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Todos los géneros son suyos (II y ÚLTIMA)
Así pues, como se apuntó aquí la semana pasada, Todos los días son tuyos se declara eminentemente thriller a partir de que su protagonista, el fotógrafo de nota roja Eliseo, involucra su destino con la suerte que ha de correr su vecina etarra, quien a la sazón ha sido espiada y vigilada por muchos, aparte de su vecino entrometido. Abandonados los escarceos previos en cuanto al foco de atención temático –el culto a la muerte, el periodismo sensacionalista, etecé--, que a la postre son útiles en términos de construcción de la atmósfera que permea la cinta de principio a fin, José Luis Gutiérrez, el director, concentra lo mejor de sus esfuerzos en dos de los elementos indispensables del género; en este caso, qué se busca y quién lo busca. El qué: una libreta llena de información relativa a integrantes de ETA, potencialmente peligrosa en manos de alguien ajeno. El quién: La Rubia –la ibérica Emma Suárez, excelente en su papel–, agente española destacada en México, cuya misión consiste, precisamente, en perseguir etarras, pero también el mexicano comandante Carbajal –un Alejandro Camacho actoralmente de vuelta por sus fueros–, diríase el típico policía judicial capitalino o, al menos en principio, lo que el cine mexicano suele entender al respecto.
A pesar de que los avatares de Eliseo son presentados en calidad de hilo conductor narrativo, en correspondencia con el desplazamiento genérico ya mencionado y en virtud de una combinación de factores de realización, entre los cuales el desempeño histriónico de Suárez y Camacho tiene un peso significativo, muy pronto el foco de atención del filme se desplaza precisamente tanto al desarrollo propio de los personajes interpretados por cada uno de ellos, así como a la relación que sostienen. Se da entonces una curiosa, aparentemente no deliberada pero a final de cuentas enriquecedora escisión en la trama, pues mientras las tribulaciones de Eliseo, ahora perseguido por estar en posesión de la libreta etarra, dan pie a varias secuencias teñidas de un humor negro muy bien logrado, la confrontación entre la tira española y el cuico mexicano da a la película tintes que van de lo sencilla y eficazmente dramático a lo definitivamente tragicómico. En el caso de la primera vertiente de la trama, la persecución sufrida por Eliseo permite el despliegue de más de una secuencia memorable, verbigracia la que se desarrolla en una morgue. En la segunda vertiente destaca el primero de varios momentos climáticos protagonizados por La Rubia y Carbajal: un bastante movidito clinch sexual, mejor definible en calidad de choque más que de encuentro, cuyas derivaciones alimentan significativamente a una trama que, en otras condiciones, habría adolecido de un exceso de linealidad.
Emma Suárez |
En cada entrevista que ha concedido, José Luis Gutiérrez, el cuequense director de esta ópera prima, ha afirmado que los antecedentes de Todos los días son tuyos consisten en el conocimiento personal de diversas personas, algunas involucradas y otras buenas conocedoras de la historia real de La Rubia, así como en la consecuente intención de realizar un documental en torno a la presencia de ETA en México. También ha hecho saber que fue a partir de una sugerencia que decidió someter a concurso un argumento de ficción sobre el mismo tema, y que el resto es lo que puede verse en pantalla. Cabe mencionar lo anterior en virtud de un par de consideraciones: la primera, que el objetivo perseguido con la realización del filme no parece haber sido el que finalmente consiguió. En otras palabras, y a juzgar por las que él mismo ha vertido, Gutiérrez pretendía un filme “serio” en el que se hablara de terrorismo, violencia, corrupción institucional y, tal como se diría en estos tiempos de marchas blancas y veladoras masivas, inseguridad campante –aunque, desde luego, sea mera coincidencia el empate cronológico entre el estreno de la cinta y el trauma y la reacción colectivos postMartí, tan bien aprovechados por propios y extraños para llevar agua a sus personales molinos. No abonan a dicho sentido la construcción de personajes como el propio Eliseo y muchos rasgos del comandante Carbajal, así como una sabrosa galería de personajes secundarios, a la cabeza de los cuales debe colocarse al muy memorable Santanero. La segunda consideración es que, a querer o no querer, gracias precisamente a su capacidad para construir personajes, y lejos de ser lo que probablemente al propio director pudiera parecerle defecto o desviación, lo que ofrece es un variopinto, no muy profundo pero muy divertido fresco de los bajos fondos policiales que operan en una ciudad como la de México.
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