La Casa Blanca está obligada a castigar a culpables y compensar a víctimas: relator
Niega ex jefa del servicio secreto británico haber sabido de los abusos de la CIA contra detenidos
Jueves 11 de marzo de 2010, p. 21
Ginebra, 10 de marzo. El relator especial de la Organización de Naciones Unidas para la tortura, Manfred Nowak, hizo pública su crítica al presidente Barack Obama y lo acusó de no haber investigado las denuncias de tortura ocurridas bajo el mandato de su predecesor, George W. Bush.
El gobierno de Obama no hace lo suficiente para remediar lo que se ha hecho en el pasado
, puntualizó, al señalar que se trata de una cuestión de derechos
.
Nowak recordó que Estados Unidos, como miembro de la Convención de la ONU contra la Tortura, tiene obligaciones legales muy claras que estipulan que en caso de informaciones o denuncias de tortura, hay que realizar investigaciones independientes y eficaces.
Defensores de los derechos humanos acusan a Washington de haber trasladado prisioneros hacia lugares de detención secretos, utilizados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en varios países para someter a presuntos terroristas a interrogatorios más duros. El gobierno de Bush (2001-2009) reconoció haber utilizado estos lugares secretos, aunque dijo tener garantías de que no se había torturado a nadie.
El relator aseguró que la Casa Blanca y Obama tienen una obligación nacional
de investigar las denuncias para juzgar a los culpables y dar compensaciones a las víctimas. La guerra antiterrorista
de Estados Unidos tuvo una influencia muy negativa en la prohibición total de la tortura
, deploró.
Durante una intervención anoche en la Cámara alta de Londres, la ex jefa del servicio secreto interior Eliza Manningham-Buller aseguró no haber tenido constancia de las supuestas torturas aplicadas a sospechosos de terrorismo por agentes de la CIA.
Los estadunidenses se cuidaban mucho de que personas como nosotros no nos enteráramos de lo que ellos hacían
, dijo, al rechazar las acusaciones de que agentes británicos podrían haber tenido conocimiento de las torturas en prisiones secretas y, de este modo, las habrían apoyado indirectamente.
El gobierno británico ha sido acusado de estar al tanto de las torturas practicadas en la polémica prisión de Guantánamo.