Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Presos en todavía
cuento corto y repetitivo
ALEJANDRO MARÍN
Poema
ODYSSEAS ELYTIS
Algo sobre Fanny Rabel
RAQUEL TIBOL
Antonio Gamoneda: la constelación del lenguaje
El exilio fecundo de Gombrowicz
ALEJANDRO MICHELENA
Sorpresa con Hegel
MANUEL JIMÉNEZ REDONDO
Jacques Prévert:
ni santo ni mártir
RODOLFO ALONSO
Columnas:
Galería
RODOLFO ALONSO
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Corporal
MANUEL STEPHENS
Cabezalcubo
JORGE MOCH
El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ
Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO
Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA
Directorio
Núm. anteriores
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Rogelio Guedea
Sin par
El escritor piensa en los escritores que escriben sobre escritores que piensan en su oficio. Piensa (esa tarde de pájaros) en el muro de piedra de la escritura. Levanta los ojos, pensando, para ver más allá de ese muro de piedra. Quiere ver las aguas del lenguaje: si mansas, si mostrencas. Quiere mojar su pensamiento en esas aguas un instante, al menos. En una hora incierta el escritor, como es obvio, no puede evitar pensar en mí. Me imagina o ve escribiendo en mi escritorio de la calle Russell, de espaldas a la ventana que da al muro de piedra de la escritura. Como le intriga saber a dónde voy con mis palabras, se levanta de su silla y avanza diez pasos hacia mí. No alcanza a mirar sobre mi hombro lo que escribo, pero antes de volver sus pasos se da cuenta de que mis papeles vacíos están pensando en él.
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