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José Leonardo Hernández Montiel
Contaminación de mantos freáticos en
Cancún
Clicerio E. Cedillo
En Oaxaca, el agua de mal en peor
Aguas con los acuíferos de la Cuenca de México
Transgénicos sin fronteras
Mariano Cereijo
Contra un programa de siembra de maíz
contaminante
Otra reserva de la biosfera: Bahía de los Ángeles
y Canales de Ballenas y Salsipuedes
La cuadratura del círculo
Eduardo Valle
Cacocracia
Horacio de la Cueva
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La cuadratura del círculo
Eduardo
Valle
Correo
electrónico: [email protected]
El
control de un parque marino
¿Qué le parecería tener en sus manos el control
de un Parque Marino Nacional, una reserva natural protegida, afamada
por sus arrecifes de corales y la enorme multitud de peces de colores
que viven en una profundidad de ocho a veinte metros? ¿Le
gustaría ser el amo y señor de una de las zonas turísticas
ecoturismo más hermosas del subcontinente americano?
Vamos: ya tiene lo principal (el mar y sus bellezas). Nada le cuesta
invertir en la creación de infraestructura turística
unos cuantos millones de dólares y en protección
gubernamental unos cuantos millones, para empezar a ganar
dinero en serio. Mucho, mucho dinero; aunque a la reserva
marina se la lleve el demonio. Porque a usted lo que le interesa
es el dinero, no el Parque Marino.
Un momento: ¿y si acaso en este modelo estorban unas cuantas
decenas de pescadores, cuyas familias habitan el lugar desde hace
más de cien años? Ah, entonces lo que hay que hacer
es intimidarlos con maquinaria y con pandillas de hombres adiestrados;
derribar sus casas, y cerrar con cadenas la entrada a sus predios.
Y esperar que la policía municipal no haga nada, la policía
ministerial no haga nada y el gobernador del estado nada haga. Y todo en paz. Usted ya controla Cabo Pulmo, a unos cincuenta kilómetros
de San José del Cabo en Sudcalifornia, la entidad mal llamada
Baja California Sur. Y, ahora sí, a construir el desarrollo
turístico de elite. Y, luego, a ganar lo que se pueda.
Que será mucho; sin importar mucho el arrecife, los peces
ni los pobladores.
Estamos hablando de Cabo Pulmo, de una comunidad de 120 personas
y de la familia Castro a quien la compañía Cragar
Desarrollos derribó dos casas hace unos días. ¿Nada
tienen que decir Narciso Agúndez, gobernador, y Luis Armando
Díaz, alcalde de Los Cabos? Porque, además, Destiladeras
Cabo del Este S de RL y Cragar Desarrollos son dos inmobiliarias
que se disputan hasta hoy los terrenos donde están edificadas
las casas de los cabopulmeños. Una pelea de piratas y no
en el Caribe sino en el Pacífico mexicano.
Una de ellas, Cragar Desarrollos, ha decidido usar el método
de demolición para apropiarse de las casas, los terrenos
y el pueblo mismo, despojando a los habitantes y a los sudcalifornianos.
Dice Alejandro Olivera, coordinador de la campaña de océanos
de Greenpeace: Éste es el modus operandi de muchos
desarrolladores turísticos. Desalojan, destruyen e intimidan
a la gente que ha vivido ahí por generaciones. Es otro ejemplo
más de cómo se dan algunos de los desarrollos turísticos
en Los Cabos. No estamos en contra del turismo, creemos que la región
tiene un gran potencial siempre y cuando se respete a la comunidad
y el medio ambiente. Pero con los métodos de la poderosa
empresa Cragar ahora hasta la protección en la zona a las
tortugas golfinas está en problemas.
¿Al gobernador Agúndez no le gustan las tortugas?;
¿al alcalde Díaz no le interesa el buceo submarino?
¿A ninguno de los dos les importa un arrecife de corales?
Es posible; pero a los sudcalifornianos sí les interesan
los peces, las tortugas y los arrecifes. Lo han demostrado por muchos
años.
Quizás tengan tiempo si el gobernador y el alcalde
no actúan como lo manda la ley y lo demanda la comunidad
de exigir la intervención de las autoridades federales. No
es mucha la esperanza; pero algo es algo. Ir al inicio
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