MENTIRAS TRANSPARENTES
Felipe Garrido
IROQUI
Hacía muchos meses que el dios del agua no enviaba lluvia. El río y los pozos se fueron secando. El señor de esa tierra llegó a la orilla del cauce seco, sacrificó las tórtolas que llevaba y dijo en voz baja.
–¿Por qué nos matas de sed?
–Quiero casarme con tu hija –contestó una voz.
Un cortejo de doncellas dejó a la novia en el campo y las fuentes brotaron. Iroqui estaba tan cansada que se quedó dormida al pie de un árbol. Al despertar, se encontró en un palacio de cristales, en un lecho delicioso, rodeada de platillos exquisitos. Pasó el tiempo y dio a luz un niño.
Un día llegó un hombre muy alto, con una capa resplandeciente, y tomó en los brazos al niño, que estaba llorando.
–Soy su padre –dijo con una voz que Iroqui reconoció–. Ven conmigo, pues tú eres mi esposa.
Iroqui salió de su brazo y vio que por todas partes había casas y gente que venía del campo, cargada con mazorcas y fruta. Todos la saludaban con gran respeto y la llamaban "Mi señora".
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