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ANGELICA ABELLEYRA
MARIACHI FEMENIL XÓCHITL:
LA MÚSICA, UNA AMIGA QUE NOS ENTIENDE
Han tenido que lidiar con impertinentes en palenques y caciques de pueblo. Han tenido que convencer a sus maridos, y a veces dejarlos, para ejercer con menos obstáculos su gusto por las rancheras. Y han hecho de tripas corazón cuando sus colegas varones les recomiendan regresar a sus cocinas para hacer las tortillas, en lugar de seguir en el escenario como su competencia o lo que ellos califican de un grupo de "tachuelas" por aquello de ser bajitas y usar sombrero charro. No ha sido fácil, pero el Mariachi Femenil Xóchitl lleva veinticuatro años de hacer de la música su medio de vida y alegría.
Ramona Madera (Jalisco, 1959) es la directora del grupo que dio sus primeros pasos en Veracruz allá por 1977, pero se ha afianzado desde 1982, con bases sólidas en una carrera constante y en ascenso. Toca la trompeta, el acordeón, y también compone. Su seriedad aparente se suma a una firmeza que dulcifica con sonrisas cuando habla de uno que otro golpe lanzado para detener borrachos. Guadalupe Jiménez (Guerrero, 1968) se autonombra la "payasa" del conjunto. Dice que no le da pena hacer el ridículo y desafiar a cualquiera en sus apuestas de que tirará la botella de tequila que hace malabares en su cabeza mientras zapatea, mueve el pañuelo en una mano y sostiene el micrófono con la otra. Nadie le ha ganado. Está a cargo de la guitarra, la vihuela y a veces la trompeta. Eugenia Jiménez (Guerrero, 1980) destaca por su timidez. Habla a cuentagotas. Sólo una integrante (de dieciocho años) es más joven que ella en el colectivo. Antes le gustaba tocar la trompeta pero le dolían los dientes y su naturaleza frágil le impidió seguir con los alientos. Ahora se acompaña del violín. Las tres forman parte del grupo de trece que recorren el país, Estados Unidos, Colombia y España entre fiestas populares, palenques, restaurantes, casas particulares y lobbies de hotel.
La idea de un mariachi sólo de mujeres surgió en Nogales, Sonora, donde Ramona vivía con sus padres y tres hermanas, como ella, entusiasmadas con el canto y la guitarra. Cuando conocieron a una persona que las invitó a Ciudad de México para ser parte de un conjunto femenil ya existente, convencieron a su mamá para que las dejara venir al df apenas quinceañeras. La desilusión fue grande cuando comprobaron que el mariachi era mixto y ellas tenían pocas oportunidades de crecer. Se retiraron pero la semilla del proyecto había germinado y vio sus brotes en Veracruz, con cinco integrantes. Aquél grupo tuvo una corta vida, pues Ramona casó a los dieciocho años, tuvo a su primer hijo y un período de retiro por cuatro años que ocasionó la desintegración. Sin embargo, el Mariachi Xóchitl se conformó en el 82, continúa a la fecha, aunque Ramona se separó del marido porque "no compartía mi gusto por la música". No se ha vuelto a casar.
Guadalupe dice que tiene una historia de Cenicienta. Su único antecedente musical eran los gallos que sus tíos daban para conquistar muchachas en Acapulco. Pero su gusto por la cantada y la guitarra se materializó cuando conoció a Ramona, fue nana de sus hijos y luego se convirtió en mariachi al cubrir a una integrante faltista durante una gira en Acapulco. "Me lancé llora y llora, porque nunca fue mi intención ser mariachi y ahora se me hace padrísimo. Yo lo siento más que mi familia porque estás unida en las alegrías y en las tristezas", refrenda esta madre de dos hijos y un marido a veces celoso por las flores que alguien le regala.
Ramona asegura que un mariachi femenil "es muy codiciado pues mucha gente nos dice que le da más categoría a su fiesta". Hasta donde sabe, Xóchitl es el único en el df, aunque existen similares en Guadalajara, Los Ángeles (eu) y Japón. Asegura que han esquivado su presencia en Garibaldi porque lo consideran "un gran mercado de música", muchas veces maleado. Apartadas de él, siente que su equipo es muy afortunado porque "agradamos a la gente y eso lo agradecemos. Le llaman ángel y donde actuamos sentimos la buena vibra".
Con falda corta y coquetas, auxiliadas por micrófono y simpatía, acompañan fiestas con El mariachi loco (que nadie perdona), Cielo rojo, Amor eterno, Paloma negra, Caminos de Michoacán y Serenata huasteca. A veces piden Osito polar, composición de Ramona de fines de los setenta, que ganó primeros sitios de popularidad cuando la interpretó el grupo tropical Santiago Show y que a Lupita le hace llover regalos de ositos, flores y cumplidos cuando la interpreta junto a sus compañeras del Xóchitl, para ellas eso que las reúne en torno de la música, "la amiga que nos entiende".
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