Alfileres en ningún mapa
i alguien tiene la vocación de escribir, ¿tiene la obligación de hacerlo? No. ¿Tiene el deber? Sí, pero se trata de un deber límpido. No de una presión, sino de un caminar tranquilo/ de estrella o primavera sin premura
. Una cascada cae también así, una desembocadura se da también de ese modo. Una estrella que explota explota sin premura.
• Las obligaciones surgen de la coerción social, no del individuo. Ni incluso el individuo en comunidad (la comunidad a su vez vista como individuo –pues la sociedad, que exalta al individuo, propicia el deterioro, por no decir la destrucción, de la comunidad) tiene obligaciones: tiene deberes. Y tales deberes, ¿nacerán de una vocación? Sí, de la vocación de libertad que todo individuo y toda comunidad tienen: el individuo que trabaja por la libertad de su comunidad, sin la cual difícil o imposiblemente él mismo sería libre, trabaja desde luego por su propia libertad, esencial parte, si así puede decirse, de la libertad de su comunidad.
• La llamada sociedad civil tiene alguna noción, por no decir nostalgia, de esto. Quisiera todavía ser comunidad; sabe que ya es imposible, pero experimenta que no es imposible sentir y hacer sentir esa aspiración (la fuerza del mito no tan distinta de la fuerza de la sangre) en sociedad.
• La vocación impulsa, pero no obliga.
• Cumplir con las obligaciones y no cumplir con el deber algo trágico supone, convoca, atrae. Todo trabajólico lo sabe.
• ¿Y hay artistas trabajólicos? Sobran. Obligados a ser artistas curiosamente dejan de cumplir con la vocación de serlo. Dicho de otra manera, explotan un lenguaje, no son ese lenguaje.
• El artista no es sino lenguaje, y si no se disuelve en lenguaje –el lenguaje para el que fue llamado, convocado, el lenguaje que lo llamó a verdaderamente vivir–, sin duda morirá.
• El río de mi pueblo, dice el poeta, no es el Tajo. Es nada más un río, naturalmente, y es importante porque vaya que no le importa la importancia.
• Cuánto escritor importante, sin naturalidad –con pretensión, sin vocación.
• La artesanía acompaña, es buena compañía, porque nace de pensar en el prójimo (que bien puede ser uno mismo, por uno mismo considerado como prójimo). De ahí la proximidad de la artesanía.