Domingo 12 de octubre de 2025, p. 9
La violencia que afectan los entornos sociales de muchas escuelas “están generando no sólo efectos indirectos en la disputa criminal por el control territorial, como la suspensión de clases y el cierre de planteles, sino que además los maestros son objeto de amenazas y represalias con el fin de infundir temor en las poblaciones”, alertó el doctor Alberto Colín Huízar, integrante del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN.
Luego de una indagación de más de seis años en comunidades de Tierra Caliente, Michoacán, destaca, en entrevista con La Jornada, que este fenómeno está dejando una huella en la práctica docente que no es atendida por ninguna política pública. “Los grupos delictivos están atacando a todas las figuras de autoridad, como el maestro rural, que suele ser la voz crítica de la comunidad para confrontar estas dinámicas de violencia. Es un mensaje simbólico muy importante”.
Autor de la obra Ser maestro en los márgenes. Trabajo docente y violencia criminal en la Tierra Caliente de Michoacán, que será presentado la próxima semana en el marco del primer Coloquio sobre Violencias en la Educación. Escuelas en Territorios de Conflicto, que se llevará a cabo del 14 al 16 de octubre en la sede sur del Cinvestav, Colín Huízar señala que “al atacar a un sujeto que moralmente representa una figura con capacidad de liderazgo, como el profesor rural, las agrupaciones ilícitas implícitamente envían el mensaje de que son ellos quienes ahora tienen el control”.
El investigador reconoce que este tipo de ataques lamentablemente se han documentado en muchas regiones del país y no sólo en Tierra Caliente. “Esto tiene también afectaciones de diferente tipo en el alumnado, porque las escuelas son construidas por sus actores: profesores, estudiantes y familias. Y si uno de ellos es atacado, la escuela misma es atacada”.
El resultado, agrega Colín Huízar es la afectación a la vida escolar, que “implica muchas cosas, desde la interrupción de las actividades académicas hasta lo que se puede o no decir en el salón. La estabilidad emocional de los estudiantes y los maestros, e incluso, el de un currículum oculto que puede o no aparecer en las dinámicas cotidianas en el aula”.