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Hoy, última presentación del espectáculo de Savion Glover

Bare Soundz, viaje del remoto pasado hasta nuestros días sólo con los pies
 
Periódico La Jornada
Viernes 26 de marzo de 2010, p. 9

Savion Glover, Marshall Davis Jr. y Maurice Chestnut salieron al escenario, se subieron a una tarima cada uno y con la música que hacía el baile de sus pies parecían decir: hola, qué gusto estar con ustedes, los invitamos a disfrutar.

Durante el concierto en el Teatro de la Ciudad, con sólo el baile de seis pies evocaron desde lo más ancestral hasta nuestros días, con un homenaje a John Coltrane. Había piezas en las cuales eran como una banda completa e incluso se podía escuchar la melodía transmitida por un instrumento (los pies) en apariencia sólo rítmico.

Glover, uno de los grandes músicos en el mundo, cuyo instrumento son los pies y que ha revolucionado el tap, llevándolo al hip hop, el jazz y la música clásica, se presentó por primera vez en México, invitado por el Festival de México (Fmx). Ofreció el espectáculo Bare Soundz (Sonidos desnudos, o Al desnudo).

En algunas canciones entablaban un diálogo entre los tres, con mucha improvisación; en otras, Davis y Chestnut hacían el ritmo que acompañaba a Glover. También hubo solos, en los que cada uno expresaba muy distintos sentires. Viajaron del remoto pasado, como cuando Davies, con enorme determinación en la mirada y quizás hasta furia, interpretó una pieza que remitía a África; hasta nuestros días, con Mongo Santamaría.

Lo que hacemos sólo es de hoy porque lo hacemos con la energía de 2010, pero es del pasado. Lo único contemporáneo es la persona que lo hace; el arte en sí es tan antiguo como la Tierra, dijo en entrevista Savion Glover la mañana de la presentación.

Se notaba que los tres disfrutaban enormemente lo que hacían. Glover no dejó de sonreír y por momentos era como si jugaran juntos. De tanto que disfrutaban, uno podía olvidar que hacían algo de complejidad asombrosa. Por un lado está la parte técnica: Glover mueve los pies a velocidad alucinante, tiene una coordinación perfecta y hasta se puede escuchar la melodía en una pieza. Va más allá: cuenta historias, transmite sensaciones.

Durante el concierto uno podía cerrar los ojos y sólo escuchar, una de las mayores inquietudes de Glover: el baile como música, sin que necesariamente sea visual. Algo que remite a cuando los esclavos africanos tenían prohibido usar instrumentos y, por tanto, usaban el cuerpo para hacer música.

Ahora el artista estadunidense da un paso más. Al preguntarle en qué música está interesado, respondió: Ésa es la cosa. Ya no es la música. Me gusta el sonido de esa agua (una fuente a la distancia), el sonido de ese plato (del restaurante, un piso abajo de donde estaba), del elevador. Me gusta el sonido. Ya no me gusta la música (lanzó una carcajada). Me gusta el sonido. Para mí, ahorita la música está en un lugar extraño. Me gusta el sonido. Me gusta John Coltrane. Me gusta ese taconeo...

De vez en cuando, en medio de una pieza se escuchaba el aplauso entusiasta de alguien que no pudo aguantar más. Pero, en general, quizá por temor a sacarlos de concentración, el público se esperaba al término de cada canción para ofrecer un nutrido aplauso. Al final se despidió de ellos con una ovación de pie, tras un encore.

Bare Soundz se presenta hoy, a las 20:30 horas, en el Teatro de la Ciudad.