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Alejandro Marín
Presos en todavía cuento corto y repetitivo
Para Sergio Jerónimo Sánchez Sáenz
Foto: archivo La Jornada |
Genaro toca a la puerta, nadie responde. Intenta de nuevo. Se evidencia su delgadez extrema y su mala higiene. Su gesto resquebrajado, relieve de su rostro moreno, su pelo negro de la misma negrura de sus ojos grandes y caídos. Toca despacio y luego tenuemente más fuerte. Nadie responde. Es la hora de la medicina. Genaro ha trabajado desde su reclusión con la mente fija en salir antes de tiempo por Beneficios de Libertad Anticipada. Nadie responde. Abre tímidamente la puerta y encuentra a la enfermera sentada tarareando y jugueteando a risas con otra persona, algo chismorrean sin hacer caso alguno de que alguien abrió la puerta. Genaro ha cumplido a cabalidad dentro de lo posible. Está exento en el área de Pedagogía por su nivel académico de licenciatura, algo que resulta un lujo en el ambiente presidiario y una excentricidad. En este centro de readaptación social hay, porque le tocó un centro de avanzada, hasta preparatoria. Ha tenido buena conducta. Además ha participado en actividades culturales y deportivas. Se inscribió en un taller de integración familiar implementado por el departamento de Trabajo Social. Genaro pregunta por su medicina. Lleva dos días en espera de una respuesta. Es la novena vez que le interrumpen el tratamiento por cuestiones administrativas, por no encontrar al médico responsable, o porque la fila para consulta es tan larga que se termina el horario de servicio médico sin que todos sean atendidos. Su familia ha hecho vastos esfuerzos para comprar la medicina que debería proporcionarle el cereso. Si el tratamiento se interrumpe, la medicina deja de funcionar eficientemente y la enfermedad continúa agravándose. Genaro nunca ha sido formalmente castigado por desobediencia o mala conducta en cinco años que lleva preso. Ha hecho esfuerzos para mantener buena conducta a pesar de las provocaciones. Genaro pide participación e interrumpe las risas de la enfermera y su amiga. Pregunta por su medicamento y su tratamiento con tanta discreción y miedo que da lástima y da vergüenza mirar la escena. Le responden que vaya con el médico a preguntar. La enfermera sabe de su caso y de su tratamiento, sabe que puede continuarlo y sabe que sólo tiene que proporcionarle un vaso con agua. Ella tiene en su poder el medicamento y controla las dosis. "Vaya a preguntarle al médico." El médico lleva dos semanas sin presentarse. Pidió permiso por diez días y aún no vuelve. La enfermera no le da ni su medicamento ni otra respuesta que resuelva. Genaro insiste sin alzar la voz. La enfermera altiva lo corre, lo echa fuera y cierra la puerta.
A Genaro le es revocada la solicitud de Beneficios de Libertad Anticipada. ¿La razón? Prepotencia hacia el personal del centro de readaptación, interrupción de las labores del área de enfermería e irrupción en una zona no permitida para reclusos. El caso estará en revisión y habrá una pronta resolución según le informan a los defensores legales de Genaro, zapatista civil preso.
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