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omo podía preverse desde días antes, el encuentro en Guadalajara entre el primer ministro canadiense, Stephen Harper, y los jefes de Estado de Estados Unidos y México, Barack Obama y Felipe Calderón, fue un ritual protocolario en el que los temas fundamentales para los tres países estuvieron fuera de las mesas de conversación o bien fueron eludidos en sus aspectos centrales.
Carta de Hermann Bellinghausen
n su Respuesta
al artículo Los desenterradores de Acteal
, Héctor Aguilar Camín encuentra similitudes entre su reseña y mi relato del episodio de la aprehensión de una veintena de paramilitares la Navidad de 1997. Nada más faltaba que no las hubiera. Pero vale destacar que, al ser interceptados los paramilitares por el cortejo de los muertos, los encapuchados
zapatistas que los acompañaban a la barranca de Acteal iban desarmados, como civiles que eran. Las únicas armas presentes fueron las de los policías municipales que custodiaban a los paramilitares (incluso a uno con chaleco antibalas). Al reportarlo, ahora y entonces, un servidor apela a su percepción presencial del momento; a casi 12 años de distancia me sigue pareciendo objetiva.
a eventual decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de liberar a los implicados en la masacre de Acteal revelaría el fracaso del Estado mexicano para investigar y castigar a quienes cometen crímenes de tal magnitud; negaría el derecho a la justicia y la verdad de las víctimas y sus familiares, y abriría las puertas a la justicia internacional.
n medio de presiones retrógradas, Barack Obama va definiendo su política exterior. Sus declaraciones iniciales de un mundo cercano a lo multipolar han ido cobrando mutaciones que son algo más que matices de las que parecen haber sido –o son– sus convicciones. Está claro que no son esas convicciones las que decidirán, sino el complejo de los intereses internos estadunidenses y las intrincadas negociaciones interpartidistas.
or qué la izquierda mexicana en su conjunto no puede o no ha querido hacer un balance de las consecuencias del Tratado de Libre Comercio (TLC) para México?
adie puede decir que Felipe Calderón no cumple sus promesas de campaña. Durante las elecciones presidenciales de 2006 se comprometió a revisar el estado procesal de los expedientes formados con motivo de la masacre de Acteal
. Mañana miércoles, dos años y medio después de ese compromiso, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) amparará a los paramilitares que asesinaron a 45 personas en esa comunidad.
ealmente parecería que no importa cuántas veces y en cuántos foros, reuniones, programas de televisión o juntas de alto y/o altísimo nivel se discuta, proponga o se decida que las cosas tienen que cambiar en México, la realidad es que a lo largo de los años el país y la forma de conducirlo no se modifica. Las consecuencias de esta obstinada e ineficiente conducción saltan a la vista, puesto que hoy día, tras la acumulación de más y más de lo mismo, el país está en un profundo hoyo del cual será cada vez más difícil salir. La economía, la educación, la seguridad, la salud, el medio ambiente, el turismo, los servicios públicos y la calidad de vida de los mexicanos están persistentemente en declive.
l concepto de nación surgió de la suma de elementos comunes como la historia, lenguaje, cultura, costumbres, leyes, instituciones y otros factores relacionados con la vida material y espiritual de las comunidades humanas.
esulta habitual recurrir a la opinión pública para explicar comportamientos donde se cuestionan decisiones políticas. Son muchas las ocasiones en las cuales se aduce contar con la opinión pública para justificar declaraciones de guerra, establecer la pena de muerte o improvisar favores a gobiernos en pro de su legitimidad. Los partidos conservadores dicen gozar de su anuencia cuando llenan plazas loando la familia tradicional y lanzando voces contra el aborto y los matrimonios homosexuales. Por consiguiente, no todo acontecimiento se convertirá en objeto de culto para configurar opinión pública. Muchos hechos se quedan en las mesas de redactores y reporteros, o son descartados como escoria informativa. En contrapartida escuchamos repetidamente en horario de mañana, tarde y noche y leemos en las primeras páginas de los periódicos cuatro o cinco noticias que determinan la información, los titulares y el material gráfico.
a epidemia ha sido superada. Se encuentra a la baja. Está controlada. Agradecemos a toda la población su participación para dejar atrás la contingencia sanitaria. Estas y otras frases son las que escuchamos constantemente después del episodio de pánico provocado por la influenza A/H1N1 el pasado abril. No estoy mintiendo. Lo anterior se puede corroborar en los propios boletines de la Secretaría de Salud (Ssa) y en los mensajes difundidos a través de la radio, al menos desde el 5 de mayo –el día que salvamos a la humanidad–, hasta la fecha.
a Torre mira París. Visitar la Torre es ponerse en el balcón para percibir, comprender y saborear una cierta esencia de París. Y en este sentido la Torre es también un monumento original. Normalmente, los miradores son puntos para mirar la naturaleza y los elementos que la conforman: aguas, valles, bosques, reunidos debajo de ellos, de manera que el turismo de la bella vista
implica indefectiblemente una mitología naturista. La Torre, en cuanto a ella, da, no sobre la naturaleza sino sobre la ciudad; y no obstante su posición como lugar de visita, la Torre hace de la ciudad una forma de naturaleza; constituye el hormigueo de hombres en paisajes, añade al mito urbano, a menudo sombrío, una dimensión romántica, una armonía, un alivio. Gracias a ella, y a partir de ella, la ciudad se acerca a los grandes temas de la naturaleza que despiertan la curiosidad de los hombres: el océano, la tormenta, la montaña, la nieve, los ríos. Visitar la Torre no consiste entonces en estar en contacto con un entorno histórico sagrado, como es el caso con la mayoría de los monumentos; sino más bien en una nueva naturaleza del espacio humano: la Torre no es rastro, recuerdo, en fin cultura, sino más bien el consumo inmediato de una humanidad que se convierte en algo natural por esta mirada que la transforma en espacio.
a obra conceptual del artista brasileño Cildo Meireles no es de extraordinaria complejidad y eso constituye uno de sus valores, pues resulta aprehensible y didáctica hasta para niños (no de muy corta edad), los cuales por cierto deambulan interesados y sorprendidos, en el mejor de los casos, haciendo preguntas y en otros simplemente disfrutando las secciones transitables, destinadas a experimentar sensaciones o mutaciones de contexto.