La capital en vilo
Oro a US$10,000 (¡así, con cinco dígitos!) la onza, según James Rickards
Guerra sucia: justicia que se aleja
Ibiza: turismo deja sin casas a habitantes
El eco y las cenizas
Adiós, Victorino, ejemplo ganadero de minorías y emoción de multitudes
u llegada estaba prevista, pero no tan pronto: el sondeo recientemente efectuado por Associated Press NORC, según el cual apenas 24 por ciento de los estadunidenses cree que su país marcha en la dirección correcta, prueba que las ilusiones que la elección de Donald Trump sembró en los sectores ultraconservadores estaban destinadas a ser flor de un día.
Piden que ciudadanos fiscalicen recursos para reconstrucción
la comunidad universitaria, al gobierno federal y al Congreso de la Unión:
entro de la oscuridad emocional que hemos vivido las semanas recientes por los trágicos efectos de los sismos, ha habido destellos luminosos que fortalecen la esperanza.
os sismos del 7 y 19 de septiembre han sido motivo de reactivación del discurso según el cual los efectos destructores han sido a causa de fenómenos naturales. Hemos sufrido el embate de la naturaleza
, se dice, y desde luego se utiliza el concepto de desastre natural
para hacer referencia a todos los derrumbes de edificios, desalojos, muertos y heridos (humanos y animales) y desaparecidos, incluso.
einte minutos. Ese es el tiempo promedio de cada reunión individual entre Michel Temer y 50 diputados el pasado martes. Una jornada de casi 17 horas: todo un maratón.
partir del 4 de octubre se dieron en Moscú reuniones en las que se tomaron acuerdos en la Sexta Semana de la Energía, Rusia 2017. Participaron, además de Rusia, miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como Venezuela, Arabia Saudita, Argelia e Irán, y otros países no miembros.
uelvo a los dilemas de la reconstrucción, luego de una breve y desagradable visita al mundo raro de los partidos, con sus ocurrencias y humillaciones a la ciudadanía y su flagrante falta de respeto a los damnificados del sismo y a quienes perdieron seres cercanos y queridos. Mal rato y peor trato el que nos han hecho pasar los dirigentes políticos quienes ahora como rebaño al borde del precipicio tuercen la mirada hacia los despropósitos panistas. Primera o segunda estación, pero desde luego no la última y hay que hacer acopio de paciencia y prudencia para capear el temporal que viene, una vez que suene el disparo y empiece la gran carrera sucesoria.
ataluña declarará su independencia y comenzará así un largo periodo de conflictos duros con el gobierno español. El pedido de mediación formulado a la Unión Europea por el gobierno catalán no conducirá a nada ya que las autoridades de Bruselas son tan neoliberales como las españolas y, además, no quieren abrir la caja de Pandora de las independencias ya que si reconocen la catalana detrás podrían venir los vascos, los gallegos, los andaluces, los canarios, en España, los corsos y bretones en Francia, los de la Liga Norte y el Tirol en Italia, los flamencos en Bélgica, los escoceses, galeses y nordirlandeses en el Reino Unido, por no hablar de otras muchas, y la Unión Europea (UE) debería reconocer la independencia de Crimea y del Donestk favoreciendo a Rusia.
onald Trump ocupó mucho de su discurso en Naciones Unidas para afirmar que fue electo para defender la soberanía estadunidense. Dijo que todos y cada uno de los Estados miembros también buscaban defender su propia soberanía. ¿Qué quiso decir con esto?
A todos en determinado momento nos sacude un sismo interno y si nos hace cambiar, crecemos, apunta Elías en charla con Elena Poniatowska. Arriba, en una imagen de la escritora
on tiento, pues no sé si alguien más lo ha hecho ya, doy la bienvenida a Mariana Elizondo al amplio y diverso mundo de la literatura. Y, aunque alguien más lo haya hecho ya, con arrojo celebro Ella quiere ir a París.
na comunidad insumisa. En La balada del Oppenheimer Park, el documentalista mexicano Juan Manuel Sepúlveda (La frontera infinita, 2007; Lecciones para una guerra, 2012) ofrece una crónica urbana novedosa y arriesgada. Luego de convivir dos años, en un parque de Vancouver, a lado de un grupo de personajes indigentes, originarios, casi todos, de las reservas indígenas del oeste canadiense, el cineasta plasma sus faenas cotidianas de okupas despreocupados y desafiantes. Ninguna reivindicación social aparente hace las veces de manifiesto político frente a la ciudad blanca que a regañadientes tolera su presencia. Lo que sí expresan, sin medias tintas ni rodeos, es su derecho a instalarse en un territorio canadiense que históricamente consideran propio e inalienable, improvisando en el parque Oppenheimer un microcosmos de aborígenes dipsómanos y ruidosos, desterrados en medio de la próspera ciudad anglosajona, nómadas afincados temporalmente en un barrio que, sin esa diaria estridencia suya, semejaría un plácido refugio para jubilados.