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Andrés Moya, catedrático de Valencia, habló sobre ética en la UAM Cuajimalpa

Los científicos deben ser autocríticos sobre las implicaciones de su trabajo
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de febrero de 2012, p. 3

Sin una sólida educación científica obtenida desde la formación básica, las sociedades no lograrán consolidar un criterio claro e informado en sus ciudadanos para participar en un urgente debate ético sobre el futuro de la ciencia y su impacto en el mundo, afirmó Andrés Moya, catedrático de la Universidad de Valencia, experto en filosofía, evolución experimental y genómica evolutiva.

En una conferencia magistral, en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Cuajimalpa, sobre los retos que impone el desarrollo de la biología sintética y los principales avances de la ciencia en biología, neuoriencias y ciencias de la computación, Moya destacó que los especialistas deben tener mayor capacidad de autocrítica y reflexión para analizar cuáles son las implicaciones de su trabajo y el papel que debe jugar la sociedad en la toma de decisiones.

No obstante, dijo, si el futuro del planeta está en manos de la especie humana, debido a los daños ocasionados por el cambio climático, la contaminación y el deterioro de los ecosistemas que ha llevado a una acelerada pérdida de la biodiversidad, nos corresponden abrir también el debate ético sobre el trabajo científico y la responsabilidad que tenemos quienes lo desarrollamos.

Frente a la posibilidad, aunque aún remota, agregó, de que el hombre genere nuevos entes biológicos para realizar funciones específicas, o ante el desarrollo de alternativas para suplantar órganos humanos por otros inorgánicos, debemos preguntarnos si hemos iniciado un proceso de transevolución frente a la capacidad humana, cada vez mayor, de modificar su entorno, lo que nos obliga también a una reflexión sistemática de nuestro quehacer.

Catedrático de genética en la Universidad de Valencia y ex director del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de esa casa de estudios, Moya reconoció que ante la diseminación de los grupos de investigación interesados en la biología sintética en todo el mundo, es un hecho incontenible que seguirá el desarrollo de la llamada vida sintética, tarea que no siempre está regulada por normas específicas, como ocurre en la Unión Europea.

La ciencia, advirtió, también se ha vuelto aliada del poder, como en el pasado lo hizo la Iglesia católica, y no siempre se tiene presente que es un bien colectivo que demanda a los científicos una reflexión seria e informada de cara a sus sociedades sobre el camino que debemos seguir para salvar el planeta, y con ello, nuestra especie.