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MANUEL STEPHENS
DANZA: INSTITUCIÓN Y MERCANTILISMO
Es un secreto a voces que la danza es la más castigada de las artes dentro de los programas de todas las instituciones involucradas en la promoción y difusión de la cultura. Paradójicamente, bailarines, coreógrafos y creativos no han dejado de multiplicarse en el país, han conquistado espacios a pulso y gritado su nombre para evitar caer en el olvido de los funcionarios en turno. Esta "especie en extinción" –como se autonombraron algunos años atrás para una serie de protestas– es múltiple. Aunque enarbolan las mismas peticiones, con vistas a propiciar las condiciones para ejercer su quehacer dignamente, en la comunidad dancística se viven francas desigualdades. Sin duda todos padecen el desdén institucional, pero unos más que otros.
Existen, grosso modo, tres grupos característicos en la danza no clásica (una descripción más detallada excede los límites del presente texto): el conformado por las compañías "subsidiadas": Ballet Teatro del Espacio, Ballet Independiente y Ballet Nacional de México (bnm); los grupos iniciadores y derivados del llamado "movimiento de danza independiente", presente desde la década de 1970; y un muy reducido número de compañías que se inclinan francamente hacia la industria del entretenimiento.
La danza en México en su gran mayoría depende para desarrollarse del inba y de Conaculta. La ausencia de una verdadera y eficaz planeación en cuanto a las necesidades de la propia comunidad dancística ha sido el error más grave de las últimas administraciones. Esta falta de interés y de visión institucional se ha hecho más evidente por situaciones recientes.
En primer lugar está el cierre de actividades del bnm fundado por Guillermina Bravo, en 1948. De inicio, Bravo anunció la "muerte" del Nacional y, posteriormente, la comunidad dancística se enteró por la prensa de su transformación y del paso del "bastón de mando" (para estar acorde con el vocabulario de lo que queda de esta compañía) a una nueva dirección. Todo es especulación respecto a cuáles fueron los criterios aplicados en esta decisión, como también es un enigma cuáles son las condiciones legales y los parámetros artísticos para la supervivencia del bnm bajo nueva administración. El tema de los subsidios en general, y en especial en este caso, es álgido porque no se han implementado aún medidas que aseguren la permanencia de otras agrupaciones, algunas ya con décadas de trabajo ininterrumpido y de prestigio artístico incuestionable, lo que contrasta con la vertical determinación de heredar el bnm a una coreógrafa en ciernes. ¿Por qué no se consultó a coreógrafos y bailarines con trayectoria sobre un asunto de tales alcances? De ninguna manera es algo menor, pues con una decisión como ésta el inba niega prácticamente a quienes han hecho la danza mexicana por treinta años.
Por otra parte está la arbitrariedad en la programación, carente de una planeación a conciencia que esté sustentada por mecanismos que acerquen al público a la danza. Es ahora un hecho cotidiano que para abrir los foros a las compañías de danza contemporánea se aplique como parámetro único el vender boletos, mientras los funcionarios se desentienden respecto a la difusión de las obras. Ahí está el caso de Contempodanza, dirigida por Cecilia Lugo, que para la celebración este año de su xxv aniversario, tuvo que emprender una protesta en la prensa para que los funcionarios del Centro Nacional de las Artes optaran por darle una temporada, que previamente se le había negado por razones exclusivamente mercantiles. Y aquí es donde entran las agrupaciones dancísticas que se dedican al entretenimiento.
Estas compañías son un éxito desde el punto de vista empresarial, pero subsisten como una excepción a la regla porque la iniciativa privada en México no es mecenas a menos que se trate de sus pares, no le importa la propuesta artística en sí. Es verdad que las agrupaciones comprometidas con la experimentación y con propuestas artísticas que no están dentro del establishment tienen que implementar vías para un mejor autofinanciamiento, pero estas estrategias no deben suplantar las obligaciones que tiene hasta la fecha el inba en cuanto a la difusión de la danza de autor, por llamarla de alguna manera. ¿O es que ahora el Palacio de Bellas Artes se dedicará a programar vacuos desfiles de moda danzados, como vimos recientemente?
La situación de la danza siempre ha sido crítica, pero ahora está tomando matices muy obscuros que hay que sanar de inmediato.
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