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La utopía de la lectura
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Felipe Garrido
Fusilamientos
Recuerdo cuando en el año once estuve a punto de ser fusilado. Con los Mata, con el negro Plácido, caímos prisioneros. Los capitanes enemigos, Baisa y Pacheco, ordenaron que fuéramos pasados por las armas y señalaron a cuatro hombres para que nos ejecutaran. Pero en ese momento, los capitanes empezaron a discutir: Baisa no quería que me fusilaran; en cambio Pacheco insistía en mi muerte. Discutieron tan recio que por poco se dan de balazos. Pero se impuso Pacheco. Vi caer a Jorge Mata. Después a su hermano Pedro, los dientes trabados. Seguía Plácido. Pacheco iba a dar la orden de fuego cuando Baisa me gritó: “¡Monta y pélate!” Con agilidad propia de los años juveniles, de un salto monté un caballo que se hallaba a corta distancia y emprendí veloz carrera, entre los breñales. Alcancé a oír la descarga. Después supe que, a un lado de sus buenos sentimientos, el capitán Baisa y mi madre, por aquellos días, dicen... no hacen falta detalles. |