le dijo el otro día a un italiano! -refiere Fermín, el taxista y guía que reniega de "esas cosas".

Graciela, otra habanera, tiene tarifa fija: pide a los turistas un dólar por foto. Es una mulata de 80 años que viste una camisa y un pantalón cualquiera, pero tiene la gracia de sus flores en el cabello y de las bolas de humo que suelta luego de chupar un grueso puro. Posa en uno de los quicios de la calle Empedrado, a unos pasos de La Bodeguita del Medio, a la vuelta de donde se sienta Juana.

El dólar se ha vuelto moneda corriente para los cubanos y la propina un lubricante de la economía local. En la calle se pueden escuchar todo tipo de cuentos en boca de quienes buscan un billete verde. Seguramente el mejor de todos es el de Alfredo, un vendedor del mercado de artesanías que se instala atrás del hotel Habana Libre. Dice que tiene una hija que estudia la economía política de México en los tiempos del PRI. Así que necesita conseguir uno de esos billetes mexicanos que tienen "al Cuauhtémoc", es decir, de 200 pesos. Que en realidad serán 20 dólares. Es convincente a más no poder. Habla con la gracia de un timador y, de paso, vende esos billetes de 10 pesos cubanos de 1960, firmados por el Che, tan solicitados por los turistas.

La Habana de hoy no tiene nada que ver con la de hace diez años. Hay centros comerciales, discotecas, proliferan los hoteles con servicios sofisticados, mercados de artesanías y hasta cajeros automáticos. En cualquier bar de la ciudad se puede conseguir una coca-cola y hasta cigarros Marlboro, aunque quién se resiste a probar el exquisito tabaco cubano.

Obligados a buscar nuevos caminos luego de la caída del bloque comunista y de la desintegración de la URSS -la economía de la isla dependía casi totalmente de su intercambio con aquella región del mundo-, los cubanos le han entrado con todo al turismo. Ciertamente no se puede pagar con American Express y ahora ni con la tarjeta de Banamex, por aquello del bloqueo económico y de que el Banco Nacional de México ya es propiedad de Citigroup. Pero el resto son bienvenidas.

El cubano siempre encuentra la forma de darle vuelta a las cosas. De sus cajeros automáticos el visitante no obtiene dólares, sino "pesos convertibles", una moneda que sólo tiene valor en la isla. Con estos pesos se puede pagar cualquier servicio.

El 41 por ciento del ingreso en la balanza de pagos proviene del turismo. En 1990 era sólo el 4 por ciento. Están construyendo 3 mil nuevas habitaciones cada año. El turismo ha permitido crear 200 mil nuevos empleos en la última década. En 1989 había 17 hoteles de cuatro y cinco estrellas; hoy hay 90. Uno de ellos con un campo de golf de 18 hoyos.

Pero no todo lo están haciendo solos. Las empresas estatales de turismo como Cubanacán, Gran Caribe o Cubana se han asociado con capital extranjero, sobre todo español. Los inversionistas están construyendo hoteles, pero también, y es lo más frecuente, se les han entregado algunos que ya venían funcionando para que los remodelen y administren.

El capital chileno también está ganando terreno en la isla. Cubana de Aviación, la línea aérea nacional, se asoció con ING, una empresa de la industria alimenticia con la que creó Sol y Son Los Viajes, que es el turoperador con oficinas en 23 países que anualmente traen a 7 por ciento de los visitantes. El mes pasado cumplieron diez años como socios y es una de las empresas más rentables de su tipo en el país.

Aunque es una asociación atípica -no sólo porque participan capital privado y una empresa estatal al 50 por ciento sino porque la actividad principal está fuera de la isla-, "ha sido una experiencia satisfactoria", comenta Marcel Marambio, presidente internacional de Sol y Son. ING no sólo ha entrado a la industria turística, sino a la de los alimentos: todas los jugos de frutas que se consumen en los hoteles del país son envasados por Tropical island, otra empresa mixta en la que también participa como socio.

En Cuba cada quien encuentra lo que busca. Se puede rentar un taxi pirata y deslizarse por el tobogán que lleva a los paladares (fondas) clandestinos, a los domicilios donde se venden habanos sustraídos de las bodegas de la empresa estatal y que se venden a mitad de precio, o ir a la playa con un guapo o guapa cubana.

Pero también se puede disfrutar de una función del Ballet Nacional de Cuba, de un concierto de la Camerata Romeu -una agrupación que domina lo mejor del repertorio de cámara de la música cubana, cuya directora es una mujer- o de paseo por las viejas ciudades de Santiago de Cuba o Trinidad.

Gran parte de La Habana vieja está en andamios, como parte de un proyecto de preservación a raíz de que la zona fue catalogada como patrimonio de la humanidad. El viejo dicho de que "los mojitos en La Bodeguita... y el daiquirí en el Floridita" -una frase de Hemingway que aquí se conoce mucho- sigue siendo válida.

El gobierno cubano está haciendo esfuerzos por auspiciar el turismo familiar -muchos hoteles incluyen club para niños- y cultural. Y si bien están dando todas las facilidades a la industria, "nunca vamos a construir casinos para los americanos", dice Rosa Adela Mejías, directora de Relaciones Internacionales del Ministerio de Turismo.

Los cubanos son una raza mestiza que baila y canta como nadie. Producto de la mezcla entre los africanos que fueron traídos como esclavos a partir de 1526 y los colonizadores españoles, además de los inmigrantes de otras islas del Caribe, tienen una personalidad extrovertida. Dan la impresión de pelear cuando hablan y hacen de todo un guateque, pero sobre todo tienen una sonrisa que abraza, como la de Juana la Cubana.

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