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LOS MUY OCCIDENTALES ORÍGENES DEL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO (VI)
LA PRIMERA VÍCTIMA
Una de las tres ocasiones en que la humanidad estuvo cerca de una guerra nuclear fue durante la Guerra del Ramadán, en octubre de 1973, cuando Egipto y Siria atacaron a Israel en los territorios que había ocupado en la Guerra de los seis días. Al reponerse de la sorpresa, los israelíes contraatacaron y despedazaron a ambos ejércitos enemigos. Si la urss hubiera intervenido apoyando a Egipto, es muy probable que hubiera tenido lugar una confrontación de potencias. Pero Egipto aceptó la propuesta estadunidense, con lo que terminó la alerta nuclear. Esta derrota monumental contra los árabes fue paradójicamente aprovechada por el presidente egipcio Anuar Sadat, como señala Robert Dreyfuss en su libro Devils Game. No sólo fue una campaña bélica rodeada de verborrea religiosa (lanzada en pleno Ramadán-yom kippur), sino que además dio oportunidad a Sadat de restablecer vínculos con eu para negociar un cese al fuego y mediar los términos de la paz con Israel. Dreyfuss señala que es imposible saber si toda la aventura bélica no fue simplemente una estratagema para que Sadat se creara una aura de guerrero musulmán y, armado con ese prestigio, renunciar al idealismo nacionalista, romper con los demás países árabes y resolver de manera independiente sus diferencias con Israel. Por medio de una campaña propagandística, Sadat presentó la derrota militar como una especie de triunfo. En su nueva encarnación piadosa, Sadat permitió que los fundamentalistas se reorganizaran y, al fortalecerse, adoptaron una retórica más antioccidental, más antidemocrática, más antifemenina y más beligerante. Una de las primeras víctimas de esta transformación fue el propio Sadat, quien fue asesinado por miembros de la organización Jihad islámico durante un desfile militar el 6 de octubre de 1981. Entre los cómplices del ataque destacaba Ayman al-Zawahiri, quien se volvería la mano derecha de Bin Laden.
EL ISLAM ECONÓMICO
La Hermandad musulmana siempre estuvo del lado de las grandes fortunas, a favor de las privatizaciones de empresas del Estado, de las reformas y medidas de austeridad impuestas por el fmi y el Banco Mundial, pero en contra de las huelgas, los sindicatos y los programas de beneficio público. Varios miembros de la Hermandad publicaron textos en los que aseguraban que Mahoma creía en el capitalismo y el libre mercado, mientras que estaba en contra de impuestos y regulaciones. De creer a estos (econo)teólogos, el Profeta hubiera podido ser confundido con una especie de Milton Friedman del desierto (ver Islam and the Free Market, de Peter J. Ferrara y Khaled Saffuri en: http://islamicinstitute.org/freemrkt.htm). La Hermandad, como otras sectas religiosas, piensa que su labor con los pobres se lleva a cabo a través de la caridad, no la justicia social. Enredados en esta ideología nacieron los bancos islámicos (el primero fue el Mit Ghamr, de Egipto), creados con las fortunas de miembros ricos de la Hermandad y el apoyo de los gobiernos saudita, egipcio y jordano, entre otros, quienes dieron todas las facilidades, crearon nuevas leyes e ignoraron las existentes para establecer un sistema que propulsaría una "economía islámica" para confrontar a la "banca judía" y "antiislámica" de sus pesadillas paranoides y xenófobas. Estas instituciones eran corruptas, incompetentes y caóticas, por lo que necesitaron de la asesoría de bancos occidentales como Citibank, hsbc y Chase. Su función originalmente era ayudar al desarrollo de negocios islámicos, pero pronto fueron usados para subsidiar a grupos extremistas y terroristas en el mundo.
ISLAMISMO EN EL PODER
El principal teórico del "islam económico" fue Mohammed Bakr al-Sadr, quien junto con al Muhsin al-Hakim formaron en los años cincuenta el partido Al Dawa (o el llamado) para contrarrestar la popularidad que comenzaban a ganar las ideas socialistas entre las masas pobres (principalmente shiítas). Este grupo creado por los patriarcas de las dos principales dinastías de líderes religiosos en Irak, Al Sadr y Al Hakim, se dedicó al sabotaje, el asesinato, la intimidación y el terrorismo para disuadir y recuperar almas para la fe. Al Dawa originalmente incluía a shiítas y sunitas, y recibía asesoría y material de la temida svak, los servicios de inteligencia del Sha de Irán. Hussein mandó al paredón a cientos de miembros de Al Dawa por haber colaborado con el enemigo en la guerra contra Irán. El actual primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, es miembro de Al Dawa.
(Continuará)
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