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HUGO GUTIÉRREZ VEGA
PERSPECTIVA MEXICANA DE MAX AUB (VII DE X)
Otro aspecto importante de la intensa actividad desplegada por Max en México fue su participación en la vida cinematográfica. Desde muy joven se había interesado en el cine. En su época de Agregado Cultural en París, desarrolló su afición por el arte cinematográfico que, más tarde y ya como secretario del Consejo Central de Teatro, llevó a la práctica. Recuerdo su trabajo de cine político y de propaganda al lado de Malraux. En México colaboró con Buñuel en Los olvidados, la película que permitió a Buñuel escapar de la asfixia provocada por el cine comercial y ganar el derecho a realizar su obra cinematográfica. Parece ser que esta colaboración, según decía Max, le quitó las ganas de volver a trabajar con Buñuel. "Él tiene una idea de la vida distinta de la mía." Sin embargo, la relación con Buñuel no se interrumpió y, en 1969, con ocasión de un viaje de Max a España, se entrevistó con el viejo Buñuel en Toledo, durante la filmación de Tristana, con el objeto de charlar con él y de obtener datos para un libro que, sobre la generación del 27 Max estaba preparando. Además del trabajo en Los olvidados, Max colaboró en otras películas, dio clase en la Academia de Cinematografía y fue asesor de la Academia de Artes Cinematográficas.
Capítulo aparte merece su labor en la Universidad Nacional y, particularmente, en la Radiodifusora Universitaria que, actualmente, es una de las más importantes de México y cumple un papel fundamental en la difusión de la cultura crítica. Max dio forma a Radio Universidad, definió las grandes líneas de su programación y estableció la política cultural de un organismo crítico rodeado por la gritería histérica de la radiodifusión comercial. Otra obra en la que Max intervino fue la de la colección de discos Voz Viva de México, obra que permanece y se ha acreditado de manera notable. Recoger las voces de los autores y elaborar ensayos críticos a guisa de presentación del disco, fue el propósito de una colección que, en la actualidad, cuenta con más de 250 títulos. El Colegio de México, la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, Radio Universidad, Difusión Cultural, el Fondo de Cultura Económica... esos fueron los escenarios de la prodigiosa actividad de Max en México. Mucho le dimos y más, mucho más le debemos. Valga mi testimonio de mexicano, a pesar de su humildad, para agradecer lo que hizo por nosotros, para reconocer la importancia de su labor reflejada en el desarrollo cultural de nuestro país.
Lo que me hace sentir más cerca de Max es su amor por el teatro. Pienso en él no sólo como dramaturgo, sino como promotor, cronista, crítico y hombre que conocía todos los secretos del escenario y la vida agitada de los camerinos. Mis veinticinco años de actor me acercan a este hombre de teatro en el más francés y preciso sentido de la palabra. El sosiego mexicano, bálsamo que cerró las heridas abiertas en los campos de concentración, le permitió escribir las obras que constituyen su teatro mayor. Recién llegó a nuestro país, escribió La vida conyugal y San Juan, obras fundamentales en el desarrollo de su trabajo teatral. El rapto de Europa y Morir por cerrar los ojos, son testimonios desnudos de la Europa hundida en el terror, en el mundo del confinamiento, la persecución y la huida.
(Continuará)
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