El presidente de la Cámara de Diputados desafía al STF para seguir con el impeachment
Jueves 24 de diciembre de 2015, p. 18
Río de Janeiro.
Hasta para los que no conocen límites las acciones del presidente de la Cámara de Diputados brasileña, Eduardo Cunha, son inimaginables. Luego de ver anuladas por el Supremo Tribunal Federal (STF) las maniobras que inventó para acelerar el proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff, Cunha decidió desafiar a los magistrados.
Primero, anunció que presentará un recurso contra la decisión. Luego, declaró a la prensa que a las dos de la tarde del martes 22 de diciembre, se reuniría con el presidente del STF, Ricardo Lewandowski, para pedir aclaraciones
. También pidió celeridad en el análisis
del recurso que pretende presentar tan pronto termine el receso del Poder Judicial (Feria Mayor), el primero de febrero. La iniciativa despertó indignación entre los magistrados: Cunha ni siquiera había pedido una audiencia formal con Lewandowski. Es decir, avisó, por la prensa, que se reuniría para quejarse: una evidente forma de intentar presionar a la máxima magistratura del país.
Lewandowski lo citó para las dos de la tarde del miércoles 23, y a pesar de los pedidos del diputado, permitió que la prensa asistiese al encuentro. Con eso demostró de manera explícita su desconfianza con relación a Cunha, no dejándole espacio para que, al salir del encuentro, diese su propia versión.
Además, permitió que la prensa conociera con claridad cuál es la posición de los miembros del Supremo Tribunal Federal: alertó al diputado que su estrategia es intempestiva
, recomendándole que antes lea el reglamento interno del tribunal (e, irónicamente, le regaló un ejemplar).
La estrategia de Cunha es clara: él argumenta que la decisión que determina cuál es el procedimiento a seguir en el juicio que pretende destituir a la mandataria es confuso
. Lewandowski le contestó que la decisión, adoptada por amplia mayoría de votos es clarísima, sin espacio para dudas.
Cunha amenaza con paralizar todas las actividades de la Cámara de Diputados mientras el Supremo Tribunal Federal elimina todas las dudas que integrarán el recurso que él presentará al terminar el receso judicial. El presidente del tribunal indicó que dará prioridad al tema, pero respetando los tiempos del reglamento interno. Reiteró que si el recurso de Cunha es presentado antes que la decisión de los magistrados sea oficializada, será rechazado.
La traducción de lo ocurrido es clara: las escandalosas maniobras de Cunha para forzar la destitución de Dilma fueron anuladas. Habrá que empezar de cero. Con eso aumentó aún más el desgaste de Cunha y se consolidó un espacio de alivio para la mandataria.
Cuando terminen ambos recesos –el judicial y el del Congreso– los magistrados del STF tienen otra tarea en espera: juzgar el pedido del procurador general de la nación para directamente apartar a Cunha de la presidencia de la Cámara y suspender su mandato. Las alegaciones son claras: el diputado maniobra para impedir que sus pares lo procesen por quiebra del decoro parlamentario. Además, hay océanos de pruebas de sus actos de corrupción. Contra él están en curso tres investigaciones en el mismo Supremo Tribunal Federal que intenta presionar.
Frente a ese cuadro, el ministro de la Casa Civil, Jacques Wagner, cuya función es la de coordinar todo el gabinete de la presidenta, declaró que 2015 ha sido un año durísimo, pero que llega al fin mucho mejor de lo que se podría esperar
. Quizá sea un comentario demasiado optimista: al fin y al cabo lo único que cambió fue el escenario en que se llevará a cabo el juicio que pretende acabar el mandato de Dilma Rousseff.
Está claro que hay mucha cosa generada por la crisis y que de aquí al 31 de diciembre todavía estaremos en 2015. Cunha sufrió una derrota importante, pero los conspiradores siguen firmes en sus propósitos.
Los que no se resignan al resultado de las elecciones de noviembre de 2014 prometen seguir con sus intentos. Las consecuencias sobre el país de sus obsesiones parecen no importarles: hay receso en las actividades del Congreso, no en las de quienes conspiran sin tregua.