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Tu colonia

El asentamiento fue fundado por los picapiedra

A golpe de marro y con dinamita, Pueblo Quieto surgió entre lava del Xitle

Los primeros pobladores llegaron desde Guanajuato para explotar las canteras volcánicas de 23 hectáreas

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▲ Los fundadores domaron la zona de trabajo y aprovecharon su experiencia para construir las primeras viviendas de Pueblo Quieto, que con el paso de los años los herederos transformaron en casas de tabique y concreto, aunque otros como doña Tere y don Jesús, cuya morada es en parte de roca.Foto tomadas de redes sociales y Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de octubre de 2025, p. 29

A golpe de marro, entre los pedregales de lava del volcán Xitle, 20 familias levantaron una colonia en 23 hectáreas de la ahora alcaldía Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, conocida como Pueblo Quieto.

Fue fundada por los picapiedra, como se recuerda a aquellos hombres dedicados a la explotación de la cantera y cuyo trabajo fue esencial para el desarrollo urbano de esta capital.

Originarios del municipio de Doctor Mora, Guanajuato, los primeros pobladores hicieron sus viviendas en los huecos que abrían, mucho antes de que llegara la urbanización. Actualmente 200 lotes conforman la colonia.

José Guadalupe Guadiana aprendió el oficio de su padre. A él ya no le tocó picar la piedra, pero si separarla y sacar la mazmarria, como conocían a la piedra chiquita. Cuenta que sus progenitores construyeron su casita de pasto, aunque también las había con techos de paja, láminas de cartón, muros de piedra y lodo. Otros habitaron en las cuevas que se hicieron por la misma explotación de la piedra que acondicionaron para vivir en ellas.

Manuel Carranza, otro vecino de la colonia Pueblo Quieto, narra que Francisco Linares Tejeda fue quien obtuvo la concesión para explotar la cantera y por eso se le conocía como el dueño de esta zona de piedra volcánica.

Más tarde llegaron los capataces que organizaron a los canteros, entre los que se recuerda a Bonifacio Suárez y Jesús Trique. Fueron hombres que rompieron la piedra que sirvió para la construcción de calles y avenidas de la ciudad, como el Anillo Periférico, en 1967.

La zona en la que se construyó Pueblo Quieto también cuenta con sus personajes de leyenda. Uno de ellos es El Tigre del Pedregal, conocido bandolero de Tlalpan y Coyoacán, que tras asesinar a su concubina fue detenido en 1925 en la colonia Del Valle. Los habitantes de Pueblo Quieto aseguran que Isaac Mendicoa Juárez, el nombre real, era un “justiciero social” que robaba a los ricos para dar a los pobres.

Las nuevas generaciones

Ahora las casas en Pueblo Quieto son habitadas por los hijos de la segunda generación de canteros. Las primeras viviendas se levantaron entre jacalitos y veredas que recorrían todo el baldío. En ese entonces, “cada casa tenía un patio muy grande”.

A los hijos de estos trabajadores, “ya no nos tocó partir la piedra, pero nos tocó empezar a formar las calles, las casas y ver cómo retiraron los bancos de piedra. Yo recuerdo todavía esos bancos, donde jugaba, me divertía arriba de las piedras. Nos metíamos a las cuevas. Vimos cómo se formó la colonia”, rememora Martín Reséndiz Hernández, descendiente de canteros.

A ese recuerdo se suma el de Mauricio Quintero: “a mí me tocó todavía ver a una familia que vivía en una cueva al final de la calle (Emiliano Zapata), donde está el cárcamo; se alumbraban con mecheros de petróleo porque no tenían energía eléctrica”.

En Emiliano Zapata todavía hay viviendas que se sostienen con las piedras. Al fondo habitan doña Tere y don Jesús, una pareja de adultos mayores que tiene de pared las enormes rocas de lava, donde acondicionaron muebles para trastes e incluso anaqueles de almacenamiento para todo tipo de enseres.

La colonia se empezó a lotificar en 1979, a mediados del sexenio de José López Portillo. Ya en los 80 fueron escriturados. Quedaron terrenos de entre 115 y 140 metros cuadrados. Recuerdan que el presidente acudió, por lo que se organizó una recepción, todos se arreglaron y se formó una fila para recibirlo; sin embargo, López Portillo sólo estuvo unos momentos: su automóvil entró y salió en cuestión de minutos y ni siquiera se bajó de él.

Romper la piedra no fue tarea fácil, hubo trabajadores que perdieron la vida o quedaron lisiados. Los descendientes cuentan que era común ver en Pueblo Quieto a personas que les faltaba una mano, un pie o ambos.

Reséndiz perdió a su tío y primo el mismo día. José y Eligio Mendoza intentaron dinamitar la piedra y quedaron atrapados; por eso, en la colonia “cuando en una familia un integrante enfrenta una tragedia que los deja sin piernas o alguna mano reunimos recursos para apoyarlos”.

En Pueblo Quieto surgió una comunidad de hombres y mujeres aguerridos que primero lucharon por mantener sus hogares libres de invasores, paracaidistas, ejidatarios y políticos que buscaban favorecerse con los terrenos.

Pero ahora se defienden de los grandes desarrollos inmobiliarios porque la colonia se ubica en una zona de alta plusvalía que colinda con la calle Puente de Piedra y Periférico Sur, a un costado del consorcio sanitario Médica Sur.