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Rogelio Guedea
Alta lectura
I
Lo más normal es que la lectura nos lleve, por el camino más corto, a la escritura. Leer es, digamos, la catapulta del escribir. Sin embargo, en los Diarios de Kafka estamos frente a un acontecimiento contrario. Kafka, autor de La metamorfosis, esa obra en la que un hombre despierta un día cualquiera convertido en un enorme escarabajo, escribió que el fervor que le recorría todo su ser cuando leía cosas sobre Goethe (conversaciones con Goethe, años de estudiante de Goethe, una estancia de Goethe en Frankfurt) le mantenía apartado de toda actividad de escribir. Los mismos efectos que le producía a Kafka la lectura de Goethe, me produce a mí, ahora que lo pienso, la lectura de Kakfa.
II
Ahora me vengo a dar cuenta de que leer no es la única forma de ilustración ni de acceso a la sabiduría. Epiménides durmió cincuenta y siete años consecutivos, dicen sus biógrafos, y fue un sabio de buen renombre. Lo que no se ha investigado es si el famoso Epiménides andaba las calles de su ciudad o leía libros eruditos mientras sus biógrafos dormían.
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