¿Discrepancias entre los gobiernos federal y local?
arece que algo se rompió en la relación, hasta hace algunos días muy buena, entre el gobierno de la ciudad de México y el federal.
¿Qué pasó? Se sabe poco, se especula mucho, pero lo cierto es que los hechos van marcando ciertas diferencias en las formas de gobernar que podrían haber dañado el trato político que mantenían los dos mandatarios, Miguel Ángel Mancera y Enrique Peña, y que se ha tratado de disimular, probablemente para no crear un foco de escándalo, pero los hechos van marcando las diferencias.
Hace apenas un año los orígenes políticos de uno y otro parecían señalar senderos sin lugar de convergencia, pero las reuniones, los actos públicos en los que Mancera se había convertido en infaltable, daban idea de que la relación entre los mandatarios había hallado un espacio de acuerdo en el que, desde luego, Peña Nieto marcaba la pauta.
Bajo ese entendido caminó la política nacional hasta el final de agosto, cuando los maestros organizados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación decidieron tomar el Zócalo y marchar por las calles principales para exhibir a plenitud su protesta por la imposición de la llamada reforma educativa, que la supuesta simbiosis sufrió cambios.
Aunque hay quien asegura que en ningún momento hubo presión directa de Peña Nieto o de alguno de sus secretarios sobre el gobierno de la ciudad, estaba claro que los que por su raza hablaba su espíritu, es decir la televisión y la radio, unidos en un solo discurso hicieron todo lo posible por empujar a Mancera a un acto de represión que, desde luego, lo marcaría para siempre.
Como ya hemos explicado en este espacio, Mancera se negó a ejecutar los deseos que principalmente desde las pantallas de televisión hacía sentir el gobierno fedral, y así llegó el domingo 8, cuando Peña Nieto presentó su reforma hacendaria, con la que tampoco parece estar de acuerdo Mancera. Fue visible su figura adusta; contrastó en todo momento con la euforia de los miembros del PRD que aplaudían como focas en pleno espectáculo.
Después vinieron los festejos patrios, y aunque en el Gobierno del DF que se dijo sí se invitó al titular, tanto a la ceremonia del Grito como al desfile militar del 16, en Los Pinos no hubo quien confirmara la versión. De cualquier manera, por lo que se vio, Mancera, en tal caso, optó por no asistir a esos festejos.
Con anterioridad a esto les platicamos de la llamada Cruzada Nacional contra el Hambre, que no ha logrado penetrar, como pretendía el gobierno federal, a la ciudad de México; fue un punto de discrepancia entre las dos formas de gobierno, pero no se le quizo dar mayor importancia.
Las cosas no parecen estar muy bien ahora entre los dos gobiernos, y esto ha hecho que, cuando menos en apariencia, cada uno camine por su sendero. Ahora la izquierda, a la que pertenece Mancera, enfrenta la postura de Peña que busca entregar la riqueza energética a la iniciativa privada, nacional y extranjera, a lo que el jefe de Gobierno del DF se opone.
De acuerdo con eso, entre los dos gobiernos seguirán las discrepancias, y Mancera deberá tener en cuenta que aquí, en la ciudad de México, Enrique Peña Nieto no ganó las elecciones presidenciales, y que él, Miguel Ángel Mancera, consiguió una votación histórica en su favor.
Ahora está en marcha una nueva reunión entre la Secretaría de Hacienda y el Gobierno del DF para establcer un fondo para la reparación de los daños que causan las manifestaciones en contra de las medidas que impone el gobierno federal. Habrá que esperar qué es lo que de ahí sale para saber cómo andan por estas fechas los ánimos; ahora que si ese fondo servirá para que se presione más al GDF, y tome carta de naturalización la macana, mejor se debe decir no. Esperemos.
De pasadita
Los panistas, siempre listos a tomar las oportunidades que se les presenten, aunque después, como ya se ha visto, no sepan qué hacer con ellas, quieren impedir, por ley, la protesta popular, que regularmente va dirigida en contra de las acciones de la derecha. Está bien que la derecha tome su lugar, pero sobre todo que la izquierda tenga en consideración cuál es el suyo. O ¿ya se les olvidó?