Olga Harmony
Buenos augurios
Sari Bermúdez acaba de ratificar el anuncio que ya había hecho en público, de que destinará una fuerte partida para las artes escénicas. La que se destine al teatro apoyará sin duda los planes de renuevo -que se conjugan con el deseo de restablecer la tradición que se va perdiendo de atracción al público mediante una continuidad en la programación- que las instituciones tienen. El propósito fundamental que declara Enrique Singer es ordenar lo que la coordinación de teatro del Instituro Nacional de Bellas Artes (INBA) viene haciendo, tener una especie de mapa general de lo que ocurre para poner cada cosa en su sitio y generar nuevas opciones para los teatristas.
Lo más importante en este sentido es la Compañía Nacional de Teatro, cuya propuesta de operación administrativa pronto será dada a conocer. Si bien no será por lo pronto una compañía de repertorio y mucho se alega que es sólo un membrete, lo que se presenta bajo su rubro es, debe ser, el mejor teatro nacional e internacional que el Estado ofrezca al público. Sería deseable una compañía itinerante que recorra varias plazas del país y que acoja a directores de primer nivel como invitados para sus escenificaciones de varias partes, incluidos, de ser posible, algunos grandes directores del extranjero. Y por supuesto, que se regrese a la buena política de pagar ensayos a los actores.
La idea de repertorio es de muy largo alcance y hay que dar los primeros pasos mediante el apoyo a los grupos más o menos consolidados que ya existen en el país, para que puedan ser independientes a través de un diálogo con el público, es decir, olvidar la tutela institucional -que de todas formas se mantendrá de alguna manera, porque es deber del Estado apoyar la cultura- para que poco a poco sus integrantes puedan vivir de su trabajo sin la precariedad a que ahora están expuestos. Ya Mario Espinosa acaba de anunciar en Mérida una próxima convocatoria para los grupos independientes. Por lo pronto, y volviendo a la idea de repertorio, ya se ha hablado con dos teatristas, Jorge Vargas y Ana Graham, para que incluyan junto a los montajes de próximo estreno obras ya escenificadas previamente en algún día alterno.
El apoyo a los grupos no consistirá en producir sus obras, sino en ayudar a que se mantengan como tales y se vayan consolidando hasta formar pequeñas compañías de repertorio. Me imagino que si va a existir una convocatoria, la calidad y eficacia, en el sentido de deseo de perdurabilidad y de cumplir con los espectadores, de cada uno de los grupos, será revisada por un jurado idóneo que impedirá tanto el amateurismo como la improvisación. No se trata, espero, de distribuir democráticamente lo que se tenga, sino de fincar las bases para un mejor teatro en el país y ofrecer entre los apoyos constantes cursos y seminarios de actualización si en verdad se pretende dar un espacio a los grupos que trabajen con continuidad...
Los proyectos de Enrique Singer comprenden un diagnóstico del teatro nacional para hacer posible el ordenamiento pretendido. De esta manera, habría que revisar los procesos de invitación a la Muestra Nacional de Teatro, para que a ella acudan los mejores teatristas y grupos del país, y sea un lugar de encuentro y discusión real y efectivo. También el Programa de Teatro Escolar en los estados requeriría una revisión para volver a los esquemas anteriores de asesorías.
También se pondrá en marcha un plan para los egresados de las escuelas teatrales. Se empezará con la Escuela de Arte Teatral y con el Centro de Artes Escénicas del Noroeste, con sede en Tijuana, ambos dependientes del propio instituto, para formar pequeñas compañías que recorran parques y jardines de las dos ciudades haciendo teatro.
La Puerta de las Américas es un nuevo marco -aunque me temo que a mediano plazo- que abre perspectivas de internacionalización para nuestro teatro y para que sus hacedores se confronten con las corrientes mundiales. Los planteamientos del INBA y Fondo Nacional para la Cultura y las Artes son muy ambiciosos y, de realizarse, lograrían a la larga establecer no sólo un mercado interno de consumo teatral -con la itinerancia de escenificaciones-, sino también un movimiento estético de muy buen nivel.