La mesa de negociaciones, sacudida por sorpresas simultáneas
Sábado 20 de enero de 2018, p. 21
Moscú.
El conflicto armado en el este de Ucrania entró este viernes en una inesperada fase, en la que –al margen de las iniciativas que buscan romper el impasse de ni guerra ni paz que prevalece– nadie sabe qué podría ocurrir ahí en el corto plazo.
Queda la impresión de que todas las partes involucradas –Ucrania, por supuesto, los separatistas y Rusia (aunque ésta no quiera reconocerse como tal), Alemania y Francia (que en nombre de la Unión Europea encabezan un esfuerzo mediador) y Estados Unidos (cuyo respaldo a Kiev es fundamental)– se encontraron, desde su perspectiva divergente, con sorpresas simultáneas que barrieron de golpe todas las piezas del tablero de la negociación, donde permanecían ya durante mucho tiempo inamovibles, sin propiciar avances.
El Kremlin y los separtistas de Donietsk y Lugansk, que sobreviven gracias a su protección, no esperaban que Ucrania aprobara una ley que declara las regiones que no se supeditan a Kiev territorios ocupados
y califica a Rusia de país agresor
, acusaciones que ponen en entredicho lo acordado en Minsk, considerado hasta ahora la única hoja de ruta aceptable para un arreglo político.
Alemania y Francia, impulsores de ese proceso negociador, aún no se reponen de su perplejidad ante la conclusión que sacó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras reunirse en Washington con su homólogo de Kazajstán, Nursultán Nazarbayev, el vitalicio gobernante de ese país centroasiático, en el poder desde que ascendió a la cúpula del Partido Comunista, cuando aún existía la Unión Soviética.
Trump y Nazarbayev coincidieron en que el proceso de Minsk está más muerto que vivo y, por ello, es necesario trasladar las negociaciones a un nuevo sitio, se sobrentiende que la capital kazaja, Astaná, lo cual presupondría comenzar desde cero, desconociendo los entendimientos ya alcanzados (aunque no se hayan podido cumplir).
La noticia tomó literalmente en traje de baño al presidente ruso, Vladimir Putin, quien –apenas concluyó el espectáculo electorero de sumergirse en un lago helado para cumplir el rito ortodoxo de la epifanía– reunió a su consejo de seguridad para reiterar que para llegar a una solución en el este de Ucrania no existe alternativa al mecanismo negociador de Minsk.
Con un tablero ya sin piezas, todos –menos Rusia– manifestaron que quieren jugar con nuevas reglas. Habrá que ver quién se impone.