En México alrededor de cinco millones de niños de primaria y secundaria han consumido bebidas alcohólicas en alguna ocasión y un millón y medio de jóvenes de secundaria y bachillerato consumen más de cinco copas, aseguró Nora Frías Melgoza, directora general de Participación y Vinculación Internacional de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), quien dijo que reforzarán medidas de supervisión en establecimientos para evitar la venta de licor a menores.

Incluso indicó que expender alcohol a este sector de la población se equipara con corrupción de menores. Quien venda o suministre alcohol, añadió, recibe hasta cinco años de prisión.

Cada vez disminuye la edad y aumenta la cantidad de consumo de alcohol entre jóvenes de 10 a 17 años. Éste ha detonado, pues a los menores se les estimula desde el seno familiar a consumir bebidas embriagantes.

Para enfrentar el problema, manifestó que en 2017 la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) vigilará que restaurantes, bares y tiendas de autoservicio no vendan alcohol a menores de 18 años.

“Estamos en una etapa de información y educación, pero el año que entra Cofepris empezará a hacer verificaciones para ver si de veras está pidiendo credencial que acrediten mayoría de edad.

Nuestros niños no deben estar en un antro bebiendo alcohol, se les debe impedir el acceso. Hay muchos lugares que omiten exigir una identificación. Hoy trabajamos en que se pida, que sea parte, incluso, de una bitácora de todas las tiendas. Este es un problema nacional, reiteró la funcionaria.

Luego de la firma de colaboración con el instituto Pernord Ricard México para combatir ese consumo nocivo, Elena Barrero, del consejo de investigación de la Universidad Anáhuac y presidente del consejo de investigación de dicha fundación, indicó que de acuerdo con un estudio que realizaron a 4 mil 500 años, 88 por ciento aceptaron que probó algún trago a partir de los ocho años.

“Hay una serie de creencias en las familias mexicanas. Una es que al padre se le hace chistoso ofrecer alcohol al hijo o enseñarle a beber.

El segundo factor es cuando observan que sus padres lo consumen para evadir problemas o supuestamente relajarse, el niño absorbe esto y los jóvenes ante muchos problemas repiten el patrón de conducta. La tercera es la falta de control parental, cuando los niños beben cuando están solos en casa, refirió.