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EL SEGUNDO FICA (I DE II)
Del 31 de mayo al 4 de junio pasados se llevó a cabo el Festival Internacional de Cine de Acapulco, FICA, que en éste, apenas su segunda edición, presentó un panorama mixto de avances y de aspectos en los que necesariamente debe mejorar.
A diferencia del que se realizó el año pasado, esta vez sí hubo una sección en competencia, además de que se estructuraron otros capítulos bien definidos, de manera similar a los que suelen conformar un festival cinematográfico: un país invitado -España-, una retrospectiva -titulada Cine Autor y dedicada esta vez al español Julio Medem-, una sección documental enfocada a Latinoamérica, otra bajo el elocuente nombre de Foro México, así como un par de homenajes -dedicados a Demetrio Bilbatúa y Alfredo Ripstein, respectivamente-, y algunas proyecciones especiales, entre las que destacó, y con mucho, la de una copia restaurada de Santa, para conmemorar los setenta y cinco años de cine sonoro en nuestro país.
Cuantitativamente, todo lo anterior arrojó una cifra de películas bastante superior a la presentada hace un año. Cualitativamente, el FICA logró eludir, aunque no a cabalidad, una de las principales observaciones que se le hicieron a la primera edición; a saber, que aquella vez las películas ofrecidas no eran "de festival" o, en otras palabras, que se trataba de cintas eminentemente comerciales.
Sin abundar en una discusión jamás concluida acerca de cuáles películas y por qué sí deben ser consideradas festivaleras y cuáles no y el porqué de ese no -discusión que gana en complejidad si se toma en cuenta que la mayoría de ganadoras y perdedoras de cualquier certamen a fin de cuentas llegan, como es obvio, a la cartelera comercial-; obviando que lo usual es que una producción aproveche haber participado en uno o más concursos para cantar dicha participación como un logro, aunque no haya ganado nada en realidad, lo cierto es que la sección Nuevos Realizadores exhibe un perfil distinto al que se vio hace un año. Además, esta es la sección en concurso, con lo cual adquiere un matiz que la distingue de los otros premios fílmicos que se dan en México.
LA SALA SOLA
La asistencia a muchos de ellos le permite a este sumeteclas afirmar, con Perogrullo, que no existe tal cosa como un festival de cine perfectamente organizado, y esa misma asiduidad lo ha hecho testigo de que no hay nada más fácil que escuchar juntas las palabras "mala" y "organización" en cada uno, y en boca de prácticamente todos aquellos que no forman parte del comité organizador en turno. Esa disponibilidad y rapidez para soltar el juicio tonante, son idénticas a las esgrimidas por ejemplo en estos días contra el incontinente verbal que entrena a la selección mexicana de futbol: según eso, nadie lo podría hacer más mal como el que lo está haciendo, y nadie mejor que uno para hacerlo como debería ser.
Es muy posible que tales críticas, constructivas o no, adolezcan de un problema de origen: son hechas desde la perspectiva de algo que si no es una élite, sí actúa y habla como si lo fuera. La cercanía y la frecuencia parecen obrar la paradoja de una distorsión, a partir de la cual se soslaya la posibilidad de tomar primero en cuenta el punto de vista del público; no el asiduo, no el conocedor, sino el público a secas. Que se sepa, nunca nadie le pregunta su opinión a ese público, para luego, y entonces sí con toda razón, decir que aquello estuvo mal organizado.
Precisamente por lo anterior es claro que el problema de verdad importante en este segundo FICA, más allá de lo perfectible de su logística, fue la baja asistencia a salas, a las que se podía entrar de manera gratuita. Este hecho lamentable sólo pudo obedecer a una muy fallida estrategia de difusión, y es en donde Víctor Sotomayor y su equipo deben aplicar mayores énfasis y talento, pues con el entusiasmo no basta, ni tampoco con el hecho de contar, para la siguiente cita, con apoyos privados y estatales.
Para una población regularmente ayuna de eventos culturales, sometida desde hace años a la exhibición anual de los pobres haberes artísticos de las huestes cantantes y actuantes de Televisa, un festival de cine debe ser no sólo un oasis, sino un punto de partida para estructurar algo que al menos se parezca a una oferta cultural.
El cine quiere recuperar a Acapulco y Acapulco debe recuperar su vieja tradición cinera; el FICA fue creado con esta idea en mente, pero debe dar pasos más certeros para lograr su consolidación.
(Continuará)
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