La actriz Julieta Egurrola encarna con prodigio al complejo Hamlet.

Egurrola conduce con carácter la primera parte de La tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca, dirigida por José Caballero, que el jueves se estrenó en el Teatro del Bosque Julio Castillo.

Esa tragedia de Willliam Shakespeare sobre la venganza de Hamlet por el asesinato de su padre, que cubrirá como una ola a la corte entera, concluirá funciones el 22 de septiembre; está basada en las traducciones de Tomás Segovia, Ángel-Luis Pujante y Flavio González Mello.

El montaje comienza con un escueto diálogo entre el príncipe Hamlet y su amigo Horacio: ¿Recuerdas cómo fue todo? –Como si fuera ayer –le contesta.

Luego ocurre la escena en las afueras de Elsinor, donde aparece el espectro del monarca asesinado. Viste yelmo y una espada a la usanza antigua, ante los que montan guardia en Elsinor, portan relucientes rifles semiautomáticos y vestimentas de soldados contemporáneos.

La escenografía sencilla y móvil se compone de dos espacios que en momentos se integran o se contraponen a partir del pacto con el espectador. Un par de estructuras móviles que son paredes, patios, pilares y pasillos, según su disposición y la iluminación desbordante; hay además una escalinata.

La actuación, aparte de los personajes femeninos, corre a cargo a partes casi iguales de actrices y actores que asumen algunos personajes masculinos a contrapelo de la interpretación original en tiempos de Shakespeare, cuando la participación femenina estaba prohibida en el teatro. Mujeres en papeles de hombres e incluso Julieta Egurrola como el varón Hamlet mientras usa vestido. No hay, en contraste, ningún hombre ataviado de mujer.

El detalle de los guardias refiere a situaciones de gran violencia: en los márgenes de la celebración medran los guardaespaldas portando rifles de asalto, los clásicos anteojos negros y trajes oscuros. En otros lares, los soldados esgrimiendo fusiles.

Certeza de la venganza y sentido común como fardo

Julieta Egurrola expone con potencia la raíz del dolor y destino trágico de Hamlet, concentrados en la frase ‘‘no puede ser bueno, no puede acabar bien” y más adelante la sanción sobre sus pasos siguientes: ‘‘Esta época está fuera de quicio. Amarga maldición haber nacido un día para ponerla en orden”. Así la pena y el duelo lo llevan a una lógica y solitaria locura: la certeza de la venganza y el sentido común como un fardo. La figura de Horacio a la orilla del escenario o en diálogo con Hamlet es visible, como una sombra, conciencia y memoria; como el sentido común que se sorprende ante la realidad y la radicalidad de las acciones de su amigo. En ocasiones como un espectador, en otras, da su anuencia o disiente.

Una y otra vez la referencia a la posesión del sentido de la existencia. Y Hamlet que en su desvarío aparece como el único poseedor de lógica mientras las paradojas florecen cerca del poder: ‘‘con cebo de mentiras descubrimos la verdad”, sostiene Polonio; o ante el engaño diplomático de que es objeto, Claudio se ufana de una gran victoria.

Julieta Egurrola, quien viste una camiseta del álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de Los Beatles: decreta: ‘‘Los actores son el epitafio y el compendio de los tiempos” luego de que tuviera que alejar a Ofelia.

Los diálogos en que Hamlet pone en juego la lógica destacan, cuando habla de la justicia con sus interlocutores para reclamar y revelar sus objetivos: no decir pero obtener la verdad incluso de sus amigos cercanos Rosencrantz y Guildenstern, llamados para encontrar el origen de los actos del joven. Y a través de la ficción de la compañía de actores que acuden al palacio a confirmar el asesinato de su padre por Claudio. Aquí culmina la primera parte.

Las funciones de la primera parte de La trágica historia de Hamlet.. son jueves, viernes y sábados (19 horas) y el domingo (18 horas) en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (Reforma y Campo Marte). La temporada concluirá el 22 de septiembre.