En el ring
El valor de Iztapalapa
Algoritmo en SLP
Salvamento en el PAN
Hermosillo: mentiras, protección, impunidad
Que siga Germán hasta el 2012, dice la oposición
Cambio de piel
La banca infernal: la esclavitud histórica de los Rothschild
Que alguien le diga a Carstens que ya pasaron las elecciones, ya no es necesario mentir
Pobreza, desempleo, menos crédito externo, caída en remesas, pronósticos del BM para AL
l presidente de la Corte Suprema de Justicia de Honduras, Jorge Rivera, dejó entrever ayer, en el décimo día transcurrido desde la asonada militar contra el orden democrático en ese país, una posibilidad de que el presidente constitucional, Manuel Zelaya Rosales, pueda regresar sin temor a ser detenido
: que el Congreso –el mismo que el pasado 28 de junio avaló el cuartelazo en Honduras, presentó una apócrifa carta de renuncia de Zelaya e invistió como presidente interino
a Roberto Micheletti– otorgue, si lo considera oportuno
, una amnistía política
al mandatario destituido.
La responsabilidad de Ortega
ay tres grandes perdedores en las elecciones pasadas: Calderón, el PAN y el PRD de Jesús Ortega. Mientras el presidente del PAN, Germán Martínez, dimitió debido a la pésima actuación que tuvo al frente del blanquiazul, Ortega no renunciará a su cargo en el PRD, obtenido además de manera poco honorable, a pesar del antecedente de que Rosario Robles dejó su puesto hace seis años por no haber conseguido cien diputados de mayoría, cuando era presidenta del sol azteca y nadie sospechaba de los posteriores escándalos en que se vio involucrada.
l electorado volvió sobre las huellas de un gobierno dividido adicional, cara fórmula para los mexicanos de abajo. Una minoría votó para dar al priísmo una oportunidad adicional para que pueda conducir, con cierta holgura, tanto los asuntos públicos generales de la República como los de las regiones bajo su férula. Será, por tanto, esta fracción partidista quien tenga la responsabilidad en el diseño de las políticas públicas que signarán los restantes años del poquitero sexenio calderónico. En realidad, al recargarse sobre el priísmo, los votantes eligieron una ruta, bastante nublada, sobre la continuidad efectiva del golpeado modelo vigente.
l presidente de Estados Unidos, Barack Obama, otorgó legitimidad a un gobierno latinoamericano derrocado por un golpe de Estado, y contrario a sus intereses. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, líder máximo de este gobierno, fue recibido por el Departamento de Estado en Washington. Y una organización desacreditada por su rancia tradición golpista, la Organización de Estados Americanos (OEA), condenó el cuartelazo, pronunciándose a favor de Zelaya.
l saldo de las elecciones es, de acuerdo con muchos analistas, de regresión y castigo. ¿Añoranza por los tiempos pasados en que aparentemente reinan la certidumbre y las reglas claras? ¿Reprobación a un ejercicio gubernamental que desde 2000 levantó las más altas expectativas de que la alternancia llevaría a un mejor estadio de vida democrática y material? ¿Punición a las divisiones internas, escándalos de corrupción, constantes balconeos y guerras fratricidas desde la intimidad de las diferentes instituciones políticas?
n el futuro, casi nadie recordará el nombre Neda Aga Soltán. Lo harán sus padres, lo harán quienes dijeron no al régimen fundamentalista de Irán que impuso sus reglas y desoyó los reclamos de la población en busca de una nación libre. La recordará también Arash Heyazi, el médico iraní que intentó salvarla. Su esfuerzo duró un minuto: la bala de un francotirador de la milicia basiyí, fundamentalistas iraníes vestidos de civil, entrenados para matar a quienes disientan del oprobio religioso, segó la aorta de Neda.
arece una semana agitada. Hay reunión del G-8. La crisis no ceja y domina el orden del día. En Detroit, la Ford Motor Company se apresta a una nueva emisión de bonos corporativos para enfrentar sus apuros financieros. En Washington, el Banco Mundial pronostica una muy lenta recuperación de la economía mundial para 2011. La guerra en Afganistán arrecia, con una nueva ofensiva estadunidense y una remesa de ataúdes que regresa en vuelo solitario sobre el Atlántico rumbo al cementerio militar de Arlington. Todos estos acontecimientos están entrelazados y se conectan con la muerte de Robert S. McNamara.
i la novela ha perdido en general vida, capacidad de sorpresa, novedad en lo que cuenta por los contratos forzados y la mercadotecnia, han surgido en los años recientes otros libros con menos género y circo y más literatura, si la literatura fija la vida y la prolonga.