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Jools y el virtuosismo ecléctico
Para mi amigo bajista, de orates, vibrátiles dedos.
En tiempos en que la televisión suele componer el prolijo dios de la porquería todo buen programa no avasallado por mercantilismos es jauja. En el ámbito local, donde manifestación artística según el monstruo bifronte de Azcárraga y Salinas es casi siempre una tambora o una canción de Pau y rock es Moderatto; donde entretenimiento es La hora de la papa o Venga la alegría; donde información igual a bigotito de TV Azteca e impepinable coerción de Televisa, se agradece la aparición espontánea de la rola, la sagrada liturgia con sabor a palomazo que sólo los roqueros sienten (sentimos, Kimo Sabi), que sólo los jazzeros ponen al fuego en las venas (ponemos, dijo el otro); vértigo al que se lanzan (ahí vamos, dijeron todos) quienes sienten y degustan la buena música más allá de sonsonetes solamente creados para vender discos tan efímeros luego como sus perpetradores.
Refrescante antídoto para la estupidez clorada, por ejemplo, de un MTV convertido en abalorio de modas banales y al lado de algunos pocos programas interesantes de música con imagen, pero sobre todo como una presencia que filtra mucha de la estupidez comercial que suele ir aparejada a la música en la pantalla chica en el resto de todos esos canales y programas que uno suele pasar rapidito porque ya es demasiado monotema, demasiada tara Ricky Martin o la Banda Cuisillos, el maestrazo Jools Holland, icono británico del rythym & blues, del rock, del jazz y de la divulgación de la buena música que algo tenga que proponer, sea pop punk fusion, folk progre salsa en fin, música en radio y televisión, biógrafo de los Rolling Stones y antólogo total de Los Beatles, vuelve a las andadas con su magnífico Later
with Jools Holland. Holland, que como niño prodigio a los ocho años ya tocaba lo que le daba la gana en el piano y compartió escenarios con Fats Domino, Dr. John y Lee Dorsey ha prácticamente tocado con todo mundo, y es que precisamente de ese lado masca la iguana: presentar toda clase de músicos propositivos (por no decir chingones) y echarse de cuando en cuando un palomazo con ellos. Desde la emisión de su primer programa en mayo de 1993, donde aparecieron P. J. Harvey, el coro gospel Sounds of Blackness y Alice in Chains, Later
with Jools Holland es, casi sin dudarlo, el mejor programa de rock y jazz (y de cualquier género, pero que tenga alma y carnita) de la televisión del mundo.
Foto: cortesía de www.joolsholland.com |
Esta vez en México gracias a HBO (ya había estado aquí hace unos años me parece que en People and Arts), podemos ver la temporada anterior. Veintinueve temporadas se dice fácil, pero hacer un programa como Later
no debe ser enchílame una gorda, entre otras muchas razones porque es primordialmente una excelente reunión de músicos en que todos son teloneros y es que Jools hace tabula rasa: una de sus características es un muy democrático foro circular, donde ninguna de las bandas que se presentan tiene preponderancia sobre las otras, mientras Holland se dedica a saltar de un escenario a otro. Aquí se echa una chela con Jo Brand y hablan del rock alternativo en la radio y la televisión, allá se echa una tocada con Paul Simon, y de este otro lado entrevista a Eric Clapton o a James Dean Bradfield mientras acullá se presenta lo mismo Tom Jones que The Be Good Tanyas.
En ningún otro programa, que yo recuerde, hemos podido ver, tocando en vivo y sin la parafernalia ornamental de otros canales o programas, como los Unplugged de MTV, sino simplemente disfrutando del placer de tocar su música, de hacérnosla llegar a los legos por medio de la tele, a tantas bandas, tantos orígenes, tantos estilos, tantas culturas juntas. En ningún otro programa recuerdo que sea posible, al mismo tiempo, en una misma tocada, ver y escuchar lo mismo a las Dixie Chicks que a Keane; a David Bowie que a Ojos de Brujo; a David Gilmour (haciéndole coros nada menos que Crosby & Nash) luego de rifársela Nacao Zumbi; a Robbie Williams seguido de Elvis Costello luego de desgañitarse The Automatic después de la extraña actuación, porque se insiste en que la convocatoria no obedece necesariamente al criterio payolero de lo que está de moda, de los Dresden Dolls o Yusuf Islam (antes Cat Stevens). Allí han estado prácticamente todos los que son pero con sensibles ausencias, porque cierto es que siendo un programa inglés (de la BBC) no suele mirar mucho para estos lados, y vaya que tenemos talento del meridiano de Greenwich para estos lares. Es que Holland no ha tenido la suerte de escuchar Música horizontal, ¿que no kid?
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