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El palangre se utiliza todo el año para la captura de varias especies de tiburón, como el aleta de cartón (Carcharhinus falciformis), el zorro o grillo (Alopias pelagicus, A. superciliosus), el volador (C. limbatus), el cornuda (Sphyrna lewini, S. zygaena) y el tiburón coyotito (Nasolamia velox); mientras que las especies de rara ocurrencia en esta zona son el aleta blanca (C. longimanus) y el mako (Isurus oxyrinchus). La cimbra es utilizada principalmente durante el invierno y la primavera para la captura de organismos adultos y regularmente de gran tamaño: tiburón chato (C. leucas) y cornuda común (S. lewini), cornuda gigante (S. mokarran), cornuda prieta (S. zygaena). Una especie de rara ocurrencia es el tiburón mamón, Mustelus lunulatus. Las redes de enmalle las utilizan en primavera-verano, coincidiendo principalmente con la época en que las hembras de las especies de S. lewini y S. mokarran llegan a esta región a alumbrar. La captura se compone en su mayoría de organismos recién nacidos (neonatos) y juveniles, pero también de otras especies como el tiburón bironche, Rhizoprionodon longurio, y el mamón, Musteles lunulatus. A casi tres décadas del inicio formal e intenso de la pesquería multiespecífica de tiburones en la región del golfo de Tehuantepec, y sin que se haya contado con un ordenamiento, regulación y/o un plan de manejo, aprovechamiento y conservación del recurso tiburonero, se observa una disminución preocupante en los volúmenes de producción. Sobre todo en aquellas especies que sostienen la pesquería de esta zona, como es el caso del tiburón aleta de cartón y la cornuda común. Los pescadores reconocen que este comportamiento del recurso se debe, entre otros factores, al incremento del esfuerzo pesquero (pesca ilegal), incursión en las aguas del golfo de Tehuantepec de barcos tiburoneros de altura, barcos atuneros y camaroneros provenientes de otros estados, los cuales realizan sus actividades de pesca en este ecosistema. Por otro lado, las características biológicas de los tiburones (largos periodos de gestación, baja fecundidad largos periodos para alcanzar madurez sexual, especies altamente migratorias) contribuyen en el impacto que la intensidad de la pesca provoca sobre sus poblaciones ya que su recuperación es lenta. Además, por ser organismos tope de la cadena alimenticia, la estabilidad de los ecosistemas marinos estaría en peligro. No obstante lo anterior, la pesquería de tiburones en el golfo de Tehuantepec no registra síntomas de un colapso. En cambio lo que sí es evidente es la lenta recuperación en sus poblaciones y disponibilidad de sus abundancias estacionales debido a la intensa pesca que se ha efectuado sobre el recurso, con las notables consecuencias socioeconómicas, principalmente. La economía de las comunidades ubicadas a lo largo de las costas de Chiapas, tales como Puerto Chiapas, Boca del Cielo, Costa Azul, Las Palmas y Paredón, depende básicamente de la pesca de los tiburones y de la escama (diversa variedad de peces), mientras que el turismo no es una actividad representativa y aporta un mínimo derrame económico. Si el recurso tiburón capturado en Chiapas satisface la demanda de alimento en el consumo nacional y representa una gran importancia para la economía de las comunidades dedicadas a dicha pesquería, es necesario emprender las acciones necesarias que permitan la sustentabilidad económica y biológica del recurso en la región. Por ejemplo, tomar medidas de protección de la zona de crianza del tiburón cornuda (S. lewini) durante el periodo de mayo a julio para proteger a los neonatos y hembras en periodo de alumbramiento. Esto ya fue consensuado con el sector pesquero desde 2004 (Fig. 2).
A la fecha, existen suficientes elementos técnico-científicos para generar los mecanismos de ordenación, regulación, administración, manejo y conservación de los tiburones en el mundo. Entre ellos destaca el Plan de Acción Internacional que FAO ha promovido entre los países que pescan tiburones. Gracias a dicho acuerdo, México ya cuenta con su propio Plan de Acción Nacional para el Manejo y Conservación de Tiburones, Rayas y Especies Afines en México. Sin embargo, debido a las características tan especiales que presentan los tiburones, es fundamental buscar todos los mecanismos posibles para protegerlos sin dejar de aprovecharlos; fortalecer las regulaciones sobre su explotación (como la Carta Nacional Pesquera), difundir su relevancia como organismos integrantes de las comunidades marinas. Pero igualmente es necesario crear conciencia entre los integrantes del sector pesquero sobre la importancia de los tiburones como un recurso que puede ser aprovechado de manera responsable sin poner en riesgo la estabilidad de los ecosistemas y de las propias poblaciones de las especies de tiburones amenazados. Asimismo, ante el incremento del número de especies de tiburones, sobre todo los pelágicos, en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), en donde se incluyeron recientemente a los tiburones zorros, al mako, al azul, al sardinero y al tiburón martillo, es necesario establecer una reglamentación y normatividad de las actividades pesqueras para un aprovechamiento sustentable en nuestro país. Por ello, la entrada en vigor de la NOM-029-PESC-2006 permitirá al gobierno federal contar con el instrumento jurídico que regulará una actividad económica pesquera específica, disponiendo para ello de bases técnicas y científicas. Arrojar por la borda este mecanismo jurídico, como sucedió en el 2002, es declarar a las especies de tiburón capturadas comercialmente en México como perdedoras en las batallas de los conflictos humanos. En paralelo, sería declarar a los ecosistemas y/o hábitat que los albergan testigos mudos del impacto de la eventual disminución de sus poblaciones y posible desaparición; las acciones de manejo y conservación se convertirían a su vez en tardías actividades que sirven únicamente para observar el paisaje desolado. Todos debemos impedir que esto suceda. |